Cristian Reino
Barcelona
Jueves, 20 de septiembre 2018, 20:48
Miles de personas se manifestaron este jueves frente al Departamento de Economía de la Generalitat, en el centro de Barcelona, para reclamar la libertad de los dirigentes secesionistas que están presos y para reivindicar la independencia. Un año después, miles de personas conmemoraron la ... protesta que se produjo el 20-S en el mismo lugar mientras la Guardia Civil registraba la consejería.
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Una concentración, la de entonces, convocada de manera espontánea y que supuso el aviso del independentismo de que no pisaría el freno en los acontecimientos que estaban por llegar, sobre todo el referéndum del 1-O. Los convocantes de la protesta, Jordi Sànchez y Jordi Cuixart, están hoy en prisión acusados de sedición. Hace un año se dirigían a la multitud, megáfono en mano, subidos en uno de los coches de la Guardia Civil.
Los actuales líderes de las plataformas secesionistas advirtieron a los poderes del Estado de que el secesionismo no piensa parar. «No pasarán. A la calle, a luchar en la calle las veces que haga falta», arengó el líder de Ómnium. «Estamos aquí y estaremos siempre que haga falta», afirmó en los parlamentos finales, para «seguir defendiendo la república». Marcel Mauri exigió directamente al Gobierno que inste a la Fiscalía a retirar los cargos que se imputan a los 'Jordis' si no quiere ser «cómplice de la extrema derecha» y ser responsable de sentar en el banquillo a personas «inocentes». La presidenta de la ANC, Elisenda Paluzie, también llamó a la unidad del secesionismo para poder volver a tener un «éxito» como el que a su juicio tuvo el independentismo el 1-O. «España demuestra que, a pesar de todo, es un Estado débil, somos capaces de vencer», aseguró.
El 20-S de hace un año fue un punto de inflexión en varios sentidos. En lo que supuso la acción de la justicia contra los líderes secesionistas y en lo que tiene que ver con la presión de la calle a los artífices del proceso. Fue el día que hizo prever el choque de trenes del 1-O, aceleró los hechos de octubre y dejó tras de sí la primera manifestación en cinco años que dejó de ser festiva y tuvo consecuencias penales. El día que los poderes del Estado dejaron claro al Gobierno catalán que con el 1-O no serían tan laxos como con el 9-N.
Las plataformas soberanistas insistieron este jueves en presionar al Gobierno. Pero un año después, las reclamaciones ya no son tanto sobre la independencia como a favor de la libertad de los presos, un ejemplo de cómo ha cambiado el panorama del proceso en solo doce meses. El independentismo, a pesar de las divisiones internas, mantiene su capacidad de movilización. Torra pidió un otoño caliente y la gente le respondió con una protesta quizá mayor que la de hace un año (en 2017 fueron 40.000 personas) y también con la reclamación de que no dé ni un paso atrás.
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En lo que se refiere a los líderes del soberanismo con cargo político, podría decirse que no faltó nadie en la manifestación de hoy. El Gobierno catalán acudió en pleno, lo mismo que buena parte de los grupos parlamentarios de JxCat y ERC. Y también la CUP, que formó una columna junto a los CDR después de conmemorar en su sede el intento de la Policía Nacional de irrumpir hace un año en su oficina central. Los comunes también hicieron acto de presencia.
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