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En su semana más crítica, el Gobierno PSOE-Unidas Podemos mantiene prietas las filas sobre que la coalición perdurará hasta el final de la legislatura. Así lo sostiene el ministro José Manuel Albares (Madrid, 1972), quien atenúa las diferencias entre las dos almas del Ejecutivo sobre cómo afrontar una guerra de Ucrania cuyo final constituirá «la primera prioridad» de la presidencia de Pedro Sánchez de la UE. Hay unidad, dice, en que «vuelva la paz» y sea «justa».
–¿Está este Gobierno en guerra?
–En absoluto. Este Gobierno está unido y cohesionado, martes a martes, en el Consejo de Ministros. Y así vamos a estar hasta el final de la legislatura.
–¿Eso significa que hay una distinción entre el trabajo de puertas hacia dentro y lo que se proyecta de puertas hacia fuera?
–Son dos cosas. Una: esta es la primera experiencia desde la Segunda República de un Gobierno de coalición. Es normal que haya debate y que haya opiniones. Y la segunda: una cosa son las opiniones y otra las decisiones. A un Gobierno no se le mide por sus opiniones, sino por sus decisiones y sus resultados. Y las decisiones están ahí. Diferencias ha habido en todos los gobiernos, también en los monocolor del PP. Nosotros, martes a martes, tomamos decisiones cohesionadamente para proteger a los españoles.
–Cogiéndole el guante, habrá que convenir que las decisiones que acaban pesando son las del ala socialista, a tenor de lo ocurrido con dos discrepancias de calado como la respuesta a la invasión rusa de Ucrania y la reforma de la ley del 'solo sí es sí'.
–En el Consejo de Ministros estamos todos unidos para que la paz vuelva a Ucrania y en defensa de los derechos de las mujeres. Ahí no hay discrepancias, ni en una cosa ni en la otra.
–Podemos sigue oponiéndose a que enviemos armas a Ucrania.
–Todo lo que el Gobierno de España hace tiene un único objetivo: que la paz vuelva a Ucrania, que Ucrania siga existiendo como un Estado libre, soberano y dentro de sus fronteras internacionalmente reconocidas. Miren, hace dos semanas me subí a la tribuna de la Asamblea General de la ONU, el parlamento de la humanidad, para rechazar esta invasión ilegal. Pero también lo hice para otra cosa: para defender la legalidad internacional y los principios más básicos de la Carta de las Naciones Unidas. Y lo que descubrí es que 140 Estados, además de España, subimos a esa tribuna exactamente para lo mismo. La entrega de armas tiene como única finalidad esa: que el Gobierno legítimo de Zelenski se pueda defender; que se pueda defender a miles de civiles indefensos.
–Usted ha comprometido que España no va a desplegar tropas en el frente ucraniano. Si la contienda se prolonga, ¿esa convicción será igual de taxativa?
–Taxativa. Sobre eso quiero ser muy claro, muy firme y muy rotundo: no habrá tropas españolas en Ucrania. Porque España no es parte de esta guerra. Porque la UE no es parte de esta guerra. Porque la OTAN no es parte de esta guerra. Casi les diría que ni Ucrania es parte de esta guerra, en el sentido de que no la ha querido. Esta es la guerra de uno. Querer disfrazarlo es distorsionar las cosas. Si por este Gobierno fuera, la guerra terminaría en este mismo momento.
–Kiev sigue reclamando cazas de combate a la comunidad internacional. ¿Por qué esta opción no está encima de la mesa?
–Nuestro compromiso con Ucrania está fuera de toda duda, todo el tiempo necesario. Aunque eso no esté encima de la mesa.
–En su reciente reunión con Zelenski, Sánchez expresó su voluntad de que la presidencia de la UE actúe como catalizador para una salida a la guerra. ¿Puede España desempeñar un protagonismo específico?
