Secciones
Servicios
Destacamos
Por la mínima (167 frente a 165 votos) Pedro Sánchez sacó al final la investidura y está a punto de estrenar el primer gobierno de coalición de la democracia. Las citas a Manuel Azaña durante la sesión han sido reveladoras de la trascendencia del pleno. ... Sánchez recurrió a una frase -«Todos somos hijos del mismo sol y tributarios del mismo río»- para replicar a la derecha y cuestionar que tenga el monopolio del patriotismo. La misma expresión fue explícitamente aludida por Mariano Rajoy en un debate parlamentario en 2017. Y es que la investidura resuelve por fin el insoportable bloqueo político de los últimos años aunque deja algunas secuelas. La España constitucional sale herida del envite. No solo por la erosión del lenguaje político y el empleo de la agresividad verbal, aunque ayer se rebajó algo el clima de tensión. También porque algunos códigos no escritos desde el inicio de la Transicion han saltado por los aires y se ha proyectado un choque de relatos que parecía que era anterior al consenso constitucional. Entre otros efectos, la deslegitimación democrática del adversario -alentada desde Vox y, a veces, desde algunos dirigentes del PP- que amenaza con devolver a la política española a un maniqueísmo maldito que, en otro contexto social e histórico, terminó como terminó. El verdadero riesgo es que los extremistas logren condicionar la dinámica política y arruinen cualquier posibilidad de amplios entendimientos de Estado y reformas estructurales que son necesarios.
Al final no hubo sorpresa a pesar del acoso indecente contra los diputados del bloque del si. La campaña ha sido tan burda que ha tenido el efecto contrario, reforzando la cohesión en la izquierda hasta límites impensables hace varios meses. El tono de odio alentado desde determinados ámbitos conservadores ilustra un lamentable paisaje de amenazas que puede tener un efecto bumerán y va bastante más lejos de los miedos, desconfianzas e incertidumbres que genera esta alianza de gobierno. La 'guerra sucia' contra la investidura expresa un discurso tóxico de la extrema derecha que comienza a radicalizar el discurso politico español y que coloca al PP de Casado ante una decisión estratégica sobre su futuro. O engorda a la ultraderecha o marca un perfil más diferenciado.
En todo caso, la nueva coalición progresista nace con extrema fragilidad y tendrá que afrontar poderosas contradicciones. El contenido de la portavoz de ERC, Montse Bassa, acusando a los socialistas de ser «verdugos» de la «represión» y advirtiendo que «le importa un comino la gobernabilidad de España», resulta un augurio muy elocuente del filo de la navaja en la que va a tener que caminar el nuevo Ejecutivo de coalición.
Pero, en todo caso, Sánchez tiene todo el derecho a hacerlo o, al menos, a intentarlo. Si el conjunto del centro-derecha se decanta, como parece, por el acoso y derribo del nuevo Gobierno de coalición, la colisión frontal no resolverá los problemas y alimentará los peores tópicos y estereotipos de la historia española contemporánea. Sánchez y Casado tienen que hacer todo lo posible por no romper los puentes. Recurrir al guerracivilismo, aunque solo sea una licencia literaria, es jugar con fuego. Y nos quemamos todos.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Estos son los mejores colegios de Valladolid
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.