María Díaz de la Cebosa
María Díaz de la Cebosa
La fundación RFK Human Rights, creada en 1968 por amigos y familiares del senador Robert F. Kennedy -asesinado ese año- para promover su legado moral y la lucha por un mundo más justo y más pacífico, dio en 2018 el paso de crear en España ... una división propia de la entidad -hay otras en Suiza, Reino Unido o Italia-. Su presidenta, María Díaz de la Cebosa, relata cómo ahora pretenden ampliar su radio de acción a otras comunidades además de Madrid, donde llevan varios años trabajando en la enseñanza de derechos humanos en distintos colegios.
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-¿Cómo surge la oportunidad de crear en España una filial?
-Tuve la posibilidad de ir a un encuentro de la Fundación Robert Kennedy en Estados Unidos y me dijeron que querían hacer algo aquí. Hay que diferenciar a la fundación allí, que nace en 1968 y tiene un peso enorme, y las filiales. En Europa estamos nosotros, Suiza, Francia, Italia... Todos tenemos los mismos propósitos, estamos en contacto constante, y creo que es una expansión muy medida e inteligente la llevada a cabo por la fundación americana.
-¿Cuál es el objetivo ahora?
-Nosotros comenzamos en la Comunidad de Madrid y la acogida fue bárbara. Llevamos trabajando con ellos en materia de derechos humanos mucho tiempo, antes incluso de estar constituidos como RFK. En Andalucía todavía estamos esperando un poco, pero hemos entrado de momento en colegios privados con la ilusión de poder hacerlo en todos los institutos que podamos. Y en próximo paso será hacer en el mes de mayo una presentación en Bilbao para poder entrar en el País Vasco. También tenemos muchísimo interés por desarrollar nuestra labor en las universidades, pero estamos viendo cómo hacerlo porque requiere logística.
-¿Influye la incertidumbre política en su labor?
-Yo creo que hay dos mundos: uno más real y otro más político, por así decirlo. Y el real está yendo por su lado, está creciendo fuera. Empresarios de otros países están viniendo a invertir. En Madrid lo ves y es increíble. ¿Inestabilidad política? Obvio. Pero la vida continúa.
-¿Le preocupa que en otros lugares pueda existir un clima más adverso para esas empresas?
-Me preocupa conseguir que futuras generaciones despierten. De los artículos de la declaración universal de los derechos humanos no hay ni uno que detrás no conlleve sufrimiento, sacrificio, valentía... Nosotros tenemos la suerte de que nos los hemos encontrado, más allá de los muchos problemas que siguen existiendo. La gente joven, que es presente y futuro de nuestro mundo, tiene que entender el valor que tienen para sus vidas estos valores y aplicarlo en su día a día. Claro que me preocupa todo lo relativo a las empresas y me gustaría que las cosas se hiciesen como se deben hacer, pero hay que empezar poco a poco. Y ahora mismo nuestra hoja de ruta se basa en la educación. Si podemos trabajar dando esa formación a las empresas, así lo haremos.
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-¿Puede España retroceder en la defensa derechos humanos?
-Yo creo que España no puede hacerlo por nuestro ADN. Le hablo de una forma intuitiva y cultural, pero nuestro ADN no va a permitir que eso pase. Si no confundimos los derechos humanos con cualquier cosa, claro. No podemos acabar llamando a todo lo mismo... Hablamos de derechos humanos y España ha hecho bandera de la defensa de esos valores en muchas ocasiones distintas, independientemente de las fases difíciles que hemos pasado como cualquier país con una historia como la nuestra.
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