El auto por el que se autorizó el registro en la casa de Yassine Kanjaa es una crónica sucinta del horror que se vivió en Algeciras la tarde noche de este miércoles 25 de enero. El magistrado de refuerzo del Juzgado de Instrucción 6 de ... la Audiencia Nacional, Joaquín Elías Gadea, califica provisionalmente los hechos de «asesinato y lesiones con instrumento peligroso con fines terroristas» al considerar que las acciones de Yassine podrían estar relacionadas con el «salafismo yihadista». Así describe lo ocurrido.
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El auto, al que ha tenido acceso este diario, detalla que el joven accedió sobre las 18.30 horas al interior de la capilla de San Isidro, situada en la plaza del mismo nombre. Dice el juez que se desconocen las intenciones con las que entró, pero que en ese instante se inició una discusión con los allí presentes. «La única religión que hay que seguir es la religión islámica», dijo a los feligreses, según el documento judicial. De la capilla se marchó «profiriendo mensajes en árabe» cuyo contenido se desconocen.
A las 19.40 horas, Yassine regresó. Desde el interior del templo, los parroquianos escucharon cómo alguien ubicado en el exterior gritaba en árabe. Al terminar la misa, el padre Antonio Rodrigo bajó del púlpito para ver qué estaba pasando, «instante en el que el investigado, portando en su mano un machete de grandes dimensiones y de forma súbita, agredió al sacerdote causándole lesiones de gran gravedad», detalla el auto del juez. «Igualmente, también intentó atacar a uno de los testigos».
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Melchor Sáiz-Pardo Juan Cano Sara I. Belled
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Tras huir del lugar de los hechos, Yassine presuntamente se dirigió a otro centro de culto católico, explica el magistrado, en concreto la iglesia de La Palma, en la plaza Alta, en pleno centro de Algeciras y situada a unos 300 metros de la capilla de San Isidro. Allí se encontró con el sacristán, Diego Valencia, que estaba saliendo por una puerta trasera tras la celebración de la misa.
«En ese instante, Yassine Kanjaa inicia varias acometidas sobre el mismo, causándole unas primeras lesiones», describe el juez, «si bien el ahora fallecido intenta huir, dirigiéndose a la plaza Alta». Hasta allí lo persiguió el joven. «[...] En el centro de esa plaza es alcanzado por el atacante, quien una vez que le tiene en el suelo, sujeta la catana con ambas manos y alzando la mirada al cielo y gritando unas palabras en árabe entre las que se escucha Alá le asesta una última estocada mortal».
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Tras el asesinato, «de forma muy tranquila» se dirigió a la ermita Europa, situada a menos de 100 metros de la iglesia, e intentó entrar. Al no conseguirlo, se quedó allí y en ese mismo instante fue detenido por la Policía Local sin oponer resistencia alguna. Una vez arrestado, cuando se le trasladó al centro médico para recibir asistencia, gritó en reiteradas ocasiones Alá Akbar (Dios es grande).
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