De la noche al día. Hasta el punto de no parecer siquiera la misma persona. El Víctor de Aldama chulo y desafiante que compareció el pasado 10 de octubre ante el juez Santiago Pedraz por el multimillonario fraude de los hidrocarburos –y a cuyo interrogatorio ... íntegro ha tenido acceso este periódico este martes- no tiene nada que ver con el Víctor de Aldama de tono moderado y colaborador que el 21 de noviembre, tras 40 días en prisión, se presentó ante el magistrado Ismael Moreno dispuesto a tirar de la manta tras alcanzar un acuerdo con el fiscal Anticorrupción, Luis Pastor, para salir de prisión.
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El 10 de octubre, tras ser capturado acusado de haber estafado a Hacienda más de 180 millones en el IVA de la venta de hidrocarburos, el conseguidor se presentó en la Audiencia Nacional con una actitud retadora, casi jactanciosa. Igual, como había sido detenido en febrero por su implicación en la 'trama Koldo' y había quedado en libertad, se esperaba que su paso por los calabozos del tribunal de la calle Génova fuera cuestión de horas. Su prepotencia, que luego desaparecería al mes siguiente y tras su paso por prisión, le llevó incluso a aconsejar al fiscal Pastor cómo interrogarle... «La pregunta no debería de ser así. Usted debía preguntarme…», le dijo con prepotencia al fiscal que minutos después pidió (y consiguió) que le enviaran a la cárcel sin fianza.
En ese interrogatorio De Aldama lo negó todo. Básicamente insistió ante la saciedad en que no tenía «ninguna relación» con Villafuel, la empresa de su amigo y testaferro Claudio Rivas, en el centro de la trama de los hidrocarburos. De forma displicente llegó a calificar de «broma» que la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil le acusara de ejercer un control «real e indirecto» en esta firma. «Yo no tengo nada que ver con Villafuel», afirmó en repetidas ocasiones. «Para nada», fue su cortante respuesta cuando le preguntaron sobre su supuesta integración en una estructura para defraudar millones de euros con el IVA.
Aquella actitud chulesca y su negativa a reconocer lo más mínimo, le llevaron directo a Soto del Real. El 21 de noviembre, sus horas de declaración admitiendo ser el cabecilla de una enorme trama corrupta que salpica al Gobierno y al PSOE, sin embargo le valieron para abandonar la cárcel a la que no ha vuelto, aunque sus promesas de pruebas contundentes para avalar sus graves acusaciones todavía no se han cumplido.
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