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Barcelona
Martes, 23 de noviembre 2021, 17:55
El Ejecutivo catalán se conjuró ayer para «aislarse del ruido» que las dos formaciones que lo sustentan (ERC y Junts) generan y para trabajar al margen de las «discrepancias partidistas». El Gobierno catalán ni siquiera hizo una llamada a cesar las hostilidades como es costumbre ... en estos casos, lo que da buena muestra de que ya tiene asumido que tiene que seguir funcionando en un clima hostil entre los dos socios.
Mientras, el Parlament inició ayer la tramitación de los Presupuestos catalanes, tras el acuerdo suscrito por el Govern y los comunes para superar las enmiendas a la totalidad. Pere Aragonès superó el primer escollo presupuestario el lunes pasado, pero pagó un precio muy caro: quebró la mayoría independentista y agravó la crisis entre ERC y Junts, socios de la coalición gubernamental. Sus compañeros de gobierno le acusan de practicar el autonomismo, de dinamitar la unidad secesionista y de trabajar por un nuevo tripartito. Los republicanos imputan a los postconvergentes haber intentado dinamitar los presupuestos.
El pacto de Aragonès con los comunes, después de que la CUP decidiera mantener el veto, fue el último choque entre Esquerra y Junts, que en esta legislatura, que solo tiene seis meses de vida, ya han colisionado por la ampliación del aeropuerto de El Prat o la mesa de diálogo con el Gobierno. Apenas coinciden en nada, salvo en la necesidad de seguir gobernando juntos.
Junts exige una reunión urgente con el president para abordar el nuevo escenario que se abre en la política catalana, marcado por la ruptura del bloque independentista. El Govern, no obstante, insistió en tender la mano a la CUP para que se sume al pacto de presupuestos y afirmó que se siente cómodo con el «acuerdo programático existente entre la mayoría independentista». La portavoz, como Aragonès, negó la ruptura del bloque nacionalista. De entrada, el Ejecutivo aprobó dos medidas, que son guiños a los comunes y a la CUP: las bases para crear una empresa energética pública y un impuesto para los grandes cruceros. Por contra, renovó el contrato de la Fórmula 1 en Montmeló.
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