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Miles de personas, en torno a 60.000 según la Guardia Urbana, se manifestaron este miércoles en Barcelona a favor de la independencia, entre gritos de «puta España» y proclamas pidiendo «unidad» y reivindicando la figura de Carles Puigdemont. La cifra de asistencia es la ... más baja desde el inicio del 'procés', sin tener en cuenta los ejercicios condicionados por la pandemia. El año pasado, acudieron a la protesta secesionista en torno a 115.000 personas, frente a las 150.000 de 2022 o las 59.000 de 2020, la edición que estuvo marcada por el covid.
Ante la previsión de que la afluencia pudiera resentirse aun más, las entidades organizadores de la manifestación –la ANC y Ómnium Cultural, entre otras– diseñaron esta vez una Diada descentralizada, con protestas en cinco ciudades: Barcelona, Tarragona, Lleida, Girona y Tortosa. Entre todas, sumaron 70.000 manifestantes. Es el 10% o incluso menos que la cifra de los años calientes del 'procés'.
Una parte menguante del independentismo mantiene su voluntad de salir a la calle el 11-S, pero el contexto ha cambiado por completo. El Govern ya no lo preside un dirigente secesionista sino el primer secretario del PSC y el Parlament ya no tiene mayoría nacionalista como en los últimos 40 años. La manifestación de la Diada, convertida en una tradición, carece de la capacidad de influir que tuvo en la década pasada. El «president posi les urnes» de la expresidenta de la Cámara Carme Forcadell queda muy lejos.
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Con la investidura de Illa, Cataluña ha iniciado una nueva fase, marcada por el acuerdo entre una fuerza no soberanista, el PSC, y una independentista, ERC. Así, la división en el campo secesionista marcó los discursos que pronunciaron los dirigentes de la ANC y Ómnium, que llamaron a los partidos nacionalistas a aparcar las batallas internas, dejar de «despellejarse» y empezar a trazar una estrategia común. El manifiesto final de la manifestación cargó contra los partidos (sin citar nombres) por facilitar la investidura de Salvador Illa. «La batalla permanente y las disputas electoralistas nos han llevado a tener una Generalitat españolista, que hace días se arrodilló ante Felipe VI», aseguró el presidente de Òmnium, Xavier Antich.
ERC y Junts, de hecho, mantuvieron ayer una dura pugna durante los diferentes actos de la Diada. Los republicanos culparon a los de Puigdemont de la pérdida de la mayoría en el Parlament, mientras que los junteros acusan a los republicanos de haber dinamitado la unidad nacionalista al pactar con el PSC. Junts imputa además a ERC haberse dejado engañar a cambio de un concierto económico que no ve como tal.
Lluís Llach, presidente de la ANC, llamó a la unidad de las fuerzas nacionalistas. «Hemos salido a la calle, porque no nos han pacificado», afirmó el cantautor. «Vale de lamernos las heridas, hay que organizarse para trabajar todos juntos por la independencia», dijo. «Aquí no se rinde nadie», advirtió, tanto a las formaciones de su trinchera como al presidente de la Generalitat y al Gobierno. La sociedad civil independentista ha conseguido aparcar sus diferencias –la ANC y Òmnium también han estado muy distanciadas– y ayer trataron de dar un toque de atención a los partidos de cara a los congresos internos que tienen que celebrar en las próximas semanas. El independentismo ha encendido las señales de alerta, pues teme que la etapa socialista en el Govern no se limite a una única legislatura.
La de ayer fue una Diada de estrenos. El de Salvador Illa como presidente de la Generalitat en su primer 11-S, tras ser investido con los votos de ERC y los comunes. El Govern llevaba casi tres lustros aprovechando la fiesta del 11-S para cargar contra España y para reivindicar la secesión y la autodeterminación. Illa se mantuvo ayer en una posición institucional. Presidió los actos oficiales y se reunió con la presidenta del Congreso.
Y se estrenaba también Lluís Llach como presidente de la ANC. Su discurso fue el menos incendiario de las últimas Diadas en cuanto al máximo responsable de la ANC se refiere. En los días previos, había cargado con dureza contra ERC por haber pactado con Illa. Hubo alguna referencia hacia los republicanos durante la marcha de la protesta, pero en general el ambiente hostil hacia ERC no fue el de años anteriores
La Diada empezó, de hecho, con tensión entre los diferentes grupos independentistas. La tradicional ofrenda floral en el Fossar de les Moreres en Barcelona, acabó el martes por la noche en bronca cuando intervino Esquerra. Los republicanos fueron recibidos con pitos y gritos de 'botiflers'. La pitada se repitió a primera hora de ayer en la ofrenda floral en el monumento a Rafael Casanova. En cambio, en este mismo acto, el Govern no recibió ningún silbido.
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