Once horas ha estado la Asamblea Nacional Catalana (ANC), el lobby independentista encargado de organizar las manifestaciones de la Diada del 11-S, intentando elegir a su nuevo presidente y la votación se ha aplazado unos días, después de que ninguno de los dos candidatos ... haya sido capaz de obtener la mayoría necesaria para ser proclamado.
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El cantante Lluís Llach, del sector renovador, se ha enfrentado en la votación a Josep Punga, el candidato oficialista propuesto por sorpresa y a última hora por la anterior dirección. Economista, de Cornellà, tiene 27 años y es de padre congoleño y madre angoleña.
Llach era el favorito y se esperaba que la votación fuera un paseo triunfal. Pero nada más lejos de la realidad. El cantante se ha quedado a un voto, pero no ha conseguido ser investido. Pasadas las 20 horas de este sábado, la ANC ha anunciado que el pleno constituyente ha finalizado sin que ninguno de los candidatos haya conseguido el apoyo necesario de dos tercios de los votos y en consecuencia la organización ha decidido suspender la votación y aplazarla durante los «próximos días». El bloqueo deja a la entidad, que lleva tiempo herida de muerte, en una situación inédita. En juego está la sucesión en el cargo de Dolors Feliu, que renunció a repetir como presidenta después de que la militancia tumbara su propuesta de impulsar una candidatura en las elecciones catalanas.
La presidencia de la ANC la eligen los 77 miembros del secretariado surgido de las elecciones entre las bases. La otrora poderosa ANC, como pasa en buena parte de las entidades secesionistas, está dividida. Todos los sectores son unilateralistas e independentistas radicales. Lo que les diferencia es la relación que proponen unos y otros con los partidos. El sector oficial aboga por enfrentarse a ellos a través de una candidatura electoral, mientras que el ala renovadora busca el acercamiento y no dar el salto a la política institucional.
Lluís Llach no ha logrado imponerse a Punga tras una larga jornada de votaciones. Los dos tercios de los votos precisos para ganar han supuesto un escollo insalvable. Llach ha ganado todas las votaciones (un total de cinco) pero no por la mayoría requerida. El sector oficialista ha jugado al bloqueo, ya que ha presentado a un candidato que la militancia en la primera vuelta apenas tuvo en cuenta, pero que ha servido para frenar al autor de L'Estaca. En la última votación, Punga se ha retirado de la pugna pero sus partidarios han votado en blanco.
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Llach, en cualquier caso, sigue siendo en favorito, salvo que los dos sectores logren consensuar un candidato en los próximos días. El cantautor fue el más votado por las bases y este sábado se ha quedado a un voto de la victoria. Lleva en la cúpula independentista desde 2015. Se sumó a la candidatura independentista Junts pel Sí, impulsada por Artur Mas, junto a ERC. Su rol en la coalición fue la intentar hacer de nexo de unión entre convergentes y republicanos.
Formó parte del estado mayor del 'procés', si bien a diferencia de otros dirigentes secesionistas no tuvo ninguna consecuencia judicial. En 2018, Quim Torra le encargó que liderara un consejo asesor que debía sentar las bases de una hipotética Constitución catalana para el día de la independencia. El 'procés' ya estaba de capa caída, y aunque era testigo de primera mano del divorcio entre Junts y ERC y de las guerras internas en el independentismo, siguió integrándose en entidades de dudosa efectividad como el consejo de la república de Puigdemont, el gobierno paralelo que dirige el expresident desde Waterloo. En febrero de 2024, Llach tuvo la única discrepancia que consta en público con Puigdemont. El cantante cesó como miembro del consejo de la república, tras la decisión de Junts de apoyar la investidura de Pedro Sánchez. Para el sector radical del nacionalismo que representa Llach fue toda una traición, pero perdonó rápido el 'pecado' al líder postconvergente pues en las pasadas elecciones catalanas pidió el voto para Junts y lo ha vuelto a hacer para las europeas.
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Puigdemont tendría con Llach al frente de la ANC un fiel escudero en su estrategia de desgaste a ERC y de presión para que no se produzca la investidura de Salvador Illa y se celebren nuevas elecciones.
La anterior presidenta de la ANC, Dolors Feliu, fue muy lejos en su cruzada antipartidos y al final esa estrategia es la que acabó por derrotarla. Su objetivo era que la propia Asamblea impulsara una candidatura electoral, para castigar a ERC, Junts y la CUP, pero la militancia le paró los pies y tuvo que apartarse. La ANC lleva tiempo partida en dos por esta cuestión. La lista de la ANC no pretendía sustituir a los partidos sino obligarles a dar un giro radical para reactivar el 'procés' y abortar todo tipo de colaboración con partidos «unionistas», según los definen los independentistas
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Llach se opuso a que la ANC auspiciara una lista cívica. El cantautor aboga por un gran pacto entre partidos y entidades civiles como ocurrió entre 2015 y 2017, en que la ANC y Ómnium formaban parte del estado mayor del 'procés', junto a la entonces Convergencia, ERC, la CUP y el Govern. Aboga por recuperar la filosofía de Junts pel Sí, un viejo sueño de Puigdemont. El expresidente de la Generalitat trabaja de hecho por intentar forzar la repetición electoral y fagocitar a ERC y poder armar juntos una candidatura de unidad nacionalista.
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