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El intrincado laberinto de siglas que encarna la izquierda española afrontará un nuevo hito el próximo sábado: la asamblea fundacional con la que Sumar aspira a sentar sus bases como partido político «plurinacional y federal» y fijar las reglas de su relación con la quincena ... de organizaciones con las que aspira a mantener el poder territorial que fue perdiendo Podemos desde 2016. Con los morados como rivales ya destapados, Yolanda Díaz encara un delicado proceso que llega en el momento en el que Pedro Sánchez ha renunciado a los Presupuestos de 2024, con los que la líder gallega aspiraba desarrollar las medidas estrella de su programa, y con otro adelanto electoral sobrevenido, esta vez forzado por la decisión autónoma de En Comú, la formación de Sumar en Cataluña, de tumbar el proyecto presupuestario pactado por ERC y el PSC.
Díaz, que parece condenada a manejar estos procesos sin la calma que desea -«El tiempo biológico no tiene nada que ver con el político, que va muy rápido. Nos toca parar y reflexionar», les dijo a los diputados de Sumar hace dos semanas-, volverá a lidiar con las urgencias de un ciclo electoral clave para el futuro de su proyecto y que pasará examen en el País Vasco (21 de abril), en Cataluña (12 de mayo) y en los comicios europeos del 9 de junio. En el recuerdo, el amargo precedente de no haber podido conseguir ni un asiento en el Parlamento gallego el 18 de febrero. Un duro golpe para Díaz en su propia tierra y que en Sumar achacaron a «la concentración del voto en el BNG» y a que su organización aún se encontraba en un estado embrionario que esperan superar este 23 de marzo. Una excusa que caducará tras la asamblea fundacional.
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Miguel Ángel Alfonso
Pero este no es un escenario inédito para la vicepresidenta segunda. Hace casi un año, el 2 de abril de 2023, Díaz lanzó su candidatura a unas generales previstas aún para diciembre, pero que Sánchez adelantó al 23 de julio por los malos resultados de las locales y autonómicas del 28-M. La izquierda tuvo que armar un proyecto en un tiempo récord, con un Podemos que aceptó borrar de las listas a su número dos, Irene Montero -ahora candidata a las europeas-, y con el que salvaron los muebles tras ser claves, con 31 diputados, para que Sánchez retuviera el Gobierno.
Desde entonces estaba pendiente una revisión del modelo de coalición. Mientras la amnistía y la corrupción centran la legislatura, las organizaciones que formaron parte de aquella plancha electoral empezaron a pedir, en mayor o menor medida, su propio espacio.
El caso extremo fue el de Podemos, cuyos cinco diputados -cuatro tras la marcha de Lilith Verstrynge- saltaron al Grupo Mixto. Pero otras organizaciones, como IU o Más País ya han cuestionado, en voz baja si bien es cierto, el estilo de liderazgo que imprime Díaz a Sumar. El rechazo de los comunes a los Presupuestos catalanes se ha interpretado en el PSOE como una falta de control de la vicepresidenta sobre su organización. Pero la líder gallega ha evitado interceder en una decisión que, a una semana de la asamblea fundacional, habría enrarecido la convivencia interna. Todo pese al coste del golpe para la legislatura española.
En el núcleo duro de Díaz sostienen que los comunes constituyen una «organización autónoma» y que el objetivo no es «competir contra ellos». En situación similar se encuentran Madrid, donde conviven Más Madrid e IU, o la Comunidad Valenciana, donde Compromís es la fuerza hegemónica de la coalición. En otros territorios, en cambio, Sumar sí aspira a consolidarse con su propia marca, como ya ha ocurrido en Galicia y en el País Vasco (con Movimiento Sumar o Sumar Mugimendua, respectivamente).
Una situación que obligará a Díaz a manejarse, de nuevo, con sumo tacto. Aunque esta vez lo hará acompañada de los fieles que ocupan los puestos de salida de su lista en la asamblea: Íñigo Errejón, Ernest Urtasun, Marta Lois, Josep Vendrell, Elizabeth Duval y Lander Martínez.
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