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Los cinco días de reflexión que anunció el miércoles Pedro Sánchez para decidir si merece la pena seguir o no al frente del Gobierno por la denuncia de Manos Limpias contra su mujer han situado a esta legislatura, ya de por sí compleja por la ... endiablada aritmética y la ley de amnistía, en terrenos inclasificables. Desde su llegada a la secretaría general de su partido hace casi diez años, al hoy -todavía- presidente del Gobierno y líder socialista se le ha atribuido un sexto sentido que le ha permitido capitalizar políticamente momentos de gran desconcierto.
Pero tras la 'carta a la ciudadanía' todo son especulaciones sobre el fundamento de este paréntesis institucional y el anuncio que puede hacer el jefe del Ejecutivo este lunes.
Si los motivos son realmente de carácter personal por el hostigamiento de la derecha y la ultraderecha política y mediática contra él y su familia o de mera estrategia electoral para reforzar el marco político sobre el que se cimenta su acción de gobierno en plena campaña de las autonómicas en Cataluña y a poco más de un mes de las europeas. Y si el presidente va a dimitir sumiendo a España en un vacío de poder, si se someterá a una cuestión de confianza o si seguirá en Moncloa reforzado por las muestras de apoyo recibidas en el comité federal de su partido convertido en un brindis de demostración de apoyo y presión al líder para que se quede.
Nadie sabe lo que puede pasar y son pocos los que se atreven a pasar de la política-ficción y el relato partidista a las reflexiones sosegadas. Juan José Laborda, Edurne Portela, Cristóbal Torres, Elisa de la Nuez y José María Lassalle aceptan la propuesta de este periódico y ofrecen su punto de vista sobre los motivos que han podido llevar a Sánchez a tirar del freno de mano, qué salida tiene el presidente tras el envite a la ciudadanía y cómo puede revertirse el grado de polarización, que no es exclusivo de nuestra democracia, pero que va camino de enquistarse.
Senador constituyente, expresidente del Senado entre 1989 y 1996 y miembro del Consejo de Estado hasta septiembre, Juan José Laborda (Bilbao, 1947) apela al espíritu de la Transición y el bagaje de España como precursora del «consenso» para salir de la etapa de crispación actual. «¿Vamos a consentir que el futuro sea como quieren los demagogos populistas?», se pregunta.
1. ¿Tiene motivos el presidente del Gobierno para abrir esta crisis?
Aunque personal y familiarmente tacha de «comprensible» que Sánchez esté afectado, cree que por el compromiso que asumió públicamente cuando juró la Constitución el presidente no puede dejar sus funciones unas horas para anunciar después si continúa o no. «Olvida que fue elegido por el Congreso y su carta a los ciudadanos, explicando su valoración subjetiva y respondiendo desabridamente al juez que estudia la denuncia contra su esposa, no tiene encaje legal en las normas constitucionales», reflexiona. No obstante, Laborda asume que estas circunstancias «desmoralizantes» se deben a que las instituciones han sido «atropelladas dentro de la lucha electoral y partidista», buscando el poder por el poder. «Las instituciones, la ley y, en suma, la política, han sido ignoradas por ese clima estéril de la polarización», afirma.
2. ¿Qué salida tiene Pedro Sánchez?
Reduce a dos los escenarios: quedarse o abandonar. «Pienso que las dos están seriamente dañadas en su credibilidad y en su reputación», augura.
3. ¿Qué cabe hacer para que la polarización actual no sea irreversible?
Reconoce que la polarización conduce a que los partidos constitucionalistas se desgasten y sólo beneficia a las minorías políticas. «Hacer borrón y cuenta nueva fue la manera con la que hicimos la Transición, aprobamos la Constitución y la manera con que ingresamos en el Consejo de Europa en 1978, y en la Comunidad Europea en 1985.
La historiadora y filóloga Edurne Portela (Santurce, 1974) reconoce que es de dar «opiniones lentas» para asuntos de calado como esta crisis insólita pero recoge el guante para compartir su deseo de que la ciudadanía tome conciencia y se abra un debate a largo plazo y más profundo sobre el estado de la democracia.
