El escrutinio transcurría con cierta tensión. El referéndum para que los ciudadanos de Don Benito y Villanueva de la Serena aprobaran la fusión entre ambas ciudades se había cerrado pocas horas antes. El 'sí' había arrasado en Villanueva, con el 90% de apoyo, pero el ... umbral mínimo del 66% de aprobación ciudadana para unir estos dos municipios vecinos, en un idilio inédito en España, no se alcanzaba en Don Benito. El recuento de votos definitivo se demoraba. Lo que debía saberse a principios de la noche con total transparencia, la fusión que daría nacimiento a una urbe de más de 50.000 habitantes, se prolongaba en la incertidumbre. En tiempo real se seguía el conteo en la página web oficial hasta que a las 21.45 horas sobrevino un apagón informativo, cuando en Don Benito el resultado apenas superaba el 60%. La web dejó de funcionar por «problemas informáticos», excusaba a medianoche el alcalde de Don Benito José Luis Quintana. En el resultado final el 'sí' ganaba con 66,27% de los votos a favor. Hasta aquí los hechos públicos de aquella extraña noche de recuento de votos de un plebiscito más simbólico que necesario, en la que los dos alcaldes, ambos del PSOE, se habían jugado el tipo fijando un porcentaje alto de apoyo, aunque no de participación. Su consulta motivó a poco más de la mitad de votantes.
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Ante este primer tropiezo de un matrimonio aprobado sin ninguna resistencia en las instancias políticas, surgió un rumor que terminaría calando en algunos vecinos que primero fundarían una asociación llamada Siempre Don Benito hace menos de un año y que desde diciembre funciona como partido político. Su objetivo primordial es «no ratificar el convenio de fusión y, si no fuese suficiente, promover la anulación del proceso», anuncia su vicepresidente Francisco Javier Sánchez. «Queremos comprobar el fraude en el escrutinio de votos».
Durante esas horas nocturnas de suspenso y escrutinio, en que parecía que la creación de la tercera ciudad de Extremadura se paralizaba por un puñado de votos en contra, hubo una reunión urgente de los 'fontaneros' socialistas de Extremadura, según su versión. Sucedió en un «despacho que está en la planta baja del ayuntamiento de Don Benito, al lado del ascensor, antiguo lugar del catastro», afirma Sánchez. Allí se habría buscado una alternativa matemática para ganar el plebiscito, la de restar los votos nulos de la ecuación del porcentaje del resultado, que hasta ese momento se habían contado. Con esta decisión el 'sí' ganaba.
En Don Benito hubo 67 votos nulos, el 0,44% del total, según las actas públicas. La confusión de los votantes se debió a que había tres tipos de papeletas. Una tenía marcada el 'sí', otra el 'no' y la tercera tenía ambas casillas en blanco. El error que anuló esos votos consistió en que alguien cogía una papeleta premarcada y la contradecía con su preferencia. Pero resulta imposible saber qué habrían votado.
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Aunque en las elecciones que se realizan en España los votos nulos no cuentan en el porcentaje de los resultados, el haberlos incluido a primera hora despertó el resquemor de doce vecinos, los fundadores de Siempre Don Benito, que aspiran canalizar las dudas y esperanzas de aquel 30% que se manifestó en contra de la fusión. «En las elecciones habrá dos líneas, la de los partidos tradicionales que la apoyan y nosotros», calcula Sánchez, que fue observador en el colegio Zurbarán, donde esperaban a medio millar de vecinos y donde el 'sí' ganó por abrumadora mayoría.
Alentado por un escrutinio esperpéntico y turbio, Siempre Don Benito espera un destino similar al de Soria ¡Ya! o Teruel Existe, dos partidos políticos que nacieron de plataformas ciudadanas y alcanzaron, la primera, ganar en su provincia desplazando a los partidos tradicionales, y la segunda, tener a un representante en el Congreso y dos en el Senado. Sin ideología definida, los doce fundadores del nuevo partido político se suelen reunir a las 21 horas en un bar de la ciudad, llamado This Aint Las Vegas, habitual de seguidores de rock punk, con tarima para música en directo.
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«Cada uno tiene su trabajo, sus tareas, sus compromisos», dice Sánchez, arquitecto de profesión, de 48 años y sin experiencia política. «Hemos hecho grupos, para pensar qué personas podrían ir en nuestra lista y un programa electoral. Vamos a reunirnos con asociaciones y colectivos de todo tipo. Nos vamos organizando. Quedan cuatro meses para las elecciones municipales y hay trabajo por delante». Algunos de sus miembros sí se han curtido en las instituciones. Sin mencionar nombres, «porque son datos personales», dice Sánchez, tienen un fundador que estuvo en el PP y luego en Vox. También hay una jefa de Comisiones Obreras, indica otra fuente.
