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En mayo de 2016 Margarita Robles dio por segunda vez el salto a la política tras su sonada etapa (1994-1996) en los ministerios de Justicia e Interior del último Gobierno de Felipe González. La vocal del Poder Judicial y magistrada del Tribunal Supremo se ... presentó como número dos en la candidatura del PSOE al Congreso por Madrid. Fue uno de los fichajes más mediáticos de la lista de Pedro Sánchez, quien tras la moción de censura de 2018 la designó ministra de Defensa.
En este periodo al frente del ministerio, Robles se ha convertido en la integrante del Ejecutivo mejor valorada por los ciudadanos. Su liderazgo en las crisis que han marcado la difícil cohabitación del gobierno de coalición -la pandemia, la retirada de Afganistán o la guerra de Ucrania- ha sido apreciada. También ha calado su perfil duro con los ministros y ministras de Unidas Podemos, que le ha granjeado simpatía en el electorado rival.
Pegada a su perfil de Estado, ha asumido con eficacia su uniforme de ministra. El último episodio fue la medida puesta en escena del comprometido acto del pasado jueves, tras la crisis del espionaje que le costó el puesto 48 horas antes a la directora del CNI Paz Esteban. «Es un relevo continuista pensando en España y poniendo a la Constitución como marco de actuación», justificó Robles el nombramiento de Esperanza Casteleiro ante la cúpula militar y de Inteligencia.
Ante probablemente el momento político más comprometido desde que asumió el cargo, Robles zanjó en esta toma de posesión los fantasma sobre su dimisión. Sacó a relucir su voluntarioso talante para salir de la quema en Moncloa y agradeció la «lealtad» de su guardia pretoriana. Su equipo de mujeres, «quienes se han caracterizado desde hace muchos años por su vocación de servicio a España. Con humildad, discreción, entrega y responsabilidad en un mundo repleto de individualismo», alabó.
En esas palabras contenía el grado de exigencia que reclama a sus subordinadas. Incluso le dedicó buenas palabras a la dimitida Paz Esteban, a quien convirtió en la primera mujer en dirigir los servicios secretos en 2019. «En este acto en la planta noble del ministerio, en cada uno de estos nombramientos, está representada la proyección política y personal de Robles», comentaba un alto cargo de Defensa.
Esperanza Casteleiro, nueva jefa del CNI, era su número dos y antes su jefa de Gabinete. Fue fichada por Robles tras pasar 35 años como espía. Amparo Valcarce, subsecretaria de Defensa, pasó a ocupar el puesto de Casteleiro como secretaria de Estado e Defensa y Adoración Mateos, directora general de Personal, el de Valcarce.
Tres soldados de la ministra, quien la pasada semana promovió a general de División a Patricia Ortega, la primera mujer en conseguir dos estrellas en su uniforme. Ortega representa la proyección de Robles en las Fuerzas Armadas y el pretendido progreso de las militares.
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