Un matrimonio de etarras estrena el permiso para compartir celda en cárceles vascas

Se trata de un hecho único y avalado por el Gobierno vasco, responsable de la gestión de estas infraestructuras penitenciarias desde octubre de 2021. Este matrimonio enfila la recta final de sus respectivas condenas por su pertenencia a la banda terrorista ETA. Y al igual que otro buen número de reclusos en esta instalación, ambos salen al exterior cada mañana. En su caso, acuden a unas clases para formarse de cara a aspirar a acceder al mercado laboral cuando obtengan la libertad.

La diferencia con el resto de internos de Zaballa –alrededor de 800 personas– radica en que, a su regreso, vuelven a reencontrarse en la llamada sección abierta, donde pernoctan tanto hombres como mujeres. En ese módulo, esta pareja ocupa la misma celda, de 13 metros cuadrados. Mientras que el resto lo hace en galerías diferenciadas por sexo.

Consultado por este periódico, el Departamento vasco de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales admite la situación, aunque le resta importancia. La enmarca en que «desde 2020 todos los módulos auxiliares son mixtos». Medios penitenciarios y judiciales acotan que, a la hora de dormir, los demás presos «son distribuidos en galerías diferenciadas por sexo y se hallan en diferentes plantas».

La única razón esgrimida por el Gobierno vasco para este 'experimento' es que Mardones y Oña, oriundos de Barakaldo y nacidos en 1979 y 1976, respectivamente, solicitaron su reagrupación en base a su situación sentimental. Al parecer ya eran pareja a principios de los 2000, cuando trataron de reconstituir el comando Bizkaia y emboscaron a una patrulla de la Ertzaintza en el puerto alavés de Herrera.

En aquel atentado, su compañero Arkaitz Otazua falleció en el tiroteo con los agentes. Mardones fue condenado a un global de 25 años. Su pareja recibió una pena similar. Llevan entre rejas desde 2004.