Pilar Garrido
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Pilar Garrido
«Muy contenta» por la aprobación de una ley de vivienda en cuyas arduas negociaciones ha estado sumergida tres años y que en algo sutura la herida por la reforma del 'solo sí es sí', Pilar Garrido (Badajoz, 1966), ponente en el Congreso del proyecto ... de ley del Gobierno y diputada por Guipúzcoa de Unidas Podemos, sitúa la norma como ejemplo de la capacidad de arrastre de su grupo en el Ejecutivo compartido con el PSOE. No da por finiquitada la legislatura, con iniciativas pendientes como la regulación sanitaria o la de familias. Y tampoco ve en peligro el bloque de investidura, aunque sí traza una línea nítida entre los socios de izquierdas y «la derecha nacionalista».
-¿Cuánto ha pesado la proximidad electoral en la ratificación de la ley de vivienda?
-Bueno, hay que reconocer que eso influye. En Unidas Podemos habríamos estado felices de que hubiera estado aprobada hace seis meses. Pero nos ha venido muy bien la precampaña, porque ha empujado la ley y el presidente del Gobierno, por fin, está haciendo bandera de que se haga real y efectivo el derecho a la vivienda. O sea, que bienvenido sea el tirón electoral. El acuerdo de Gobierno tiene muchos puntos, pero uno esencial era esta ley, hasta el punto de que colocamos como línea roja en dos Presupuestos Generales que siguiera adelante. La defensa del derecho a la vivienda ha estado y está en el ADN de Podemos.
-¿Llegaron a temer que no prosperara?
-Sí, sí, hay que ser sinceras. En muchos momentos, el ala más liberal, por decirlo de alguna manera, del PSOE y cuya cara más visible es la vicepresidenta Calviño no estaba de acuerdo con algunos de los elementos básicos de la ley como la contención de los precios de los alquileres abusivos en las zonas tensionadas. La tuvo bloqueada en la última etapa. Así que sí, la ley ha estado pendiente de un hilo.
-¿Qué habría ocurrido si después del varapalo para ustedes de la reforma del 'solo sí es sí' esto no hubiera prosperado? ¿Podría haber sido el detonante para romper la coalición?
-Habría sido un fracaso, lo habría sido en el avance en derechos. Un chasco con el que nos habríamos sentido bastante mal. A partir de ahí, a Unidas Podemos nunca se le ha pasado por la cabeza salir del Gobierno. Y menos en una situación difícil, en la que todavía podemos hablar de crisis en distintos aspectos. Somos necesarios en la recuperación de derechos y en la construcción del escudo social. Que las viviendas de la Sareb pasaran a los parques públicos de las comunidades autónomas era algo como de cajón de pino ante una situación, además, de emergencia habitacional. La respuesta de los socialistas fue que no se podía. Hasta que al final, tras insistirles, ver la situación y que estamos en campaña, se decide la medida. Eso no habría pasado sin Unidas Podemos en el Gobierno.
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-¿Y no tienen la sensación de que el presidente les acaba robando la cartera argumental?
-(Ríe) Tenemos la sensación de que, al final, el presidente nos acaba dando la razón. Es verdad que una vez que lo hace y se toma la medida en cuestión, pues es él quien se pone la medalla. Pero bueno, es lo que toca. Muchas veces estamos disgustadas al ver que no avanzamos en aquellos asuntos que están en el acuerdo político -no pedimos cosas extrañas- y hay una cierta frustración. Eso pesa, pero desde luego no tanto como para salir jamás del Gobierno. Somos una fuerza política responsable y sabemos que si no estamos en el Gobierno los avances sociales y el bienestar de la ciudadanía, que es lo más importante, estarían en juego. Y no vamos a permitirlo.
-¿Es posible, como dicen, cambiar el paradigma de un problema endémico como el de la vivienda con una ley que ha salido con casi la mitad del Congreso en contra, con división en el bloque de investidura y con las comunidades del PP amagando con recurrir al Constitucional?
-Tenemos un histórico que es muy diferente al de otros países europeos. En España no se han hecho políticas públicas de vivienda, sino política económica sobre la vivienda. El mejor ejemplo es la VPO, pisos con el dinero de todos que luego se han vendido en el libre mercado; y todos los ciudadanos que han podido dar el pelotazo lo han dado porque se les permitía. Hay un cambio de paradigma en el sentido de que esta ley piensa en la vivienda como un derecho y un bien de primera necesidad. ¿Lo va a cambiar todo? Pues no. Esta ley simplemente supone que el buque del Estado gira y va en la dirección correcta, la que marca la Constitución. La vivienda no puede ser una mercancía más. Se puede hacer negocio con la vivienda, sí, pero no especular con un bien de primera necesidad. La especulación es el cáncer que devora nuestras ciudades.
El presidente ha advertido al PP de que sus gobiernos van a tener que cumplir esta ley. Pero algunas de sus previsiones, como la definición de las zonas tensionadas, corresponden al ámbito autonómico. ¿Qué capacidad coercitiva, por decirlo así, tiene el Gobierno para garantizarse su aplicación?
–Es que esta ley tiene muchos contenidos. Por poner un ejemplo referido a Madrid. Cuando han necesitado dinero, Ayuso y los gobiernos en general de la derecha lo que ha hecho ha sido vender el parque público de alquiler y a fondos de inversión, fondos 'buitre'. Pues bien, esta ley prohíbe esa venta de vivienda, algo que van a tener que cumplir todas las comunidades autónomas. Como todo lo que se refiere a avances en la protección de los inquilinos, como es el pago a cargo del propietario de los gastos de la agencia inmobiliaria.
