Foto del 'bodegón' presentado por la Policía en marzo de 2017, dos meses después del registro en 'Cantábrico Militaria', en los que se ocultaron las piezas históricas o el detalle de que todas las armas estaban totalmente inutilizadas. R.C.

El mayor golpe contra el tráfico de armas se queda en pólvora mojada

Tras cinco años de instrucción y tres meses en la cárcel, la justicia archiva todos los cargos contra los dueños de la armería vizcaína acusados de abastecer a terroristas y el crimen organizado

Lunes, 18 de julio 2022, 06:59

La RAE define bluf como un «montaje propagandístico destinado a crear prestigio que posteriormente se revela falso». Con esta premisa, el supuesto mayor golpe contra el tráfico de armas de la historia reciente de España ha acabado por convertirse en uno de los mayores bluf ... de la historia del Cuerpo Nacional de Policía. Cinco años después de la denominada 'operación Portu', el macro operativo de la Comisaría General de Información en la armería 'Cantábrico Militaria' de Getxo en enero de 2017, todo ha quedado en nada a pesar de las gravísimas acusaciones que el Ministerio del Interior vertió contra los dueños de aquel negocio, que acabaron pasando tres meses en prisión preventiva, mientras los peritos de la policía intentaban, sin éxito, encontrar una sola arma en situación irregular entre el formidable arsenal intervenido.

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Sí, finalmente fueron 10.622 piezas las incautadas, pero todas y cada una de ellas inutilizadas de forma legal, catalogadas como piezas antiguas al ser anteriores a 1890 o ser armas de una tremenda carga histórica, que incluso han sido prestadas para exposiciones sobre la Guerra Civil.

La pesadilla para los dueños de 'Cantábrico Militaria' acabó el pasado enero cuando el titular del Juzgado de Instrucción número 2 de Getxo dictó el sobreseimiento libre de la causa, tras hacer suyos los argumentos de la Fiscalía de que la «colosal operación policial» había sido «desbaratada punto por punto» por los peritos de las defensas.

Nada de nada de las acusaciones judiciales de tráfico, depósito y tenencia ilegal de armas. Pero tampoco nada de nada de los altisonantes comunicados públicos del Ministerio del Interior, Moncloa y Europol en los que se anunció el 12 de enero de 2017 la «desarticulación de una organización criminal a la que se han incautado miles de armas de guerra listas para su venta en el mercado negro internacional a grupos terroristas y delincuencia organizada».

'Bodegón' en un hangar

Todavía en marzo de 2017, y con los dueños de 'Cantábrico Militaria' aun en prisión, la Policía Nacional, que nunca quiso llevar sus investigaciones ante la Audiencia Nacional a pesar de la supuesta envergadura del golpe y de los supuestos vínculos con el terrorismo y el crimen organizado, montó en un hangar de Vizcaya una exposición de unas armas, que insistía, eran «fácilmente reactivables» por lo que tenían una «fácil salida al mercado negro». Interior, dos meses después de que se desatara las 'operación Portu', reiteraba que los más de 9.000 cetmes, el otro millar de fusiles o las innumerables pistolas y revólveres estaban listos para su «reparación y transformación en armas de fuego». 450 granadas rompedoras de mortero y munición fueron mostradas a la prensa en unos 'bodegones' con aire a conflicto armado, en los que, sin embargo, no se mostraron los «cacharros», las piezas de museo o de coleccionista, algunas del siglo XIX e imposibles de ser usadas. Y menos en un atentado terrorista.

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Arriba, imagen del peritaje que certificaba que también las últimas armas que la Policía Nacional consideraba reactivables en realidad eran piezas de colección inutilizadas o piezas inservibles. Abajo a la izquierda una 'Garrucha' que tiene 150 años. Ni disparaba ni hay munición en el mercado. Abajo a la derecha, un lanzabengalas comercial, que el el CNP alegaba ser una arma de fabricación casera R.C.

Para entonces, según reconocen algunos de los operativos que participaron en aquella operación, habían surgido enormes dudas: todos los fusiles tenían sus respectivas partidas de inutilización; no se había encontrado una sola pieza ilegal para 'resucitar' armas (las denominadas piezas fundamentales); todos los cañones, como marca la ley, estaban perfectamente agujerados e imposibles de recuperar sin una maquinaria que solo existiría en la propia fábrica… Pero alguien, en la Comisaría General de Información decidió una «huida hacia adelante» a pesar de las evidencias, según coinciden en señalar diversas fuentes del caso.

La táctica de la Policía, consciente de que todo el golpe estaba quedando en pólvora mojada, fue, a través de interminables peritajes, tratar de buscar pruebas de que las armas podían llegar a reactivarse. Pero ya conocían el historial de esas piezas, porque su trayectoria era bien conocida. Muchas de esas armas habían servido como atrezzo en multitud de producciones nacionales como «El Laberinto del Fauno», «23 F», «Fuego», «Lasa y Zabala», «Los Últimos de Filipinas» o «Gernika». Otras eran joyas conocidas por todos los coleccionistas, como espadas japonesas de la batalla de Cagayán de 1582 (en la que los tercios españoles se enfrentaron a samuráis en Filipinas) o una pistola del presidente de la Segunda República Manuel Azaña.

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La justicia ordenó en febrero de 2021 que las armas fueran devueltas a sus legítimos dueños. Las piezas, que habían permanecido durante meses abandonadas en contenedores sin ningún cuidado, poco a poco fueron entregadas a 'Cantábrico Militaria'.

Peligroso lanzabengalas

Pero ni aun así la Comisaría General de Información tiró la toalla. Los agentes se quedaron con nueve de las 12.000, insistiendo en que, al menos esas, sí que eran ilegales. También esa batalla la perdió la Policía. Los informes periciales zanjaron que también esas piezas eran antiguas o inutilizadas. Siete eran anteriores a 1890, o sea piezas de coleccionistas. Otra 'peligrosa' arma era un lanzador de bengalas náuticas. Y la última con la que la Policía quiso vincular a 'Cantábrico Militaria' con el tráfico internacional de armas era un subfusil Erma de la Guerra Civil perteneciente al escritor Avellís Artís Gener, usado en la batalla de Teruel en 1938, y que incluso había sido exhibido en 2012 en una muestra sobre el Regimiento de Infantería Ligera Garellano Nº 45.

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El tremendo bluf de la 'operación Portu' se había completado.

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