No es habitual que las organizaciones multilaterales de América Latina logren mantener una actividad tan continuada en el tiempo como las Cumbres Iberoamericanas, que iniciaron su andadura en 1991 en México, Guadalajara. Desde entonces, ha reunido ya hasta en 28 ocasiones a jefes de Estado ... y de Gobierno de los principales países de la región , España y Portugal y eso ,en sí mismo, podría justificar que el Rey se refiriera a ellas este sábado, durante su intervención en el encuentro que este sábado tuvo lugar en el Ministerio de Asuntos Exteriores de República Dominicana como una «iniciativa de éxito» o que Pedro Sánchez las reivindicara como «logro de la política exteriorespañola». Aunque a menudo, como ha ocurrido en esta ocasión, los resultados no alcancen todos los objetivos marcados.
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Generar un mínimo consenso entre países con posiciones ideológicas tan diversas e incluso con concepciones de la democracia tan distantes no siempre es fácil. En esta cumbre, de la que se ausentaron dos pesos pesados como el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, -que mantiene una relación conflictiva con España, a la que recientemente acuso de haber dado «continuidad al franquismo sin Franco»- o el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva -que debía viajar a Pekín para entrevistarse con el presidente Xi Jimping, aunque acabó anulando la cita por enfermedad- se pudo oír al progresista chileno Gabriel Boric, criticar con más dureza que nadie la «dictadura familiar» de Daniel Ortega y Rosario Murillo en Nicaragua. O a la ministra peruana de Exteriores, Ana Cecilia Gervasi replicar airada al presidente colombiano Gustavo Petro después de que este criticara el encarcelamiento de Pedro Castillo por su autogolpe del pasado diciembre.
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Los trece mandatarios reunidos en Santo Domingo acabaron firmando, como estaba previsto, la «Ruta Crítica de Seguridad Alimentaria, Incluyente y Sostenible en Iberoamérica», la «Carta Medioambiental Iberoamericana,» para la protección de hábitats y océanos; y la «Carta Iberoamericana de Principios y Derechos en Entornos Digitales», impulsada por España para dotar al imparable proceso de la transfromación digital de una «perspectiva humanista». Sin embargo, ni fueron capaces de alcanzar el acuerdo para aprobar la propuesta sobre una nueva arquitectura financiera, en la que se habían comprometido a trabajar hace un año en Andorra ni -y esto sí era más previsible- fueron capaces de articular una posición unánime contra la invasión de Ucrania por parte de Rusa , que ni Nicaragua, Venezuela, Cuba, Bolivia ni El Salvador han querido condenar en la ONU.
La propuesta sobre un instrumento financiero para que los países en desarrollo de rentas medias, y no solo los de rentas bajas, tengan acceso a fondos para hacer frente al impacto de la pandemia y a la «onda expansiva» de la guerra, había sido planteada por el Gobierno dominicano, organizador de esta última cumbre. Pero finalmente se ha encomendado a Ecuador, que asume la convocatoria prevista par 2024 en Quito, que elabore un nuevo texto. Patada adelante.
En cuanto a la posición sobre la guerra, todo lo que se pudo lograr fue una declaración genérica y ambigua que reza: «Trabajaremos por la paz completa, justa y duradera en todo el mundo basada en los principios de la Carta de Naciones Unidas, incluyendo los principios de igualdad soberana e integridad territorial de los estados» y en la que no aparece la mínima mención a Ucrania.
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