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Álvaro Muñoz
Domingo, 29 de octubre 2023, 09:59
Nadie quiere hablar, pero todo el mundo habla. Lo comentan. Se rodean de preguntas y de incógnitas aún sin respuesta, a la espera de que la Guardia Civil avance en la investigación. Antes de rematar las pesquisas, las elucubraciones son eternas en el alfoz de ... Zamora sobre el ataque mortal de una jauría de perros a Arancha Corcero, natural de Roales de Pan y de 27 años, en el camino de la Pollada, en el término municipal de La Hiniesta en la tarde del pasado martes.
Dos pueblos que desde el martes por la noche lloran la muerte de Arancha y que tienen ahora el temor de que ese dolor se transforme en rabia. En rabia centrada en la figura de Pedro, el dueño de esos perros y de las ovejas ubicadas en un terreno cercado con alambres a escasos metros del camino agrícola donde tuvo lugar el incidente. Dos municipios golpeados por el drama y en el que solo en uno, en Roales del Pan, se ve la bandera de España, junto a un crespón negro, a media asta. Es la escenificación del dolor para acompañar a la familia de Arancha y en la que, en ese mar de dudas, se inquietan para saber qué pasó ese martes. A escasos dos kilómetros de esa bandera, en La Hiniesta, lamentan lo sucedido pero «hay quienes brindan, sin cuestionarse los porqués, su apoyo a Pedro y a su familia».
48 horas después del trágico desenlace la meteorología muestra el sentir de los dos municipios. La lluvia, por momentos incesante, encharca más los caminos mientras el Seprona intensifica las labores de captura del cachorro, de unos seis meses, que desde el día del ataque merodea la zona sin ser capturado. Junto al despliegue de medios de la Guardia Civil, con al menos tres patrullas en la zona, se hallaba Pedro, quien se había trasladado a la zona con su Mercedes.
Llevan toda la mañana a la espera de darle caza hasta que al mediodía logran el objetivo, para que este, junto al resto de la jauría, sea trasladado al centro canino de La Yosa en Simancas a la espera de una orden judicial para, tal vez, ser sacrificados.
La captura del cachorro dejó la escena del crimen en un erial. Solo las roderas de los vehículos, que acumulaban agua con el paso de los minutos, mostraban el trajín de las horas previas. Las ovejas, como en esa fatídica tarde, volvían a quedarse solas. En esta ocasión sin la guarda de perros. Y así fue durante al menos una hora, tiempo en el que Pedro, abatido, volvió a su terreno.
David García
Alcalde de Roales del Pan (Zamora)
Acompañado de su mujer, el pastor regresó con un perro en la parte trasera del coche con el objetivo de volver a preservar su rebaño de ovejas. Encaró el camino agrícola de la Pollada con el coche para hacer una breve parada en paralelo a su finca. Fueron diez segundos de estacionamiento para seguir, a continuación, unos metros y maniobrar en la linde con otro terreno y colocar su vehículo en dirección a La Hiniesta. Tras bajarse, Pedro, ataviado con botas de agua, ropa de abrigo y gorra en un día nublado, deniega hacer cualquier tipo de declaración, pero no esconde su estado anímico bajo la lluvia. «Estoy muy mal», refleja contrariado, a la par que su mujer, que se asomó desde el asiento del copiloto, insiste «en que les deje tranquilos» ante una situación complicada que podría derivar en una posible imputación por homicidio imprudente. Todo eso será cuando la Guardia Civil remita al juzgado el informe final de la investigación.
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