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ALBERTO SURIO | D. G.
Jueves, 26 de enero 2023, 09:12
El socialismo vasco ha recibido este jueves con un duro e inesperado golpe. Ha fallecido a los 68 años Rodolfo Ares, exconsejero de Interior del Gobierno Vasco y el hombre fuerte de aquel gabinete entre 2009 y 2012 y un dirigente de gran relevancia en ... la organización del socialismo vasco y español. Un verdadero alma mater del PSE que se retiró por completo de la política al jubilarse, aunque seguía vinculado al partido de toda su vida y, en especial, a la Fundación Ramón Rubial.
«Queremos comunicar el fallecimiento de nuestro compañero Rodolfo Ares y enviar un abrazo muy fuerte a su familia. Inmenso dolor», ha comunicado el PSE en sus redes sociales a las nueve de la mañana de este jueves.
Ares nació en 1954 en un pequeño pueblo de la provincia de Ourense, en Galicia, y desde niño vino a Bilbao, en concreto, al barrio obrero de Otxarkoaga. Maestro industrial, era afiliado del partido y del sindicato UGT desde 1977. Pocos políticos vascos han tenido una trayectoria como la de Rodolfo Ares. Ocupó un escaño en el Parlamento Vasco desde 1994 hasta 2016 -salvo su etapa de consejero- y fue portavoz del partido en la Cámara entre 2000 y 2005. También fue en su tiempo concejal en el Ayuntamiento de Bilbao.
Queremos comunicar el fallecimiento de nuestro compañero Rodolfo Ares y enviar un abrazo muy fuerte a su familia. Inmenso dolor. 🌹
Socialistas Vascos - Euskal Sozialistak / ❤️ (@socialistavasco) January 26, 2023
Pero, sobre todo, fue el eje sobre el que ha girado el PSE durante dos décadas. Llegó a la secretaría de Organización en octubre de 1997 con la marcha de Ramón Jáuregui y la llegada de Nicolás Redondo Terreros a la secretaría general. Y ahí permaneció hasta 2014. Con diferentes cargos, pero siempre dirigiendo las máquinas de un partido al que quería situar en Ajuria Enea.
Capaz de volver locos a buena parte de sus compañeros, hasta sus detractores internos admiten su enorme capacidad de trabajo, su afán por colocar hasta la última silla en los mítines, por controlarlo todo. «Si no existiera, habría que inventarlo». La frase la han repetido numerosos cargos socialistas durante muchos años con una mezcla de admiración y temor.
Los interlocutores del resto de partidos le buscaban. Cualquier acuerdo con los socialistas era negociado por Ares. Él daba el visto bueno. O el malo. No ha habido un pacto que no haya fraguado. Una estrategia que no haya diseñado. Negoció con el PNV de José Antonio Ardanza, con el de Iñigo Urkullu, con el PP de Antonio Basagoiti. Y también con la izquierda abertzale y ETA. Formó con Patxi López y Jesús Eguiguren un triunvirato sin el que difícilmente se entiende la historia reciente de los socialistas vascos. Los tres se implicaron en el proceso de paz, los tres se reunieron con la izquierda abertzale en el caserío Txillarre de Elgoibar, también en Loiola; y fue Ares quien acompañó a Eguiguren a Ginebra para reunirse con representantes de la banda armada.
También era Ares el que llamaba para informar de que algún compañero había sido asesinado, que una casa del pueblo había reventado, de que ETA había hecho algún seguimiento... Cuando de madrugada sonaba el teléfono y al otro lado se oía la voz quebrada de Rodolfo, las lágrimas no tardaban en brotar.
Vio cómo López era nombrado lehendakari, su mayor éxito, y fue designado consejero de Interior. Durante su mandato, ETA anunció que dejaba las armas. También murió el aficionado del Athletic Iñigo Cabacas al recibir el impacto de una pelota de goma lanzada por la Ertzaintza. En 2014, dejó la dirección del PSE, y en 2016 decidió abandonar su escaño en el Parlamento Vasco por «motivos personales y políticos». Fue su adiós a la política, al menos en Euskadi, porque Ares saltó a Madrid para «ayudar» a Pedro Sánchez, y se convirtió en uno de los pilares del equipo del secretario general.
Su fallecimiento ha provocado una verdadera consternación en el socialismo vasco, en cuya Ejecutiva los dirigentes consultados por este periódico ponen de relieve su «capacidad de trabajo, su compromiso, su lealtad con las ideas socialistas y su profunda humanidad y compañerismo».
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