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El debate y aprobación de la ley de amnistía elevó ayer el medidor de pendencias del Congreso a su máximo registro. El nivel de tensión acumulado en esta legislatura estalló al final de la intervención de Santiago Abascal, cuando el parlamentario de Sumar Gerardo Pisarello ... pidió la palabra «por alusiones personales» después de que el líder de Vox censurara las «lágrimas de cocodrilo por Gaza». Esta le fue concedida por parte de Francina Armengol y el parlamentario usó su tiempo para devolver el golpe a Abascal llamado a su partido «organización de señoritos que viven del cuento». En ese momento, varios diputados de dicha formación le llamaron «sudaca», «tucumano»–Pisarello nació en Argentina– y «traidor».
«No aceptamos ninguna lección de los que han ido a rendir pleitesía al carnicero de Rafah», continuó el diputado de Sumar en referencia a la vista de Abascal aIsrael para reunirse con Benjanín Netanyahu el martes.
En medio de una monumental bronca que iba 'in crescendo', el parlamentario de Vox José Figaredo trató también de pedir a la presidenta del Congreso el turno de palabra por alusiones a su formación , pero esta, mostrando un criterio distinto al que había mantenido segundos antes con el diputado de Sumar se lo negó. Y la bronca terminó de armarse. «Intentemos no dar este espectáculo porque la gente no se lo merece. Esta mala educación no lleva a ningún sitio», prosiguió Armengol, entre coros de «fuera, fuera» por parte de toda la bancada de Vox.
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Seguidamente se desató una batalla de insultos entre diputados de Vox y de Sumar con gritos cruzados. La presidenta de la Cámara tuvo que llamar al orden a varios parlamentarios mientras seguían volando las descalificaciones y el portavoz socialista, Artemi Rallo, al que correspondía el turno de palabra en ese momento, no podía empezar su discurso.
La tempestad amainó en el hemiciclo y Rallo pudo empezar a hablar, pero sus palabras fueron gasolina para avivar el incendio. En sus primeros minutos llamó «neofascistas» y «filonazis» a los diputados de Vox, lo que desató nuevas protestas.
El otro momento de tensión fue se produjo durante la votación, a viva voz, de los miembros del Gobierno que también ostentan el cargo de diputado, a los que, por protocolo, corresponde votar al final, antes que lo hagan los miembros de la Mesa. Empezó Pedro Sánchez, cuyo «sí» fue acompañado por numerosos gritos de «traidor», como así sucedió en el caso de las vicepresidentas primera y segunda, María Jesús Montero y Yolanda Díaz, respectivamente, y del ministro de Justicia, Félix Bolaños. Yasí sucesivamente. «Es un día importante», dijo a la prensa la propia Montero a la salida del hemicilo. «Para la traición es cojonudo», espetó por detrás el diputado de Vox Carlos H. Quero.
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