El expresidente de ERC y aspirante a volver a dirigir el partido, Oriol Junqueras, rompió ayer su silencio, dos días después de que la formación republicana hiciera público el preacuerdo que ha suscrito con el PSC para investir a Salvador Illa y en pleno debate ... interno entre la militancia sobre si avalar o no la decisión de la cúpula.
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Su posición es clave de cara a la consulta convocada mañana entre las bases para ratificar el pacto con los socialistas porque es el líder moral de Esquerra. Junqueras, que opta a ser reelegido presidente de la formación, evitó el respaldo explícito al acuerdo, aunque tampoco lo rechazó. Se mantuvo en la equidistancia a pesar de que su entorno está haciendo campaña en favor del acuerdo, lo que puede ser indicativo de que las fuerzas entre las bases están muy igualadas y se cuida en salud por si los militantes se revuelven contra la dirección y le toca recoger cable. En cualquier caso, dio a entender que Illa será investido. Fuentes del sector crítico están convencidas, sin embargo, de que lograrán tumbar el acuerdo. Al otro lado, un grupo de 25 alcaldes republicanos firmaron ayer un manifiesto apoyando la alianza con el PSC.
«Todo el respeto por el trabajo realizado por el equipo negociador encabezado por Marta Rovira y por el contenido del preacuerdo», escribió Junqueras en las redes sociales. Como militante, podía haber anticipado el signo de su voto, pero no lo hizo. «Este viernes la militancia tiene la palabra y decidirá lo mejor para el país y para avanzar hacia la independencia», constató. Pero sí se sumó a las «dudas expresadas por parte de muchos compañeros sobre los acuerdos y su cumplimiento por parte del PSOE y PSC». En todo caso, y en el supuesto de que las bases den el definitivo espaldarazo a la entente y él tenga que gestionarla si es reelegido líder de su partido en noviembre, Junqueras avisó de que el apoyo a ERC al Govern de Ila y al Gobierno de Sánchez «se tendrá que ir validando con el desarrollo del acuerdo y retirarse explícitamente en caso de incumplimiento».
Junqueras marca distancias con la ejecutiva forjadora del pacto. La guerra por el control de ERCentre 'roviristas' y 'junqueristas' está siendo muy dura. El expresidente no ha querido quemarse pensando en la batalla que librará en el congreso del partido de noviembre. Quiere llegar sin la mochila de ser el responsable de investir a Illa.
La cúpula republicana, en cambio, está haciendo campaña entre la militancia para que vote a favor de la elección del candidato socialista. Y se esfuerza en tratar de trasladar a las bases que el preacuerdo suscrito es más que una mera declaración de intenciones, que no es un brindis al sol y que existe el «compromiso explícito» del PSOE de ponerlo en marcha. El pacto no incluye fechas. Solo una: la de 2025, que es cuando la comisión bilateral entre el Estado y la Generalitat debería formalizar la aplicación de lo acordado. Según los republicanos, la declaración de la Renta de ese ejercicio debería llevarla a cabo la Agencia Tributaria catalana.
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La consejera de Economía, Natália Mas, fue ayer aún más lejos y, frente a los que desde Junts o la ANC califican el preacuerdo como puro humo, situó en un plazo de un lustro el traspaso a la Administración catalana de la recaudación, gestión y liquidación de todos los impuestos. Primero será el IRPF, luego Sociedades y por último, el IVA. «En cinco años deberíamos tener todas las figuras fiscales incorporadas», afirmó en Catalunya Ràdio. De cumplirse el traspaso inicial del IRPF, el Govern cree que en 2026 ya recaudará el 53% de los impuestos, frente al 9% actual. Se trata, según Mas, de un «traspaso gradual y acelerado», aunque admitió que será «complejo y laborioso».
La otra duda que sobrevuela sobre el preacuerdo es el de su viabilidad política y parlamentaria. Nacionalistas con el BNG y Compromís han exigido ya el mismo trato para Galicia y la Comunidad Valenciana, mientras Junts ha desmontado el pacto punto por punto para trivializarlo. La consejera Mas dijo ayer que la mayoría para reformar la Lofca aún tienen que construirla, pero consideró que es posible teniendo en cuenta que el modelo pactado para Cataluña podría servir para otras autonomías.
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Mientras se suceden las reuniones territoriales de las bases de ERC, aumenta la tensión. Quien más está ejerciendo la presión sobre los republicanos es la Asamblea Nacional Catalana, lo cual puede llegar a ser contraproducente para los intereses que persigue, pues la entidad soberanista lleva años enemistada con Esquerra y ha perdido la influencia de antaño. Su presidente, Lluís Llach, alineado con Carles Puigdemont, reclamó ayer a ERC que permita nuevas elecciones por «dignidad». Puigdemont, que amenaza con reventar la investidura de Illa con su regreso, aboga por la repetición electoral para intentar reeditar una alianza nacionalista. Llach acusa a la dirección de Esquerra de rendirse para acatar el autonomismo, lo que abrirá una fractura en el secesionismo.
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