–La primera prioridad de la presidencia española de la UE será, desde luego, que la paz vuelva a Europa. Europa es una construcción de paz. Y esta guerra desafía muy directamente los valores europeos del pluralismo, de la tolerancia, de defensa de la democracia. Que no son solo bellas ideas filosóficas, son el motor de las mayores décadas de estabilidad y de prosperidad en Europa. Pero soy muy lúcido. Putin nos lo va a poner muy difícil: lo que estamos viendo estos días, con lanzamiento masivo de cohetes, va camino más bien de una escalada. Pero el Gobierno de España no se va a resignar y hará todo lo que esté en su mano por la paz.
–¿El plan de China es una propuesta de paz?
–Que China piense en términos de paz me parece bien. Dicho esto, para que la paz regrese a Ucrania no es necesario ningún plan, basta con que Vladímir Putin decida terminar con una guerra unilateral e ilegal. Y el Gobierno de España va a estar siempre dispuesto a sumarse a cualquier posibilidad de paz justa.
–¿Y qué es para este Gobierno una paz justa?
–Que esté dentro de los principios de la Carta de Naciones Unidas y que los crímenes que se están cometiendo en Ucrania no queden impunes. Paz con justicia, ese es el único objetivo. El único que nunca pronuncia la palabra paz es Putin.
–Por volver al principio, usted da por hecho que la ministra Belarra está de acuerdo con todos estos planteamientos suyos.
–No lo sé exactamente. No he intercambiado impresiones con ella sobre cada uno de estos puntos, pero sí les digo que todos los miembros del Consejo de Ministros estamos unidos en que vuelva a la paz y que sea justa.
–Es decir, la gestión que reste de la guerra y la presidencia de la UE la van a hacer juntos.
–Por supuesto. Todas las medidas las tomamos como un Gobierno de coalición que va a agotar la legislatura. Las decisiones dentro del Consejo de Ministros se toman por unanimidad y no hay ninguna otra forma posible de adoptarlas.
–Ministro, ¿trabajan con la posibilidad de que Ucrania, y con ella Occidente, pueda perder esta guerra?
–Si sus tropas vuelven dentro de sus fronteras, lo que hace Rusia es poner fin a una agresión ilegal. Si pierde esta guerra, Ucrania dejará de existir. Eso es lo que está en juego. Y si una guerra ilegal triunfa, el mundo se volverá más inseguro.
Este 18 de marzo se cumple un año desde que saliera a la luz el acuerdo del presidente Sánchez con el Gobierno de Marruecos que ha consagrado el giro histórico de la política exterior española al avalar, ahora, el plan de autonomía de Rabat para el Sáhara Occidental. Doce meses y una reunión de alto nivel después, Albares se afana en desplegar las bondades de las nuevas relaciones con el reino alauí: reactivación de la 'operación Paso del Estrecho' y del tráfico marítimo, apertura de las aduanas, intercambios comerciales por valor de 20.000 millones, «miles de vidas salvadas» al reducirse la inmigración ilegal en Canarias y las costas andaluzas, seis redes yihadistas desarticuladas... El ministro se explaya en su respuesta más larga de la entrevista.
–Si las relaciones diplomáticas deben basarse en la reciprocidad, ¿qué beneficios ha obtenido España a cambio de asumir la autonomía para el Sáhara?
–La reunión de alto nivel celebrada recientemente en Rabat pone fin a una crisis profunda con un vecino con el que tenemos una frontera terrestre. La historia de nuestra democracia es también la historia de las crisis con Marruecos. En esta ocasión, no se ha tratado simplemente de solventar una crisis: la hemos cerrado a lo grande, por arriba. Hemos asentado unas bases nuevas y más fuertes de respeto mutuo, ausencia de acciones unilaterales, no injerencia en asuntos internos, respeto a lo acordado... Todos los presidentes del Gobierno, también Mariano Rajoy, dijeron que Marruecos es la primera prioridad de la política exterior. No podían estar todos completamente equivocados.
–Si el acuerdo supone todos esos logros, ¿por qué nadie los ve en el arco parlamentario? Su entendimiento con Marruecos lo reprueban desde la oposición al bloque de la investidura.
–Lo que yo les acabo de trasladar no es una opinión, son hechos; y es lo que piensa el presidente del PP de Ceuta y lo que decía Rajoy. Por eso no comprendo ese deslizamiento hacia posiciones antimarroquíes del PP desde que Feijóo está al frente.
