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El PSOE salió este jueves en tromba para escenificar de modo palmario la soledad de Emiliano García-Page en el partido. Ferraz no tiene intención de tomar en su contra ningún tipo de medida disciplinaria después de que el miércoles colmara su «paciencia» al afirmar ... que, con los últimos retoques en la ley de amnistía -que introducen una definición de terrorismo a la medida para blindar a Carles Puigdemont-, su formación se ha situado ya en «el extrarradio de la Constitución». No lo hará, entre otras cosas, para no convertirlo en un 'mártir'. «Probablemente es lo que persigue», esgrimen fuentes de la dirección. Su manera de castigarlo fue más sutil. Desde la vicesecretaria general del partido, María Jesús Montero, a barones en retirada y a la espera de nuevo destino, como el valenciano Ximo Puig, pasando por ministros o incluso exdirigentes como Pepe Blanco afearon públicamente su conducta.
Que no hay nadie en el actual PSOE dispuesto a hacer seguidismo del presidente castellanomanchego no es ninguna novedad. El único dirigente que compartía su aversión a los pactos con el independentismo, y su voluntad de no morderse nunca la lengua, era el aragonés Javier Lambán, ahora gravemente enfermo. Antaño, el extremeño Guillermo Fernández Vara también solía elevar la voz cuando consideraba que se estaba pisando algua línea roja, pero desde que Sánchez venció a Susana Díaz en las primarias 'guerracivilescas' de 2017 decidió acatar disciplinadamente las decisiones de su secretario general. Como el grueso de la formación. Que hace tiempo que existe malestar interno tanto por las cosas que Page dice como por cómo lo dice, sin miramientos ni paños calientes, tampoco es ningún descubrimiento. Pero esta es la primera vez que de forma un tanto abrumadora se lo dicen 'a la cara' y que abiertamente le acusan de estar haciendo el juego al PP. «Me apena que Emiliano salga a contestar a su propio partido y no a un partido que deslegitima las instituciones de España», dijo en declaraciones a Navarra TV el secretario de Organización, Santos Cerdán. «No comparto una estrategia en la que la notoriedad se hace a partir de la discrepancia. Creo que ese no es el camino», lo reprendió a su vez la número dos del PSOE.
Casi para darles la razón, el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, se apresuró a suscribir punto por punto las consideraciones realizadas la víspera por el díscolo barón socialista. «A los líderes territoriales de un partido no se les debe humillar y, mucho menos, a un presidente autonómico que es el único que le ha ganado por mayoría unas elecciones al Partido Socialista», dijo haciendo alusión a que Page es, como él mismo se encargó también de subrayar cuando le empezaron a llover los reproches, el único presidente del PSOE de los tres que sobrevivieron a las elecciones de mayo que ganó por mayoría absoluta.
María Jesús Montero
Vicesecretaria general del PSOE
Alberto Núñez Feijóo
Presidente del PP
Tampoco mejoró las cosas de cara a la reacción del partido el hecho de que trascendiera la confesión que, durante su visita a Fitur, Page había hecho el miércoles a los tres presidentes autonómicos del PP -el andaluz Juanma Moreno; el valenciano Carlos Mazón; y el murciano Fernando López Miras- con los que llegó a un acuerdo para reclamar al Ejecutivo 3.000 millones de euro por la «infrafinanciación» de sus comunidades. En unas imágenes captadas por Antena 3 se le puede escuchar lamentándose: «A mí están a punto prácticamente de extraditarme». Y a Mazón respondiendo con ironía: «Pero no pasa nada, luego te dan la amnistía».
A la insinuación de Moreno de que en el fondo Page disfruta con ser la voz discordante en su partido, el barón socialista replicó, no obstante, con seriedad: «Yo sufro... no te lo imaginas. Lo que ha hecho el PSOE es de una tensión máxima, echar a todo Dios que se le opone...».
Está por ver que la reprimenda, completada con tirones de orejas más o menos comedidos y peticiones de lealtad de colegas como el líder de los socialistas castellanoleoneses, Luis Tudanca, el citado Puig o el gallego José Ramón Gómez Besteiro -que este jueves vio opacada por la polémica la puesta de largo de su proyecto para la Xunta en Madrid- tenga efecto a largo plazo. De momento, más que rectificar, Page, se limitó ayer a defender su actitud e intentar rebajar tensiones. «Coincido y mucho con la política social y económica del Gobierno. Discrepo claramente con el tema territorial y con los independentistas. Mi adversario no es ningún socialista -aseguró-, son los independentistas».
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