Dos meses después del asesinato de dos guardias civiles en Barbate embestidos por los narcotraficantes en una de las mayores exhibiciones de la fuerza e impunidad con la que se mueven las mafias del Estrecho de Gibraltar, el Ministerio del Interior anunció este martes haber ... asestado un duro revés a estos grupos del crimen organizado de Cádiz tras la «desarticulación» de la que ha calificado como «la mayor red de narcotransportistas por vía marítima a través de embarcaciones de alta velocidad» que existía entre la Península y el norte de África.
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Según el departamento que dirige Fernando Grande Marlaska, la denominada 'Operación Sherry-Katyn-Grajuela' ha permitido desmantelar la infraestructura de la organización que estaba tras las últimas aprehensiones de 4.000 kilos de hachís y 627 kilos de cocaína.
En este enorme operativo han participado hasta 250 agentes de la Policía Nacional, Guardia Civil, Agencia Tributaria y de la Policía Judiciária de Portugal. Esta operación -explotada de forma simultánea en los dos países ibéricos y coordinada por la Fiscalía Especial Antidroga de Jerez- ha finalizado con la detención de 19 personas más otras 12 que ya se encontraban en prisión y la práctica de 24 registros domiciliarios. Además, lo agentes se incautaron de tres armas cortas, 1.400.000 euros en efectivo, 19 vehículos de alta gama, sistemas de comunicación, material informático y dos narcolanchas en el país luso más otras tres embarcaciones en España.
Los investigadores, que afirman haber abortado con este golpe hasta cuatro operaciones de la organización para desembarcar droga de forma inminente, insisten en que el entramado desmantelado era el mayor que operaban entre ambos continentes porque tenía capacidad de disponer de forma simultánea en el agua de una media de entre ocho y diez lanchas EAV (embarcaciones de alta velocidad) con sus respectivas tripulaciones. Al margen de estas EAV tenían operativa una flota de pequeñas barcas que utilizaba para facilitar todo lo necesario (como víveres o gasolina) a las planeadoras.
La investigación -según reveló este martes Interior- se inició en mayo del pasado año cuando los agentes detectaron que la organización trató de recoger un cargamento de 6.000 kilos de cocaína de un narcosubmarino proveniente de Sudamérica. Sin embargo, los problemas mecánicos que sufrió la embarcación durante la travesía provocaron su hundimiento, o que frustró el desembarco de ese gran alijo. A partir de ese momento, las pesquisas policiales se centraron en descubrir como funcionaba de la estructura de este grupo y hasta dónde extendía sus tentáculos. Los funcionarios descubrieron que buena parte de los cabecillas de esta mafia estaban asentados en las localidades gaditanas de Sanlúcar de Barrameda, Chipiona y El Cuervo.
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Dado el gran potencial económico de la organización, sus miembros contaban con «férreas medidas de seguridad y autoprotección». En este sentido, disponían de los más avanzados medios para transmitir la información tanto a nivel individual como en las comunicaciones navales.
Gracias a la estrecha colaboración de la Policía Judiciária de Portugal, los agentes localizaron el centro de operaciones del entramado, que estaba ubicado en una lujosa urbanización de los alrededores de Lisboa. Al frente de esta potente infraestructura en la capital del país vecino, e un estaba un histórico narcotraficante, huido de la justicia española, que se encargaba de dirigir y coordinar todas las operaciones navales.
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El centro de control de Lisboa estaba dotado de la más alta tecnología a nivel de comunicaciones, lo que permitía a los narcos un «absoluto control de todas sus embarcaciones» (en la carga, transporte y descarga del estupefaciente, pero también una «vigilancia total» de los medios aéreos y marítimos de los diferentes cuerpos del Estado que operan en el Estrecho.
De esta forma, cada vez que había una operación, los líderes de la organización viajaban desde España hasta el gran centro de control de Lisboa para coordinar la infraestructura necesaria que permitiera llevarla a cabo, estableciendo a su vez contacto directo con los responsables de la mercancía estupefaciente.
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La investigación acreditó que los cabecillas de la organización, originarios de Sanlúcar de Barrameda, empleaban esta ciudad gaditana como base de operaciones en España. Esto respondía, por un lado, al perfecto conocimiento que tenían de la zona y la orografía de la misma y, por otro, a la nutrida red de colaboradores con la que contaban en dicho municipio.
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