Ione Belarra y Yolanda Díaz durante un mitin en Pamplona en la campaña del 23-J. EP

La insistencia de Díaz por recuperar la unidad del 23-J desconcierta a Podemos

Los morados creen que detrás del llamamiento al reagrupamiento de la izquierda «está la mano del PSOE» y la voluntad de «adelanto electoral»

Viernes, 7 de febrero 2025, 18:20

Los llamamientos en las últimas semanas por parte de Yolanda Díaz para recuperar la unidad que la izquierda protagonizó bajo el paraguas de Sumar en las generales del 23-J han causado desconcierto en Podemos. Los morados prefieren evitar ese debate mientras defienden su propia ... hoja de ruta independiente con la que, consideran, están «mejorando en las encuestas». De hecho, ven «la mano del PSOE» detrás de este cortejo político y piden a Pedro Sánchez que explique si detrás de este movimiento se cuece un adelanto electoral.

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El primero en coquetear con la idea del reagrupamiento del espacio político fue Antonio Maíllo tras su llegada al liderato de Izquierda Unida en mayo del año pasado. «No se trata de una unidad por buenismo o por ser mejores o peores, sino por construir un instrumento útil», afirmó tras su llegada al cargo, cuando el debate no estaba sobre la mesa y aún escocía entre los partidos de izquierdas el sonado divorcio entre Sumar yPodemos, que se consumó con el salto de estos últimos al Grupo Mixto en diciembre de 2023.

Desde entonces, el partido que dirige Ione Belarra ha hecho gala de la libertad de voto de la que no gozaba dentro del grupo parlamentario de Sumar . Ahora esgrimen sus cuatro diputados y alardean de negociar directamente con el PSOE. Observan la anterior etapa como un «calvario» en el que no contaban con portavoces para los debates en el Congreso y denunciaban una «expulsión» de su marca del Consejo de Ministros, donde no fueron agraciados, a diferencia de Más Madrid o IU, con una cartera ministerial.«Pasamos las de Caín y no estamos por abrir ahora este debate sin elecciones a la vista», resumen fuentes de la formación.

Precisamente, un proceso electoral volvería a revelar la necesidad práctica de esta unidad. Más allá de las insalvables diferencias personales que existen entre Belarra y Díaz, el sistema electoral D'Hondt penalizaría gravemente a las izquierdas –y por ende al PSOE– si concurren a unas generales por separado. Son precisamente estos cálculos la cuestión en la que todas las partes están de acuerdo.

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De hecho, la vicepresidenta segunda cree que la situación del espacio político «es peor»que en el 23-J, cuando el adelanto electoral precipitó a marchas forzadas la integración de Podemos en la coalición magenta. «Hicimos lo que había que hacer. En ese momento había una situación parecida a la de ahora, una mayoría de la derecha y la extrema derecha con porcentajes de voto muy elevados», explicó Díaz en una entrevista en Onda Cero, en la que evitó pronunciarse sobre si su nombre encabezaría las papeletas: «Esto no va de liderazgos».

Sin diferencias programáticas

En este debate, la líder gallega siempre ha defendido que entre las formaciones de izquierda tanto a nivel regional como nacional «no hay apenas diferencias programáticas». Sin embargo, el pulso suele venir por las listas, los colores y la marca. Este proceso de integración volvería a provocar una pugna por los puestos en cada circunscripción, con Podemos reivindicando, a futuro, los asientos en el Gobierno que perdieron Belarra o Irene Montero.

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No son los únicos que marcarían sus exigencias. Sin que Sumar haya aún celebrado la asamblea que marcará su hoja de ruta tras la marcha de Díaz de la dirección del partido –se pospuso de diciembre a finales de marzo por el escándalo de Íñigo Errejón–, IU, Más Madrid o los comunes sigue presionando para que la toma de decisiones dentro del conglomerado que pueda surgir sea horizontal y que los liderazgos se sometan a primarias.

También está el escollo territorial, en una coalición que, por naturaleza, se define como plurinacional. En este debate a la interna, la portavoz parlamentaria de Compromís, Águeda Micó, defiende que «la unidad no es uniformidad», y que en la Comunidad Valenciana, su hábitat, el resto de formaciones «tienen que aceptar el liderazgo político de Compromís». Ingredientes que auguran otro debate bizantino.

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