El escándalo que descabeza a la jefa del CNI

Pere Aragonès, espiado junto a los expresidents Artur Mas, Carles Puigdemont y Quim Torra, congela las relaciones con el Gobierno. El Ejecutivo de Sánchez niega que haya vigilado a los secesionistas.

El líder de la Generalitat y su partido, ERC, elevan el tono y avisan al presidente de que la mayoría de la investidura pende de un hilo. El secesionismo más radical, con Puigdemont al frente, compara el 'catalangate' con los GAL y se pregunta quién es el «señor X» de la trama.

Bajo la presión de Junts que le exige romper ya con Sánchez, Aragonès da una semana a Sánchez, con el que quiere reunirse, para que aclare lo ocurrido. Afloran las voces que piden que se constituya la comisión de secretos oficiales varada en el Congreso por la falta de acuerdo.

Sánchez mueve ficha con un viaje del ministro Bolaños a Barcelona para intentar encauzar la crisis con el Govern. El CNI compró a la empresa israelí NSO el 'malware' Pegasus a principios de 2016 coincidiendo con la llegada de Puigdemont a la Presidencia de la Generalitat.

Bolaños ofrece a la Generalitat cuatro medidas: un «control interno» en el CNI, a petición del centro según el ministro; impulso a la conformación de la comisión de secretos; una investigación por parte del Defensor del Pueblo; y posible desclasificación de documentos reservados si lo pide la justicia. El cortafuegos del Gobierno no contenta a Esquerra.

El escándalo comienza a poner en riesgo la aprobación del decreto de medidas socioecómicas del Gobierno ante la guerra en Ucrania. Por distintas razones, ERC y el PP amenazan con tumbarlo.

Rivales y socios acorralan al Ejecutivo en el Congreso. ERC, pero también Podemos, exigen el cese de Margarita Robles. La ministra de Defensa indigna al independentismo al preguntarse qué tiene que hacer un gobierno si le declaran la secesión.

Sánchez salva por los pelos el plan anticrisis al contrarrestar Bildu con sus votos el 'no' de ERC. La coalición de Otegi entra por primera vez en la comisión de secretos que se constituye en medio de la bronca.

Los secesionistas activan la vía judicial. El foco comienza a orientarse hacia la directora del CNI, Paz Esteban.

En una revelación sin precedentes, el Gobierno destapa que los móviles del presidente y de Robles fueron intervenidos con Pegasus. Las intromisión coincide con la quiebra con Marruecos y los indultos a los presos del 'procès'. ERC aprieta y lo tilda de «cortina de humo».

El Ejecutivo sortea una comisión de investigación en el Congreso gracias al PP, que, no obstante, se suma a los aliados de Sánchez para forzar su comparecencia ante la Cámara.

En su comparecencia parlamentaria, Robles avala a la jefa del CNI, mientras Podemos pide a la ministra que se vaya. Trascienden los roces entre ella y Bolaños sobre a qué departamemto compete vigilar el móvil del presidente.

Esteban presenta en la comisión de secretos, a puerta cerrada, los documentos que evidencian que el CNI investigó a 18 independentistas con autorización del juez del Supremo Pablo Lucas. Uno de ellos es Pere Aragonès.

Sánchez y Aragonès se ven en un acto en Barcelona con la continuidad de la legislatura en el aire. El presidente cede y abre la puerta a un encuentro cara a cara con el dirigente de ERC.

El Gobierno recibe el informe del CNI sobre el espionaje a los miembros del Gobierno y entrega la cabeza de Esteban para salvar la Moncloa. Robles sitúa a su número dos, Esperanza Casteleiro, al frente del centro.