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El equipo de ministros económicos de Pedro Sánchez quiso desatascar el conflicto con los empresarios desde el mismo momento en el que asumieron el cargo, con el tradicional acto de traspaso de carteras el martes. Saben que es difícil recomponer unas relaciones mermadas tras meses ... en los que las llamadas de atención, las advertencias y los reproches entre el Ejecutivo y la patronal han elevado la tensión prácticamente desde el inicio de la precampaña de las elecciones autonómicas y municipales en abril pasado, y casi hasta la semana pasada cuando la CEOE atacó con dureza los pactos rubricados entre el PSOE y sus socios independentistas para conseguir la investidura de Pedro Sánchez.
La vicepresidenta primera, Nadia Calviño, se valió del traspaso de la competencia de Comercio –junto a las de Economía y Empresa– para afirmar que este cambio aprobado por el presidente del Gobierno «va a permitir articular mejor la política de atracción de inversiones estratégicas». Lo apuntó tras las críticas de PP y Vox a cuenta de la polémica ley de amnistía porque puede denigrar, a su juicio, la imagen de España por la inseguridad jurídica.
Nadia Calviño
Vicepresidenta primera
Calviño insistió en que «el impulso al emprendimiento va a ser una prioridad de este ministerio». Lo hizo con el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, mirándola atentamente desde el auditorio. El líder de la patronal ya había advertido este lunes de que no le interesan tanto «quiénes son los ministros» como las políticas que van a aplicar ahora.
También la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, enarboló la que considera su principal arma: el diálogo, a pesar de la decadente relación que ha tenido con los empresarios en el último año. Para ello se aferró a esa negociación con patronal y sindicatos para anticipar las que serán sus primeras medidas a corto plazo: la nueva subida del salario mínimo en 2024, para lo que convocará «de manera inmediata» a los agentes sociales. Se trata en un claro guiño después de las críticas recibidas por haber acordado algunas de las últimas alzas del SMI sin consultarles, a pesar de los acuerdos a los que sí llegó en la primera parte de la anterior legislatura.
José Luis Escrivá
Ministro de Transición Digital
La vicepresidenta recordó que va a «impulsar una nueva ola de derechos laborales que se consagrarán en el Estatuto de los Trabajadores del siglo XXI». Tendrá como principal eje la reducción de la jornada laboral a 37,5 horas tras casi cuatro décadas sin tocarse, según el pacto alcanzado entre el PSOE y Sumar.
Con el mono tecnológico recién puesto, y la lección de su nuevo cargo escrupulosamente aprendida, el ministro de Transformación Digital (una anterior Secretaría de Estado de Calviño), José Luis Escrivá, también interpeló a todos esos inversores extranjeros que miran de reojo a España, convulsionada en las últimas semanas por las negociaciones con Carles Puigdemont y los altercados en algunas manifestaciones frente a sedes del PSOE. Para despejar cualquier duda, Escrivá puso su granito de arena a la consigna de diálogo al apostar por aprovechar el potencial de la inteligencia artificial y de la transformación digital «para potenciar el crecimiento de la economía a través de la atracción de empresas y de talento».
Aunque buena parte de las miradas le están dirigiendo hacia una posible sustitución de Calviño como ministro de Economía si la vicepresidenta consigue ponerse al frente del Banco Europeo de Inversiones (BEI), Escrivá evitó hacer cualquier mención a lo que puede suceder en apenas dos semanas. El próximo 8 de diciembre será el día en el que los socios europeos elijan a la presidenta del organismo con sede en Luxemburgo. El ya exministro de Seguridad Social se limitó a relatar lo que está por hacer en su nuevo deparmento: inteligencia artificial, despliegue de las redes 5G o la reducción de la brecha digital tanto por edades como entre zonas urbanas y rurales.
La de los problemas de las citas en organismos públicos como la Seguridad Social o el SEPE será una de las tareas que Escrivá tendrá encima de su mesa desde hoy mismo. Una patata caliente que el ministro conoce a la perfección, después de meses de problemas de muchos ciudadanos para conseguir que les atiendan en las oficinas para gestionar sus pensiones.
El presidente del Gobierno ya hizo mención en su discurso de investidura a este compromiso, que pasa por «establecer un nuevo modelo de atención presencial a la ciudadanía con horarios flexibles y sin cita previa obligatoria».
La sustituta de Escrivá al frente de Seguridad Social, la navarra Elma Saiz, asumió su cartera definiéndose como una «firme defensora del diálogo social y de los consensos» que tiene como principal meta «hacer una política útil para cambiar la vida de las personas». Sabe perfectamente la complejidad de su tarea en un ministerio que –como reconoce ella misma– tiene un «amplio impacto en la vida de las personas», con cuestiones tan sensibles como las pensiones, el empleo o el ingreso mínimo vital.
Elma Saiz
Ministra de Seguridad Social
«Qué mejor ministerio que este para seguir mejorando la vida de las personas», presumió durante el acto en el que Escrivá le entregó la cartera que gestiona la mayor partida de gasto del Estado, un 40% del Presupuesto.
Saiz explicó que en esta legislatura seguirá desplegando la reforma de las pensiones aprobada por el anterior Gobierno. Pero no hizo mención alguna en su discurso a otra tarea que Sánchez le ha encomendado tras sus pactos con el PNV: la transferencia de la gestión de la Seguridad Social al País Vasco. Después, a preguntas de los periodistas, sí negó que este acuerdo contemple «ruptura alguna de la caja única de la Seguridad Social, para nada».
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