Ander Azpiroz
Madrid
Domingo, 26 de mayo 2024, 13:38
Alberto Núñez Feijóo se dio ayer un nuevo baño de masas en Madrid, esta vez en la Puerta de Alcalá y bajo el ritmo del «mírala, mírala», el estribillo de la popular canción de Ana Belén y Víctor Manuel, iconos de la izquierda desde ... la Transición. El presidente del PP estuvo acompañado de sus barones territoriales –entre los que, de nuevo, la más aplaudida fue Isabel Díaz Ayuso–, además de por los ex presidentes José María Aznar y Mariano Rajoy. Un cierre de filas de la dirección popular y sus simpatizantes que, según los datos ofrecidos por el partido, reunió a 80.000 personas; una cifra que la Delegación del Gobierno redujo a 20.000 manifestantes.
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Tanto los discursos de Feijóo como de la presidenta madrileña evidenciaron hasta qué punto la estrategia del PP pasa por convertir las elecciones en un plebiscito sobre la figura de Pedro Sánchez. El mantra del partido es que el PSOE ha perdido las últimas elecciones generales, municipales y autonómicas frente a un Feijóo que ha ganado todos y cada uno de los comicios a los que se ha presentado aunque no haya alcanzado la Moncloa. En Génova confían en que un varapalo en las urnas empuje al jefe del Ejecutivo al adelanto electoral, por mucho que el líder socialista afirme que piensa agotar la legislatura; más aún después de que descartara dimitir tras su retiro de cinco días para sopesar su futuro político por los ataques a su esposa, Begoña Gómez, y de la rotunda victoria en el 12-M catalán.
Feijóo proclamó en el emblemático escenario madrileño que «la ambición de Sánchez no tiene límites» para después ahondar en la herida interna en el Ejecutivo de coalición tras una semana en la que el PSOE ha visto cómo sus socios de Sumar le han negado el apoyo para sacar adelante las leyes contra el proxenetismo y del suelo. Las diferencias dentro de un Gobierno «roto» –en descripción de Ayuso– obligan al presidente a anticipar las generales, apremió Feijóo, quien exigió además que el primer paso sea retirar la ley de amnistía que, salvo sorpresa mayúscula, se aprobará definitivamente en el Congreso este jueves. El líder del PP, quien instó a los suyos a «no fallar» yendo a votar, reclamó unas generales adelantadas para poder concurrir con «la verdad por delante» ante «el engaño» que habría supuesto la amnistía, también para los socialistas.
A ellos, los votantes desencantados del PSOE, volvió a pedirles el voto Feijóo, quien apeló también al sufragio útil de los electores de Vox. La mención del presidente de los populares al partido de Santiago Abascal no fue casual. Los conservadores llevan semanas denunciado una supuesta pinza entre el PSOE y Vox para restarles votos por sus flancos, en especial tras la convención de la extrema derecha apadrinado por los de Abascal justo el domingo previo también en Madrid y que reunió al presidente argentino, Javier Milei, y a la líder del Reagrupamiento Nacional francés, Marine Le Pen. «El PP –clamó Feijóo– es la casa de todos». A continuación, el líder gallego acusó a Sánchez de «arrogancia y egoísmo», de haber vendido España a cambio del apoyo de los siete votos de los diputados de Junts y de mantener el país paralizado mientras que se aferra a la Moncloa. «Esta ya es una legislatura perdida», zanjó.
Isabel Díaz Ayuso fue fiel a su estilo combativo contra la izquierda armada con la bandera de la libertad. Realizó una encendida defensa de «la libertad, la unidad y la dignidad» frente a los que aprobarán la ley de amnistía, «la norma más nefasta de la democracia». La presidenta madrileña equiparó el Gobierno de Sánchez con el del venezolano Nicolás Maduro por su avidez, acusó, por controlar el Poder Judicial y la prensa. «Hará lo que sea» para manejar el CGPJ, el Supremo, la Fiscalía y los medios públicos. La baronesa del PP tampoco eludió el choque con Sánchez por las crisis abiertas con el Gobierno argentino y el israelí. Es más, remedó a Milei exclamando: «¡Madrid es la casa de todos, carajo!».
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La disparidad de cifras sobre la asistencia a la convocatoria en la Puerta de Alcalá entre el PP y la Delegación del Gobierno desembocó en otra guerra de mensajes cruzados entre populares y socialistas. Fuentes del equipo de Alberto Núñez Feijóo ironizaron con que «el pinchazo» que les atribuyen sus rivales del PSOE no es tal incluso admitiendo que el aforo se acortara a los 20.000 manifestantes que computa el Ejecutivo. De ser así, apunta Génova, «doblaría» ya a los congregados hace un mes en la sede socialista de Ferraz para pedir a Pedro Sánchez que no dimitiera y que el PSOE consideró «un éxito». Los populares cifraron en 80.000 los asistentes al acto de ayer, cuatro veces más de los contabilizados por la Delegación.
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