Las cinco fórmulas de referéndum de Aragonès

Hay cinco tipos de referéndum, sin que el grupo de expertos se decante por ninguno de ellos. El primero plantea una consulta a la ciudadanía de Cataluña sobre la conveniencia de que el «Parlamento catalán inicie un proceso de reforma constitucional que podría contemplar la independencia». Es una forma de pregunta indirecta. En el dictamen califican este referéndum de «inicio en el territorio subestatal». El segundo sería de ratificación en Cataluña para que los catalanes voten un acuerdo político previamente adquirido sobre la independencia o una nueva acomodación dentro del Estado. Votar sobre un acuerdo, como un nuevo Estatuto, ya está contemplado en los compromisos pactados por PSOE y ERC en la mesa de diálogo.

El tercero implica a toda la ciudadanía española. Plantea una votación en toda España, que preguntaría a la población si estaría de acuerdo con que el Gobierno autorizara una consulta sobre la independencia en Cataluña o sobre un nuevo encaje en el Estado. Los miembros del sanedrín advierten sobre esta opción el problema que comportaría un resultado diferente en Cataluña del resto de España. La cuarta consulta preguntaría en toda España la «ratificación» de los «términos de la independencia» o en su lugar una «nueva acomodación en el seno del Estado acordados por los representantes». Es decir, propone votar sobre los términos de la desconexión. La quinta sería una combinación de las anteriores: un referéndum en Cataluña y otro en toda España para medir las «preferencias de ambas ciudadanías sobre un escenario específico de acomodación».

El sanedrín de Aragonès plantea también dos alternativas al referéndum, si Madrid y Barcelona no fueran capaces de llegar a un consenso sobre la votación, según ha avanzado El Periódico. La primera consiste directamente en que el Gobierno y el Govern pudieran llegar a un acuerdo político, una especie de pacto bilateral. Además, sugiere unas elecciones plebiscitarias (Mas lo intentó en 2015), pero el informe avisa de que para que estos comicios sean un plebiscito de verdad, todos los partidos deben estar de acuerdo en ello.

Sobre el referéndum, en genérico, el grupo de expertos enumera una serie de requisitos, que el 9-N y el 1-O no cumplieron: máximo consenso político, no puede ser concebido como una operación «de parte», debe respetar «el ordenamiento jurídico vigente» y con «financiación pública adecuada». La pregunta debería ser «clara y concreta». Los expertos identifican pros y contras para las consultas soberanistas. Creen que consiguen un grado elevado de legitimidad democrática y visualizan con mayor precisión las preferencias de la ciudadanía sobre un tema concreto. Eso sí, advierten de que «generan dinámicas polarizadoras» y «pueden tener el efecto de profundizar en la división social». «Pueden socavar las dinámicas favorables a la construcción de un consenso político», alertan. «Difícilmente proporcionarán una resolución única, simple y efectiva para resolver el conflicto en toda su complejidad», avisan. El argumento de la división es uno de los que aduce el Gobierno para negar un referéndum a los nacionalistas.