Joaquín Ferrándiz en una de las sesiones del juicio por los cinco asesinatos LP

Las novias de Ferrándiz que apaciguaron su instinto asesino

Las relaciones que mantuvo con doce mujeres entre los años 1981 y 1998 aplacaron el ansia homicida de un joven que clasificaba y adjetivaba en su diario a las chicas que conocía

Javier Martínez

Lunes, 17 de julio 2023, 08:54

El violador y asesino en serie Joaquín Ferrándiz Ventura, el hombre que estranguló a cinco mujeres en la provincia de Castellón en los años 90, escribió en su diario los nombres de todas sus novias y describió algunas de las relaciones sentimentales y sexuales ... que apaciguaron su instinto criminal.

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Dori, Juani, Silvia, Laura, Beatriz, María Rosario, Pilar, Margarita, Maite, Mónica, María Antonia y Manoli son los nombres de las mujeres con las que Ferrándiz tuvo sus primeros escarceos sexuales y relaciones de noviazgo con altibajos entre los años 1981 y 1998. En su adolescencia, Chimo, como conocían sus amigos a Ferrándiz, clasificaba y adjetivaba en su diario a las chicas que conocía: simpáticas, regulares o antipáticas.

Las jóvenes que mantuvieron una relación sentimental con el psicópata integrado, como lo definen los psicólogos y psiquiatras que analizaron su mente, no percibieron ningún rasgo extraño ni agresividad de ningún tipo.

Las novias de Ferrándiz que entrevistaron los investigadores de la Guardia Civil manifestaron que era encantador, correcto, muy serio y que defendía sus ideas por encima de todo. En su trabajo era cumplidor, servicial y buen compañero, según un informe realizado por la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil.

La idea en general que tenían de Ferrándiz todas las personas que se relacionaron con él es la de un hombre educado, trabajador, buen amigo, inteligente, incapaz de cometer un hecho delictivo, e incluso lo consideraban una víctima de un error policial y judicial por su condena de 14 años de prisión en 1990 por agredir sexualmente a una joven.

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Y sus novias pensaban lo mismo, e incluso una de ellas reanudó la relación con el asesino en serie y mantuvo varios vis a vis con él en la cárcel después de que confesara y fuera condenado a 69 años de prisión por los cinco crímenes.

Por orden cronológico, Dori, Juani y Silvia fueron las primeras chicas que tuvieron una relación con Ferrándiz en 1981, aunque duraron poco tiempo y él creía estar atravesando una crisis sentimental. Durante ese año su vida transcurre como la de cualquier joven de 18 años. Sale de copas con sus amigos, llegan las primeras borracheras y tiene sus primeros escarceos sexuales con chicas de su edad.

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En aquellos años frecuentaba numerosos locales, entre ellos el bar Baro y las discotecas Girls, Geli, Charleston y Play-Back de Castellón y Villarreal. A pesar de trabajar en una empresa para pagarse sus gastos, no deja de asistir a clase, donde dice encontrarse muy bien debido al alto porcentaje de chicas que hay en el aula, y cambia su imagen con una permanente en su cabello, lo que provoca la risa de sus compañeras.

En 1982, el hermano de Ferrándiz sale con Mercedes Vélez, una de las mujeres que años después estranguló el asesino en serie, y Joaquín Ferrándiz mantiene una relación de cinco meses con Silvia, pero empieza a notarse raro, desmoralizado, vuelve a cambiar de imagen y se quita la permanente.

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Cuando le realizaron un reconocimiento para incorporarse al servicio militar, el médico le diagnosticó varicocele (dilatación de las venas en un testículo) y le aconsejó que se operara para evitar problemas en un futuro para tener hijos.

Tras cortar con Silvia, en octubre inicia un nuevo noviazgo con una chica llamada Laura hasta marzo del año siguiente. En 1984 empieza a salir con Beatriz, compañera de Mercedes Vélez en el instituto, y el julio de ese mismo año finalizó el servicio militar.

