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Alberto Núñez Feijóo no se sentará finalmente a hablar con Junts. Nada más conocer las condiciones que el expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, fijó este martes desde Bruselas para respaldar una investidura tanto del PSOE como del PP, el líder gallego rectificó sus planes ... iniciales y dejó claro que si los representantes del partido independentista tienen intención de llegar con las mismas exigencias «inaceptables» e «inasumibles» no tiene sentido agendar un encuentro. «Si el requisito para que yo sea presidente del Gobierno es una amnistía que no cabe en la Constitución, la respuesta es que nos podemos ahorrar la reunión», avisó el candidato popular tras reunirse con el líder de Vox, Santiago Abascal, en el Congreso. Eso sí, «si hay matizaciones o se enfocan los asuntos de otra forma» entonces se podría hablar. Aunque parece difícil que los posconvergentes vayan a cambiar de parecer.
En la dirección del PP creen que el escenario ha cambiado y no están dispuestos a entrar en ninguna «subasta de principios» ni aceptar «chantajes». Prefieren, dicen, perder la investidura –la posibilidad de que salga adelante es remota– que saltarse sus líneas rojas. Las diferencias entre Feijóo y Pedro Sánchez están muy claras y el líder del PP, recalcan, «ni puede» ni quiere «pagar ese precio» que el independentismo catalán ha fijado para ser presidente del Gobierno. Y mucho menos, admiten, hacerlo «a cambio de los intereses de los españoles y de la ruptura de la Constitución». «Por ahí no paso», aseguró Feijóo.
Al expresidente de la Xunta le parece grave que haya un candidato que esté dispuesto a asumir como paso previo a la investidura una ley de amnistía que, en su opinión, no tiene encaje constitucional, y la demanda de «aceptar que la España democrática no lo fue en 2017», cuando se llevó a cabo en Cataluña el referéndum ilegal de independencia del 1 de octubre. «Por donde parece que está dispuesto a pasar Sánchez , yo no paso», insistió.
El cambio de postura del PP se produce después de que el acercamiento a Junts, haya tensionado las costuras del partido. Especialmente en Cataluña, donde rechazan que pueda haber espacios cercanos a la antigua Convergència. Este domingo, en una artículo en El Mundo, la diputada Cayetana Álvarez de Toledo defendía que la intención de Feijóo de dialogar con el partido del prófugo Puigdemont era un «suicidio» y un «crimen».
El líder de los populares negó que exista «inquietud» en el PP y en su entorno justifican el giro de guion en apenas 24 horas en el hecho de que el expresidente de la Generalitat haya fijado condiciones «previas» antes de negociar acuerdos que desbloqueen la legislatura habiendo encarecido además el precio de su apoyo. «No vamos a aceptar esos planteamientos», rechazan esas mismas fuentes.
El lunes, el vicesecretario de Cultura del PP, Borja Sémper, marcaba distancias con la reunión entre Yolanda Díaz y Puigdemont y la que su partido pensaba mantener con los diputados de Junts. «Hay una diferencia oceánica con lo que está haciendo el Gobierno», arguyó el dirigente conservador, que enmarcó el posible encuentro «dentro del Congreso y dentro de la ley». Incluso ayer por la mañana, el propio Feijóo defendía ese diálogo en una entrevista en la Cope. «Hablar y oír es una cosa, pactar y ceder es la contraria. Si nos proponen algo y no nos gusta, les diremos que no», aseguraba. Pero tras la comparecencia «inasumible» del expresident, en Génova no veían ya posible una reunión con Junts.
Para Feijóo, las exigencias del partido de Puigdemont «niegan la existencia propia de la democracia», porque «pedir una amnistía que niega el funcionamiento del sistema penal es negar la esencia propia de la democracia». «Ningún país dentro de la Unión Europea se sometería a esto para formar Gobierno», sostuvo, antes de volver a tender la mano al líder socialista para acordar una legislatura corta de dos años con el compromiso de aprobar seis pactos de Estado en ese tiempo y que Sánchez ha rechazado.
El líder del PP cuenta con el apoyo de Vox para su investidura incluso en el caso de que ese alianza con el PSOE llegara a consumarse. Abascal dejó claro ayer tras su cara a cara que su partido no sería «un obstáculo» con tal de evitar que «el golpe a la Constitución y la unidad nacional» perpetrado por los separatistas sea ahora «perpetrado desde la Moncloa».
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