La crisis en el PP alarma a los territorios por su impacto a solo un año de las elecciones

El hartazgo en los cuadros territoriales es patente, ya que serán los primeros en medir el impacto de la crisis en las urnas. El calendario preocupa también en clave interna. El descarnado enfrentamiento entre Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso amenaza con convertirse en la enésima eventualidad que altera la agenda de congresos regionales del partido, pendientes de celebrarse en varias comunidades además de Madrid. Pasados los comicios en Castilla y León y alejado el fantasma de un adelanto en Andalucía al menos antes del verano, todo parecía encarrilado para lanzar el maratón de cónclaves, pero ahora todo está en el aire.

Más allá de Alberto Núñez Feijóo, erigido en portavoz oficioso, fueron varios los barones que se pronunciaron este lunesr, algunos en términos muy crudos. El presidente del PP canario, Manuel Domínguez, dibujaba la pugna interna como un «harakiri» y repartía la responsabilidad por igual entre Casado y Ayuso: «Juntos harían un partido imparable, como se estaba haciendo, pero separados lo han destruido». Para el castellanomanchego Paco Núñez, «la situación es tremendamente complicada», mientras que el extremeño José Antonio Monago imploraba «agotar las vías de diálogo».

Los líderes territoriales buscan, sobre todo, una solución rápida. «Ante algo así, no podemos quedarnos tocando la lira observando el incendio. Hay que tomar decisiones drásticas que den la voz al afiliado ya», urgía el catalán Alejandro Fernández. Ahí se encuadraría la convocatoria de un congreso nacional extraordinario en el que se elegiría líder con un sistema mixto, primero los afiliados y luego los compromisarios. Eso sí, los barones tampoco ocultan su temor a que ese eventual cónclave pudiera dividir aún más a la formación. El vasco Carlos Iturgaiz, por ejemplo, recetaba «un congreso de unidad» y no uno «cainita y guerracivilista».

El principal respaldo territorial que le queda a Casado está en Murcia, una de las cinco comunidades gobernadas por el PP y tierra de su secretario general, Teodoro García Egea, artífice de la operación que neutralizó la moción de censura PSOE y Ciudadanos contra Fernando López Miras. El presidente regional volvió a cerrar filas con el líder conservador al apelar a «la unidad para trabajar en lo que demandan los españoles». Génova también ha recibido el apoyo de otros líderes autonómicos como Ana Beltrán (Navarra), que a su vez es secretaria nacional de Organización, y de Jorge Azcón (Aragón), recién elegido en el cargo, pero en las últimas horas han optado por el silencio.

A partir de ahí, y al menos en público, los barones evitan posicionarse en un bando ante un horizonte interno que nadie se atreve a dar por seguro. «El PP es como un junco, nos podemos doblar, pero nunca nos vamos a romper», volvía a tirar de comparación Bendodo. La andaluza es la organización territorial más interesada en cerrar este capítulo cuanto antes para afrontar unas elecciones en las que los populares se juegan seguir gobernando, ya sea con un Ciudadanos a la baja o gracias a un Vox al alza que fía sus expectativas nacionales a esa cita autonómica.