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Un mes es una eternidad en la política española y el Gobierno echa mano a diario de ese lapso –el que mediará entre la propuesta por el Rey de Alberto Núñez Feijóo como candidato a la investidura y el pleno en el Congreso que se ... prevé fallido– para subrayar lo largo que se le va a hacer este tiempo al líder del PP ante la supuesta inutilidad de su intento. Pero en Génova rebaten que el padecimiento va por barrios, persuadidos de que la intervención de Carles Puigdemont en Bruselas del 5 de septiembre, en la que fijó sus condiciones para hacer poner en marcha la legislatura en el Estado del que aspira a irse, cambió de raíl el debate público enredando al PSOE en la espinosa posibilidad de una ley de amnistía.
Los populares creen haber encontrado la palanca para conferir sentido político a una investidura que se encamina al fiasco en la denuncia por todos los medios a su alcance del eventual borrado de las acusaciones contra los procesados por la intentona separatista de 2017, en la contestación extramuros del PSOE y también en el disgusto que suscita entre los propios socialistas. El partido de Pedro Sánchez «es la Unión Soviética, con purgas incluidas» como la de Nicolás Redondo, hurgó este sábado en la herida Elías Bendodo. Ese caldo de cultivo de incomprensión política y social ante el eventual perdón del 'procés', sin que Puigdemont haya dejado de amenazar con volver a hacerlo, no va a dar un vuelco a la aritmética de una investidura que, salvo sorpresa a falta de apenas nueve días para el inicio de la sesión, Feijóo tiene perdida. El desafío, de hecho, es que no parezca baldía, inane. Lo que pasa, en estos momentos, por identificar al candidato como el líder que encarna a esa suerte de 'mayoría moral' contra la amnistía que iría más allá de los márgenes electorales del PP para entrar, como cuchillo en mantequilla, en los socialistas que ya votaron a regañadientes a Sánchez el 23-J; Felipe González entre ellos, según confesión propia. Es el ecosistema inquieto por el cisma entre los dos grandes partidos del país que permea ya distintos ámbitos y foros, como la cena-homenaje al expresidente socialista del Senado Juan José Laborda que reunió el jueves en Madrid a excargos del PSOE, PP, Ciudadanos y también de CiU.
«Vamos a honrar una posible derrota», ilustran en Génova, donde se esfuerzan en intentar dar la vuelta a la tesis de cabecera del Gobierno en funciones y de sus socios la anterior legislatura: da igual cómo se ponga y lo que argumente, el hecho tozudo es que Feijóo se ha quedado varado en 172 apoyos, a cuatro de la mayoría absoluta, sin poder colmar las expectativas de gobernar tan airosas antes de que las urnas se pronunciaran. Casi dos meses después de las generales y de haber interpretado sus opciones de seguir en la Moncloa buscando el aval de todo el soberanismo como una victoria en la derrota, Sánchez, objeta el PP, «no tiene más apoyos de los que tenía y sus socios van endureciendo sus condiciones» para asegurarle la reelección. Y los populares niegan la mayor: si Feijóo no es presidente no es porque no pueda, sino porque no quiere ceder a las exigencias de Puigdemont pese a haber restablecido un hilo de comunicación con Junts.
«Vamos a recibir con honra el no», insiste el equipo de Feijóo, que ironiza con que si Sánchez logra retener el poder, lo hará gracias a que su rival «tiene principios». Conscientes de que la desmoralización tras no haber conseguido el 23-J el objetivo perseguido no puede enquistarse en una investidura que parece condenada, los populares se preparan para una batalla trabajosa tanto si el país vuelve a las urnas como si tienen que afrontar otra legislatura con Sánchez de nuevo al frente. Y el primer campamento base es la sesión de investidura del 26 de septiembre, que Feijóo preludiará con reuniones desde este lunes con el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, y con los líderes de CC OO y UGT, Unai Sordo y Pepe Álvarez, y con el acto en Madrid contra la amnistía, de partido pero «abierto» a la ciudadanía, del próximo domingo.
Los populares dan por hecho que Sánchez transigirá sin pronosticar, no obstante, qué acabará haciendo Puigdemont. «No te vas seis años en el maletero de un coche para conformarte con unos pinganillos», resumen en Génova en alusión al uso del catalán en el Congreso y la UE. Y sobre la reunión del expresident con Andoni Ortuzar, las mismas fuentes satirizan con que «el PNV puede ser la novia de Feijóo o una de las cuatro amantes de Sánchez».
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