–¿La oposición del PP no es por la sospecha de que el acuerdo tiene letra pequeña y sí por una deriva antimarroquí?
–No hay letra pequeña. Hay una declaración hispano-marroquí del 7 de abril del año pasado que es pública y se conocen todos sus puntos. Y hay una declaración de la reunión de alto nivel muy extensa que también es pública. Decir que hay letra pequeña es una insidia que forma parte de ese deslizamiento hacia posiciones antimarroquíes que no es beneficioso para España y que, por supuesto, va contra los intereses de Andalucía, de Canarias, de Melilla o de Ceuta. La diplomacia es mucho más un arte que una ciencia. Pero sí hay una cosa que es casi una ley matemática: uno debe tener las mejores relaciones con los vecinos con los que tiene una frontera terrestre. ¿Ustedes se imaginan que se estuvieran diciendo de Portugal o de Francia las cosas que escuchamos de Marruecos? ¿Que se extendieran esas dudas insidiosas?
–Ministro, no son gobiernos comparables para nuestros parámetros democráticos.
–Insisto, debemos tener las mejores relaciones con aquellos países con los que compartimos una frontera terrestre. El PP está volviendo a los tiempos de choque con Marruecos, a los tiempos de Perejil. Y creo que esta nueva etapa es más beneficiosa para España. La relación con Marruecos debería de ser una política de Estado. A mí me ha dolido, no como ministro sino como español, que el PP, que rechaza tanto el voto de Bildu, quisiera sumarlo para que tuviera que comparecer en el Congreso antes de la reunión de alto nivel. Lo que no había pasado nunca.
–¿Puede garantizar que Marruecos ya no protagonizará actuaciones unilaterales como la llegada masiva e irregular de inmigrantes de hace dos años?
–Yo hablo en nombre del Gobierno de España, pero también me remito a los hechos. Entre los principios que, reitero, están escritos en la declaración marroquí del 7 de abril y en la declaración conjunta tras la reunión de alto nivel, figura la ausencia de acciones unilaterales.
–¿Hemos avanzado algo en las relaciones rotas con Argelia?
–Con Argelia queremos exactamente lo mismo que con todos nuestros vecinos: un beneficio y un respeto mutuos. Nuestra mano está tendida desde el primer día. Eso no quiere decir que vayamos a renunciar a nuestra posición soberana a la hora de defender los intereses de nuestras empresas. Pero la mano estará tendida siempre para que sea la amistad la que encauce nuestra relación con Argelia. Los flujos gasísticos se rigen por acuerdos privados entre empresas que se renovaron recientemente. Y Argelia, se lo reconocemos todos, es un suministrador fiable, es un socio fiable.
Al menos 70 nicaragüenses del grupo de 316 opositores que fueron despojados de su nacionalidad por el Gobierno de Daniel Ortega ya han solicitado oficialmente la ciudadanía española. Así lo certifica el ministro de Asuntos Exteriores en la entrevista concedida a este periódico.
El máximo responsable de la diplomacia española también avanza que el comptomiso adquirido por el Ejecutivo no obligará a los beneficiarios a fijar su residencia en España si no es su deseo. «Pueden elegir mantenerse en Estados Unidos o en Costa Rica. El Gobierno de España será generoso y facilitará también que se instalen en nuestro país las personas que han tenido que dejarlo todo atrás», explica el ministro, que califica de «infame» la decisión del régimen nicaragüense.
Todo ello sucede a dos semanas de que se celebre la Cumbre Iberoamericana en Santo Domingo (República Dominicana), en la que ya han confirmado su presencia Felipe VI y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Será la primera que se organice con total normalidad después de tres años afectada por la pandemia de covid-19.
Albares descarta que los Estados iberoamericanos consensúen medidas políticas contra el Gobierno de Daniel Ortega, que ha cancelado en el último momento su asistencia a la cita internacional. «Nos vamos a sentar en pie de igualdad, los aspectos más políticos los dejaremos fuera para avanzar en cosas beneficiosas para nuestros ciudadanos como la Carta Digital Iberoamericana o la Carta Medioambiental», anticipa el ministro.
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