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Ferrándiz escribe en su diario que no le gusta la forma de ser de Beatriz, pero sigue saliendo con ella para que el padre de su novia le consiga un puesto de trabajo en una empresa azulejera. La relación con esta joven duró cuatro años con altibajos, y Beatriz llegó a decir que Ferrándiz «tenía un enorme vacío por haber carecido de padre».

Su infancia no fue feliz por las discusiones en casa. Las posibles relaciones extramatrimoniales de su padre, un marino mercante, y sus problemas con el alcohol marcaron su niñez. Tras fallecer el cabeza de familia en 1980, Ferrándiz empieza a trabajar. Tiene 17 años pero se ve obligado a llevar dinero a casa.

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Cuatro meses después de romper su relación con Beatriz en 1989, aunque siguió manteniendo el contacto con ella y con el grupo de amigos, Chimo es detenido y encarcelado por violar a su primera víctima.

El mismo día que el agresor sexual ingresa en la cárcel, Beatriz reanuda la relación y rompe con él dos años después por la tensión que le provocaba el hecho que estuviera en prisión, según manifestó a los investigadores.

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Su primera condena

El 24 de mayo de 1990, Ferrándiz fue condenado a 14 años de prisión por la violación de la joven, pero obtuvo redenciones ordinarias y extraordinarias por cursar estudios, dirigir una revista para reclusos y participar en talleres de teatro y concursos literarios y de tarjetas navideñas, entre otras actividades.

Como consecuencia de todos los beneficios que le aplicaron, el juez de vigilancia penitenciaria acordó la libertad condicional de Ferrándiz el 21 de marzo de 1995 tras el informe favorable que le remitió la junta de tratamiento de la cárcel de Castellón. La Fiscalía se mostró en contra de la concesión del beneficio, pero no interpuso ningún recurso.

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Ese mismo año conoció a Pilar en las fiestas de Villarreal, con la que mantuvo relaciones sexuales esporádicas, y también salió con una compañera de piso de su hermana: Margarita. En 1996 inició otra relación con Maite, a quien conoció en la Champañería Amadeus durante las fiestas de la Magdalena, y el noviazgo duró cuatro meses.

Ferrándiz sigue saliendo por las noches con su grupo de amigos, y estos se extrañan de que él quiera quedarse solo para tomarse la última copa cuando ellos se marchan para casa. Entre sorbos de whiskys con naranja emerge la bestia asesina y se transforma para acechar a sus víctimas. Los guardias civiles de paisano que lo vigilaban comprobaron cómo cada fin de semana, después de que sus amigos se marcharan a casa, buscaba a jóvenes solitarias con la intención de abordarlas.

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«Chimo no buscaba a cualquier mujer, buscaba un perfil muy determinado, de mujer muy parecida a su antigua novia, Beatriz. O sea, Beatriz es un espejo del resto de las relaciones que ha tenido, buenas o malas», afirma el capitán José Miguel Hidalgo, uno de los investigadores de la Guardia Civil que desenmascaró y detuvo al asesino en serie. «Y sus víctimas se asemejan, algunas de ellas, mucho al perfil de Beatriz, físico lógicamente», añade Hidalgo.

Entre julio y finales del verano de 1996, el delincuente sexual no tiene ninguna novia que apacigüe su instinto asesino, y el 14 de septiembre estranguló a Amelia Sandra y abandonó su cadáver en una balsa de Onda.

Días después del crimen conoce a Mónica en la discoteca Latinos de Benicàssim, y mantiene relaciones sexuales con ella de forma esporádica durante un año y medio. Sus últimas novias conocidas fueron María Antonia y Manoli, a quienes conoció en la discoteca Botánico y el pub Sequiol en 1997 y 1998, respectivamente.

Los noviazgos con doce mujeres entre 1981 y 1998 aplacaron el ansia homicida de Ferrándiz. «Atacaba a sus víctimas cuando no tenía pareja. El problema era cuando esas relaciones se enfriaban y buscaba potenciales víctimas», sostiene el capitán de la UCO.

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