La estrategia del nuevo partido para dinamitar la fusión de ambas ciudades es doble. Además del cariz político y de presentarse a las elecciones próximas, atacan por los juzgados. En abril tramitaron un recurso «contra la certificación» del resultado. Su argumento es que debían contarse los votos nulos para establecer el porcentaje de aprobación. Así quedaría por debajo de la meta mínima, con el 65,97% como número mágico. Ahora tienen un centenar de socios, asegura Sánchez, que pagan una cuota anual de 20 euros que se suma a «donaciones» con lo que pagaron a los abogados. «Tenemos más gente que se quiere afiliar». Esta semana un juzgado de Mérida no ha admitido su recurso jurídico por carecer de «legitimación» y ha establecido que la consulta popular no tenía «carácter jurídicamente vinculante». Por tanto, no es impugnable.
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«Ellos hacen su oposición en la calle», señala una fuente del Ayuntamiento de Don Benito, cuya estrategia es evitar la confrontación con un «partido que no forma parte de la corporación». El alcalde Quintana mostró su posición tras la decisión judicial. «Una minoría no puede arrebatar en los tribunales lo que una mayoría clamó en las urnas», dijo sin mencionar a Siempre Don Benito. No está dispuesto al diálogo, dice otra fuente.
Los artífices de la fusión y los separatistas se medirán en las urnas. Los de Siempre Don Benito, aun sin candidato, se enfrentarán al alcalde actual, que aspira a la reelección, al igual que el de Villanueva de la Serena, Miguel Ángel Gallardo. La promesa de ambos -Quintana y Gallardo, que no respondieron a este periódico- es no presentarse a la alcaldía de la nueva ciudad, en 2027, pero la campaña para estas elecciones ya está en marcha.
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La teoría conspiratoria de la alteración de los resultados electorales y el 'pucherazo' lo desmonta un «testigo privilegiado» de la noche del escrutinio. Ángel Luis Valadés, portavoz del PP en Don Benito, estaba «delante» cuando el presidente de la Junta de Extremadura Guillermo Fernández Vara llamó a un Quintana alicaído con los datos que tenía en la mano. Para entonces ya no funcionaba la web. «El alcalde le dijo que no habían llegado al mínimo, e iba a salir a decirlo a los medios», recuerda Valadés, que compartía objetivo con Quintana. Ambos estuvieron en la primera planta con «mucha gente». Según su versión, de repente «alguien» dijo: ¿estáis contando los votos nulos? Ante la respuesta positiva, esa voz insistió: ¡es que no las tenemos que incluir! Los números cuadraron, el alivio fue general. Pero esa noche, Don Benito recién comenzaba a despertar del sueño de convertirse en una gran ciudad, al menos con la facilidad que esperaban sus políticos.
Existe un componente sentimental en el rechazo a la fusión. Francisco Sánchez, vicepresidente del partido de la ruptura, Siempre Don Benito, cita unos versos que recitaba su abuela con alzheimer: Al salir don Benito, diré la cara llorando, ¡adiós don Benito hermoso!, ¡qué lejos te vas quedando! «Los recitaba cuando no recordaba ni quién era. La fusión me afecta sentimentalmente, sí. El nombre de Don Benito era lo último que quedó en su memoria», dice.
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La pérdida del nombre de la ciudad, al igual que el de Villanueva de la Serena, es un componente emocional que se agranda con las decisiones posteriores al referéndum. Los alcaldes nombraron una comité que eligió Concordia o Mestas del Guadiana para el bautizo. El rechazo generalizado hizo que se renombrara Vegas Altas. «El tema del nombre es otra metedura de pata», opina el portavoz del PP Ángel Valadés. «Debía ser Don Benito Villanueva, como ahora se llama el hospital o el parque de bomberos. Si se hubiera apostado por ese nombre no habría ese rechazo visceral».
En la sentencia que rechazó el recurso de Siempre Don Benito contra el resultado plebiscitario, la juez Carmen Romero extrae un punto de los estatutos de la asociación para dejar patente la motivación de fondo de Siempre Don Benito: «la defensa de la identidad» de la ciudad. Pero ellos niegan que su oposición tenga relación «con localismos», dice Sánchez. «Ni quiere decir que estemos contra Villanueva de la Serena, porque quiero lo mejor para cada una, pero con autogobierno y su propio alcalde».
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En las calles de Don Benito preocupa más que la Plaza de España, habitual sitio de conversación y pasatiempo, también de protesta, esté vallada por obras. «Hay gente que considera que Don Benito tiene un nivel de vida mejor y que Villanueva será una carga», indica Pedro, un vecino de 62 años casado con una villanovense. «El nuevo partido es de nivel local pero no tiene futuro. La gente lo que quiere es vivir tranquila», dice, para luego hacer unas fotos con el móvil a la plaza arrasada y agujereada.
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