Los Reyes inician una visita histórica a Cuba

«¡Oyeme, pero qué cosa más grande!», se escuchó decir a uno de los curiosos. Don Felipe bajaba del avión con doña Letizia del brazo, seguido del ministro de Exteriores Josep Borrell, sonriente por haber fraguado la hazaña, y el secretario de Cooperación Iberoamericana Juan Pablo de la Iglesia. Al pie de la escalerilla, con guayabera, les esperaba el ministro cubano de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez Parrilla, que ofició el recibimiento en nombre de su gobierno para reservar hoy el encuentro oficial que tendrán los reyes con el presidente Miguel Díaz-Canel en el Consejo de Estado.

Felipe VI camina sobre las huellas de sus antecesores a lo largo de los 500 años de historia que cumple esta semana la segunda ciudad que fundase la corona española en las Américas, aunque no fue hasta 1592 que otro Felipe, en concreto Felipe II, le concedió el título de ciudad. Nunca, sin embargo, se dignó la corona española a visitar oficialmente a su perla del Caribe, un centro comercial asediado por piratas y fuertemente custodiado por los navíos españoles como la entrada al Nuevo Mundo.

Juan Carlos I la visitó en dos ocasiones como si fuera de paso, una en el marco de una cumbre multilateral y otra, a después de abdicar, para asistir a los funerales de Fidel Castro, con el que había trabado buenas relaciones. En las fotos se les veía bromear amistosamente, pese a que el mítico comandante de la revolución cubana llegó a cuestionar públicamente el papel de la monarquía. «Nos vamos de Cuba pensando en volver», dijo entonces Don Juan Carlos.

Fue José María Aznar, quien desde su llegada al poder había suspendido la cooperación con la isla, el que se interpuso en los planes del Rey Juan Carlos para subsanar ese déficit, al poner por delante las diferencias ideológicas a la cercanía entre ambos pueblos. Cuba es el país extranjero que más españoles concentra después de Argentina y Venezuela, como recordará Felipe VI mañana a la colonia española en el Gran Teatro Alicia Alonso.

El ministro de Asuntos Exteriores Abel Matutes llegó a tenerlo todo previsto para oficializar la visita de Estado en la primavera de 1999, pero los ataques entre Castro y Aznar lograron abortarla. El comandante no le perdonaba que liderase el endurecimiento de la UE contra su régimen y apadrinase a la oposición. Han tenido que pasar veinte años para que se materialice lo que entonces se daba por hecho para esa primavera, que acabó convertida en un otoño tardío.

Su presencia en la isla llega en un momento crítico en el que la infraestructura se desmorona y el régimen lucha por subsistir sin la inyección de oro negro que proporcionaba Venezuela. El gobierno de Donald Trump aprieta las tuercas con duras sanciones y un recrudecimiento del embargo que provoca apagones, fallos informáticos y largas colas. Díaz-Canel informará hoy de la situación al Rey Felipe durante la reunión que sostendrán en el Consejo de Estado, una vez que los monarcas rindan homenaje a José Martí, el héroe de la independencia cubana que murió luchando contra los españoles.

La visita tiene un marcado componente cultural con la participación de los monarcas en distintas exposiciones, la presentación de un libro sobre los 500 años de La Habana con láminas de Javier Mariscal y la cesión temporal de un Autorretrato de Goya que ha viajado a la isla en el avión real. El mismo que antes de volver a España parará en Santiago de Cuba para rendir homenaje a los soldados españoles caídos en la batalla de 1898 que deprimió a toda una generación.