-¿Augura muchos pleitos entre el Estado y las autonomías en manos del PP?
-Yo creo que el PP va a recurrir la ley y utilizará todas las herramientas para no aplicarla. Por eso hay que estar muy atentas a que se respete.
-Una de las críticas más frontales a la nueva normativa es que empodera al inquilino con respecto al arrendador y que ello puede acabar desmotivando a los propietarios a alquilar.
-Es un bulo que esta ley deje desvalido al propietario. Lo que intenta es equilibrar los poderes. En el caso de los desahucios, se busca impedir los de las familias vulnerables sin alternativa habitacional, pero es que a veces el propietario también está en una situación parecida. Lo que se le va a pedir al juez es que haga ese juicio de proporcionalidad.
-Usted no es nacionalista.
-¡No! (Ríe)
-¿Cuánto ha tenido que pelear con ERC y con Bildu para que la norma quedara en el marco estatal que defiende Podemos?
-Es verdad que los nacionalistas, a veces, ven en cualquier acción del Estado una invasión de competencias. Esta ley las respeta, y por eso hemos trabajado de una manera conjunta a fin de llegar a una redacción en la que ellos se sintieran más a gusto, sin perder, claro está, el objetivo común de la norma. Lo que nos falta es un fondo presupuestario. El presidente dice que va a hacer miles de viviendas... Ya, ¿pero cuántos recursos económicos vamos a invertir? En España estamos en el 0,2%, cuando la media europea es del 1,5 o el 2%. Apostamos por llegar al menos al 1%.
-¿Cómo se conjuga que el Gobierno haya salvado la ley con dos formaciones independentistas y, al tiempo, el soberanismo del PNV, el PDeCAT y Junts vote en contra por vulneración de competencias autonómicas?
-Se entiende muy bien cuando ves que esta ley divide a la izquierda y a la derecha. El PNV, que es un partido de derechas, estará aliado con las derechas, igual que el PDeCAT y Junts, cuando se trata de proteger los privilegios de las oligarquías económicas. El mantra de la invasión competencial sirve de paraguas para no discutir del contenido de la ley. El autogobierno no es una bandera, es una herramienta. Y si el Estado puede empujar lo que tú no puedes, pues bienvenido sea.
-La quiebra en el bloque de la investidura, ¿es puntual o va a tener consecuencias más allá?
-Creo que es puntual. Los acuerdos van a depender, como siempre, de los contenidos que estén encima de la mesa.
-No cree, por tanto, que el PNV haya querido enviar el mensaje de que, según las circunstancias, puede pactar con Feijóo.
-Pero eso lo sabemos todas... El PNV es un partido muy pragmático y, si en su momento llegara al Gobierno el señor Feijóo, no va a tener ningún problema en pactar con él como lo hizo con Rajoy.
Pilar Garrido forma parte del núcleo duro de Podemos y mantiene una relación estrecha con la vicepresidenta Yolanda Díaz, que hará campaña junto a ella en el País Vasco -es de lo poco que ha salido a la luz hasta ahora de los planes de la promotora de Sumar en la carrera hacia el 28-M, a la que no concurre su marca como tal-. Garrido se muestra apaciguadora con las tensiones entre su partido y Díaz, pero sí deja claro que no hay proyecto viable en eso que se denomina la izquierda a la izquierda del PSOE si alguien está fantaseando con un fiasco de Podemos en las autonómicas y municipales.
-A fecha de hoy, ¿Cómo están las conversaciones con la vicepresidenta? ¿Existen, no existen...?
-Estamos hablando de partidos políticos centrados ya en campaña electoral y en pelear en cada territorio con un montón de actos, además de la actividad institucional. Quizás no es el momento, pero no porque no se quiera; la coyuntura no favorece hasta que pase el 28-M. Estamos en un 'impasse', y creo que va a haber más tiempo, más tranquilidad, para hablar después. En lo que a mí me toca, es sabido que las relaciones son buenas con Yolanda Díaz.
-Usted mantiene la relación que está mencionando con ella y es amiga de Pablo Iglesias. ¿Está provocando desgarros personales su enfrentamiento a las gentes de Podemos?
-Todas estamos pensando, desde el punto de vista político más allá de las relaciones personales, en que tiene que conformarse un espacio unido para presentar un proyecto sólido de cara a las elecciones generales. Y la mayoría estamos intentando empujar para que eso sea posible.
-No sé si alguien está coqueteando con ese cálculo, pero cunde la impresión de que Sumar pueda estar esperando a un eventual mal resultado de Podemos el 28-M para negociar las listas de las generales en una posición más ventajosa.
-El cuanto peor, mejor es una barbaridad. A todo el espacio político le interesa que el 28-M salgamos lo más fortalecidas posible, porque eso va a permitir tener unas bases arraigadas en el territorio para poder hacer luego una magnífica campaña. Una condición imprescindible para abordar bien esa contienda electoral general es que este 28 de mayo tengamos buenos resultados y salgamos fuertes. Y es también condición imprescindible revalidar los gobiernos autonómicos progresistas de izquierda, porque es lo que va a poner pie en pared al avance de la derecha y de la extrema derecha. No podemos dejar que avancen a través de los territorios para que les sirva de trampolín al Gobierno de la nación.
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