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Con una mezcla entre curiosidad, esperanza y cierto rechazo por parte de algunos sectores, recibió la sociedad española la creación del Ministerio de Igualdad en 2008, que hasta entonces solo había tenido rango de Secretaría General. A sus 31 años, Bibiana Aído se convertía en ... la ministra más joven de la historia de la democracia –récord que sigue manteniendo– y se ponía al frente de una apuesta pionera y «valiente», como ella misma definió, del presidente José Luis Rodríguez Zapatero. Hoy, la ministra Irene Montero recoge el testigo de Aído también a los 31 años, aunque en una España en la que las políticas feministas ya forman parte del día a día.
Pero en 2008 el Ministerio de Igualdad no solo tuvo valor simbólico para dar prioridad al problema de la desigualdad de género, también se dotó de contenido. Entre las burlas de la oposición por el uso de expresiones como «miembras» o por proponer proyectos como un teléfono «para que el maltratador canalizara su ira», el nuevo departamento dirigido por Aído se centró en una compleja reforma de la ley del aborto, vigente desde 1985, que fructificó con la ley de interrupción voluntaria del embarazo (conocida popularmente como 'del aborto libre').
El texto definitivo se aprobó el 3 de marzo de 2010, recibiendo críticas desde el Partido Popular, por un lado, y las asociaciones feministas, por otro, que la consideraron «insuficiente». Si en la ley de 1985 se contemplaba el aborto en los «supuestos» de violación, riesgo para la salud de la madre y posibilidad de malformaciones en el feto; la de 2010 daba libertad a la mujer para abortar durante las 14 primeras semanas de embarazo –sin necesidad de informes médicos o policiales–, y hasta la semana 22 en el caso de existir peligros para la integridad de la madre o malformaciones en el feto.
Pero el aspecto más polémico fue la posibilidad de que las menores de 16 y 17 años abortaran sin el permiso paterno, aunque con la obligación de informar a, al menos, uno de los progenitores excepto si existiera «peligro cierto de violencia intrafamiliar».
Aunque hasta entonces en el Gobierno de Zapatero no existían las tensiones que sacuden el actual Ejecutivo de coalición, este último punto si que despertó las críticas de algunos socialistas. Alfonso Guerra calificó en una entrevista en ABC al grupo formado por la titular de Igualdad o la futura Ministra de Sanidad, Leire Pajín, de «guardia pretoriana de feministas radicales no muy brillantes» de Zapatero.
En octubre de 2010, el presidente acabó, tras solo dos años de existencia, con el ministerio de Igualdad, que pasó a integrarse en el de Sanidad, bajo las riendas de Pajín.
La recuperación del departamento no se produjo hasta junio de 2018, con la llegada de Pedro Sánchez al poder tras la moción de censura. El nuevo presidente situó a Carmen Calvo como nueva ministra, cargo que compaginó con el de vicepresidenta hasta la formación del Gobierno de coalición, cuando Montero ocupó el puesto de titular de Igualdad tras el acuerdo de coalición.
55 días después de su toma de posesión, la nueva ministra ha puesto en marcha el acelerador para lograr el objetivo de llevar el martes pasado su medida estrella al Consejo de Ministros, la ley de libertades sexuales, que pretende abordar el problema de la violencia sexual tras varios episodios de violaciones grupales que han generado alarma social.
El texto propone una reforma del Código Penal para incluir como delitos el acoso callejero o también la necesidad del consentimiento expreso –el famoso 'solo sí es sí'– como requisito para mantener relaciones sexuales. Una ley para un tiempo nuevo, que también se ha topado con una férrea oposición de los rivales políticos y ha provocado diferencias en el seno del Gobierno. Los socialistas consideran que el texto contenía «defectos técnicos», mientras que los de Iglesias acusaron al PSOE de querer «paralizarla». El feminismo convertido en pieza central del poder.
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