Casado, el sábado, durante su intervención en la comida de Navidad del PP de Madrid. Fernando Alvarado / EFE

Las negociaciones con Esquerra facilitan a Casado la unidad de acción en el PP

El presidente de los populares y los barones del partido escenifican esta semana su rechazo al plan de Sánchez

Nuria Vega

Madrid

Domingo, 15 de diciembre 2019, 18:51

No juega la partida del desbloqueo. En lo que el PP ha empeñado sus esfuerzos desde hace semanas es en ejercer la oposición, aun sin Gobierno constituido, y ese papel será el que represente este lunes Pablo Casado en su encuentro con Pedro ... Sánchez. A la cita en el Congreso acude con una negativa rotunda tanto a facilitar como a negociar la investidura del candidato socialista. Y aunque existen en sus filas discrepancias sobre el rol que deberían haber asumido los populares, las negociaciones ahora del PSOE con Esquerra han funcionado de pegamento provisional en el partido.

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Tras las elecciones del 10 noviembre, el debate sobre la posición táctica se avivó en el PP. De nuevo, las organizaciones territoriales mostraron una perspectiva diferente a la de la dirección, que pronto cerró la puerta a un ofrecimiento al PSOE alternativo a la vía de Podemos y Esquerra. Esta vez, sin embargo, también en la cúpula surgieron opiniones diversas. La portavoz en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo, abogó por un Gobierno de concentración entre populares, socialistas y Ciudadanos. Y fuentes del partido lamentaron aquellos días que se hubiese perdido la «oportunidad» de tender la mano y dejar que fuera Sánchez el que rechazara el gesto. Eso, argumentaban, les habría desligado de cualquier posible imagen de «bloqueo».

El presidente de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, siempre se ha movido en ese marco discursivo, en el que reclama ahora al PSOE una rectificación completa de rumbo para que los dos principales partidos puedan «hablar». Pero en la cúpula del PP la dinámica ha pasado por extremar el discurso contra el secretario general de los socialistas para sustentar lo inamovible del no a la investidura.

Casado llegó a hablar el sábado de «vergüenza ajena» por quien gobierna España y de «deriva nacionalista y anticonstitucional» de Sánchez y del PSOE, partido al que sitúa en esa evolución desde hace 16 años. Sin embargo, si en otras circunstancias eso podría haber sido nuevo motivo de discusión interna, las negociaciones con Esquerra y el paso del tiempo sin que se conozcan los detalles de los contactos han servido para concertar una cierta unidad de acción en el PP.

La semana pasada, los líderes territoriales del partido se sumaron a una estrategia conjunta para denunciar en sus parlamentos autonómicos que en los comunicados de PSOE y Esquerra se reconozca un «conflicto político» en Cataluña. Y los barones coincidieron en aprovechar la ronda de llamadas que anunció Sánchez para mostrar esta semana su desacuerdo con los contactos con el independentismo y rescatar del cajón de asuntos pendientes cuestiones como la financiación autonómica.

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Equilibrio precario

Cualquier variación del contexto, sin embargo, podría despertar de nuevo las diferencias latentes. Inés Arrimadas, que se reúne con Sánchez a las once de la mañana, hora y media después del encuentro entre Casado y el presidente en funciones, tiene intención de volver a la carga con la vía de los «221 diputados». La dirigente de Ciudadanos insiste en un acuerdo a tres entre PP, PSOE y su partido para dotar de estabilidad a la legislatura.

Fuentes populares creen que el debate sobre su rol en el desbloqueo volverá a aflorar si el PSOE fracasa

El PP no quiere entrar en ese escenario. En ninguno en realidad que exija su participación en la elección de Sánchez. Casado ya ha animado al PSOE a explorar otra opción: el apoyo de Podemos, Ciudadanos y los partidos regionalistas, aunque sea una fórmula que fracasó en 2016 y aunque en UPN ya hayan advertido de que su voto sólo lo deciden ellos. Pero la existencia de una alternativa que pase por los populares, por mucho que los socialistas no estén por la labor, incomoda en Génova, donde no entienden las presiones ni que el foco les apunte.

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Fuentes diversas del PP aseguran que la dirección está convencida de que no habrá terceras elecciones, que Esquerra accederá a abstenerse. Pero no tienen tan claro qué ocurrirá si el plan A de Sánchez fracasa y las miradas giran hacia los populares. Algunos cargos quieren creer que Casado accederá entonces a un acuerdo por «sentido de Estado» que obligaría al PSOE a cambiar de enfoque. Otros defienden que la negativa se mantendrá hasta el final, aun a riesgo de que se abran las urnas. En lo que coinciden, sin embargo, es en que ese contexto volvería a encender el debate en el partido.

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