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La guerra interna en ERC, a cuenta de loscarteles ofensivoscontra los Maragall por el alzhéimer del expresidente de la Generalitat, lejos de enfriarse se recrudece. La formación trató hace casi una semana de cerrar el caso, pero lo hizo en falso. Las filtraciones ... siguen a la orden del día y el caso amenaza con contaminar tanto el proceso interno para la elección de una nueva cúpula, como también la decisión sobre la investidura de Salvador Illa.
Unos audios publicados este miércoles por Rac-1 y el diario Ara dejan al descubierto que la cúpula del partido intentó tapar el escándalo. Su difusión ha provocado que ERC anunciara su intención de demandar a su exdirector de comunicación, Tolo Moya, a quien acusa de filtrar información confidencial sesgada. Moya ha sido cesado del cargo que tenía en la actualidad en la Diputación de Barcelona. Se trata de la primera destitución por este caso, toda vez que Sergi Sabrià dimitió como viceconsejero del Govern.
Mientras, el expresidente del partido, Oriol Junqueras, ha firmado un artículo en La Vanguardia, en el que pide a la actual dirección, de la que ya no forma parte, que esclarezca todo lo ocurrido, si bien exime de la polémica a la secretaria general, Marta Rovira, aunque le exige, como máxima ejecutiva del partido, que llegue hasta el final. Entre tanta marejada, ERC tiene que decidir si pacta con el PSC para investir a Illa, una decisión que debe tomar la militancia en las próximas semanas, en una consulta, que puede servir a las bases para dar un correctivo a la dirección por el caso Maragall.
Con la carta, Junqueras se aparta del todo del escándalo y pone el foco en el sector renovador/rovirista, que le exige que no opte a la reelección. Junqueras cree además que la dimisión del exviceconsejero de la Generalitat, Sergi Sabrià, no es suficiente para cerrar el caso. «Cualquier dimisión o expediente vía exprés no puede sustituir el conocimiento de la verdad», asegura. Se debe «llegar al fondo de las responsabilidades de tales actuaciones indignas». «Unos hechos que nos indignan profundamente y que dañan la reputación de las siglas de ERC», remata. El republicano ataca contra «una presunta conjura interna en nuestro partido para llevar a cabo campañas de desprestigio deplorables». Se especula con que en la formación funcionaba una estructura, «la B», para asuntos más controvertidos. «Condenamos de forma radical cualquier funcionamiento de estructuras paralelas y plenipotenciarias, con carácter permanente y recursos ilimitados, para generar campañas en contra de rivales externos, o que incluso pueden ser compañeros de partido», según Junqueras.
En el fondo subyace la lucha por el poder dentro del partido. Tras las últimas elecciones catalanas, la formación republicana entró en crisis. Perdió trece diputados, quedó en tercera posición y se desencadenó una guerra interna. Junqueras y Rovira, que han dirigido ERC desde 2011, rompieron el matrimonio que ha llevado las riendas del partido en los últimos tres lustros. Junqueras cesó como presidente de Esquerra, pero mantiene intacto su intención de presentarse a la reelección en el congreso del partido del 30 de noviembre. El sector renovador reclama nuevos liderazgos y se está movilizando contra Junqueras. Rovira y Aragonès encabezan este sector crítico, pero ninguno de los dos aspira a liderar el partido. Buena parte de los consejeros de Aragonès están en este sector rovirista, que propone a Carme Forcadell como presidenta de consenso. Junqueras asegura que la militancia está con él: Joan Tardà, Joan Ignasi Elena o Gabriel Rufián, también.
El viernes pasado, en Clatallops (Girona), Junqueras y Rovira se fundieron en un abrazo tras el regreso de Ginebra de la secretaria general. Fue una tregua temporal. Por la tarde, el partido celebró un consejo nacional a cara de perro, pues el único punto del orden del día tenía que ver con el caso Maragall. Lo que se sabe a día de hoy es que la campaña de los carteles ofensivos contra los Maragall («Fuera el alzhéimer de Barcelona», decían con la imagen de los dos hermanos) la realizó un militante del partido de Igualada. Ernest Maragall apuntó directamente contra el exdirector de comunicación del partido, Tolo Moya. Tanto Moya como el militante de Igualada tienen abierto un expediente por infracción grave. El exviceconsejero del Govern y exvicesecretario de comunicación del partido, Sergi Sabrià (dimitió por este caso), y el también exvicesecretario de comunicación, Marc Colomer, fueron expedientados en la ejecutiva del viernes, pero de forma leve.
Según los audios difundidos este miércoles por Rac-1 y Ara, el pasado mes de febrero, un año después de que aparecieran los carteles, cuatro altos cargos de la formación debatieron cómo intentar ocultar el escándalo, tras una investigación policial como consecuencia de una denuncia, y tapar que el autor de los carteles partió de la propia ERC para que la polémica no se hiciera aún mayor. En la conversación están los expedientados Moya y Sabrià, así como un cargo de comunicación (Oriol Duran) y un responsable financiero de la formación (Jordi Roig). Ya sabían que un informe de los Mossos apuntaba la autoría de los carteles a ERC. En este sanedrín establecen además quién hará de cortafuegos del escándalo. Cargaron toda la responsabilidad en el militante de Igualada, que actuó de forma individual. «Esto no lo hemos organizado, pero ha pasado». «Estos chicos hacen cositas y funcionan, pero se vienen arriba», dicen en la conversación. Hay una investigación en marcha que debe aclarar si ERC pagó 50.000 euros a los autores materiales de la difusión de los carteles para comprar su silencio.
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