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La tan ansiada unidad y la bajada de decibelios reclamada hasta ahora con escaso éxito desde la calle Génova encontró este sábado eco en el congreso del PP de Castilla-La Mancha. Asistieron por separado Teodoro García Egea e Isabel Díaz Ayuso y no hubo ... navajeo verbal ni declaraciones altisonantes. El secretario general del partido y la presidenta de la Comunidad de Madrid compartieron el mensaje unitario y dejaron a un lado sus rencillas por el liderazgo regional del partido.
García Egea fue el encargado de abrir el cónclave de Puertollano, en Ciudad Real, e hizo como que no existía la disputa en la Comunidad de Madrid, en la que es uno de los actores protagonistas. El número dos del PP pidió «unidad» en el partido para acometer «retos mayores», léase ganar las próximas elecciones generales para que Pablo Casado se instale en la Moncloa. Aunque en su discurso deslizó dos frases que tanto podían servir para ensalzar el papel de Casado como para recriminar a Ayuso. Un líder, dijo el secretario general, es «capaz de ver lo que va a ocurrir detrás de la tormenta» y es el que mantiene «el rumbo en medio de las turbulencias». La presidenta madrileña, por si acaso, no se dio por aludida. No hay que leer todo en clave de las diferencias internas, vino a decir.
La intervención de García Egea fue saludada con una correcta ovación de los asistentes. Muy diferente a los aplausos a discreción y vítores con que fue recibida Ayuso a su llegada al congreso y antes de su intervención en el coloquio con otros presidentes autonómicos (Andalucía, Murcia y Castilla y León) y líderes regionales del partido (Asturias, La Rioja, Extremadura y País Vasco), a los que dejó en segundo plano en la atención de la concurrencia. Demostró de nuevo que es el icono preferido por los militantes del partido.
Proyección. La presidenta enhebró un discurso en clave nacional en el congreso del PP de Castilla-LaMancha
La presidenta madrileña se sumó a las demandas de unidad del secretario general, pero precisó que en el PP se vive ahora un momento tenso, como «pasa siempre en todos los partidos, las familias y empresas cuando hay elecciones internas». «No es que no haya unidad -puntualizó- hay la polémica habitual en torno a un congreso». Y ahí no se apeó de su demanda de que la asamblea de los populares madrileños se celebre «pronto». Tesis que no comparte la dirección nacional, que exige respeto al calendario fijado y que prevé convocar el congreso para el primer semestre de 2022.
En realidad, no es una polémica por las fechas, es una cuestión de autoridad y estrategia, y en ese pulso ninguna de las dos partes cede por ahora. Ayuso tiene prisa porque cuanto antes se celebre más rotunda será su victoria. La dirección nacional, en cambio, quiere alargar los plazos para buscar alternativas.
La presidenta, en claro son de paz, pidió que no se busquen razones extrañas a su demanda de celeridad porque es lo que pide desde el verano. «Ni en público ni en privado ni por whatsApp ni por arriba ni por abajo digo algo diferente» a lo que ha defendido siempre.
Ayuso también se distinguió de sus compañeros de coloquio por el tono de su intervención. La suya tuvo un fuerte componente de discurso nacional con una crítica feroz al Gobierno de Pedro Sánchez. Sus contertulios también tuvieron reproches al Ejecutivo, pero abundaron más las flores al PP y a Casado. Ella no. Empezó con un jocoso del «socialismo se sale» para sostener que «no hay socialismo bueno». Acusó a Sánchez de presidir el Gobierno «más autoritario» desde la dictadura franquista y encadenó un rosario de recriminaciones. Desde negociar Presupuestos por presos de ETA, le acusó de despojar de autoridad a la Policía por la reforma de la ley mordaza, de abusar de los decretos leyes y de repartir los fondos europeos en las comunidades en función del color político.
Con todo, fue una jornada de guante bastante blanco para lo acostumbrado, que es lo que reclaman los barones del PP. Este sábado, sin ir más lejos, el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, reclamó al llegar al congreso «diálogo» para «solucionar» el conflicto madrileño. Es lo que también quiere Ayuso, convencida de que una charla con Casado acabaría con las tensiones. Pero el presidente del PP dijo este viernes que no quiere entrar «en los procesos electorales» del partido.
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