1. ¿Tiene motivos el presidente del Gobierno para abrir esta crisis?
«Creo que la crisis no la ha abierto el presidente», responde Edurne Portela. Defiende que la cuestión de fondo va más allá del «acoso» dirigido a la intimidad de Pedro Sánchez, es «una forma de forzar las instituciones hasta tal punto que es un síntoma de acoso a la inestabilidad de las instituciones». Una situación que, a su juicio, coincide con la irrupción de la ultraderecha en el espacio público, político y social. «Hay una presión forzando la opinión pública y creo que es para forzar el aguante de la democracia».
2. ¿Qué salida tiene Pedro Sánchez?
No se atreve a elucubrar, pero comparte su deseo de que este momento sirva para potenciar un debate sobre qué democracia queremos y estamos dispuestos a defender ante la crispación que ella define de «uso de las instituciones y de la judicatura para campañas que no son políticas sino de desprestigio y erosión». A su juicio, «si algo bueno puede salir de aquí es una conciencia de que nuestra democracia está en peligro».
3. ¿Qué cabe hacer para que la polarización actual no sea irreversible?
Portela es optimista sobre que la polarización se pueda matizar «creando un espacio de diálogo intermedio» que se puede aplicar a los medios de comunicación. «La información que sale del Congreso está mediada muchas veces. Hay toda una serie de debates de información e incluso de ejemplos cívicos que se puede dar desde los medios».
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Catedrático de Sociología de la UAM y exdirector del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) entre 2016 y 2018, Cristóbal Torres (Alicante, 1961) alude a las similitudes del órdago de Sánchez al de Felipe González cuando dimitió como secretario general del PSOE en 1979 o la salida del propio Sánchez en 2016 para volver tras ganar las primarias.
1. ¿Tiene motivos el presidente del Gobierno para abrir esta crisis?
Torres distingue la decisión desde el punto de vista de «clima familiar» y de «percepción subjetiva» de los acontecimientos políticos. Califica su comportamiento de «muy humano», pero asume que no es incompatible con una jugada política. «De acciones no deseadas que se gestan inicialmente de una manera el resultado puede acabar siendo muy distinto», señala.
2. ¿Qué salida tiene Pedro Sánchez?
El sociólogo no descarta un «me he cansado tras un ciclo de seis años». Un periodo que no considera «una mala marca» en la que el Gobierno ha desarrollado políticas y dejado una huella. «Pero conociendo un poquito la historia del presidente no creo que vaya a suceder», cavila, recordando otros saltos al vacío como los de González o el anterior de Sánchez. «Si se va, sería el primer presidente que se marcha, no le echan, en loor de multitudes. Y al poco su sucesora convoca generales en un periodo prudencial en las que volvería por la puerta grande».
3. ¿Qué cabe hacer para que la polarización actual no sea irreversible?
El sociólogo es pesimista sobre rebajar este clima y no busca un único culpable: «La idea de la superioridad moral me parece muy nociva para la convivencia», sentencia. Reconoce que hay políticos tanto del PP como del PSOE que se mueven bien en esta dinámica, a lo que se suma el contexto de redes sociales de «desarticulación de los medios de comunicación» y un contexto internacional que no es proclive.
Abogada del estado en excedencia, exasesora de Ciudadanos, abogada en activo y presidenta de la Fundación Hay Derecho, Elisa de la Nuez (Logroño, 1964) piensa que la denuncia contra Begoña Gómez no va a tener recorrido judicial.
1. ¿Tiene motivos el presidente del Gobierno para abrir esta crisis?
«Uno tiende a pensar que a parte del tema personal también hay algo de estrategia y de cálculo político. ¿Por qué ahora y no hace tres meses? porque estamos en campaña electoral y con otras elecciones a la vista». De la Nuez pone el foco en lo «insólito» e «inédito» de la misiva. En primer lugar, que se plantee seguir por una circunstancia que ya estaba en la agenda política. Y en segundo, que se dirige directamente a la ciudadanía. «Como jefe del Gobierno tiene todos los resortes institucionales para dirigirse en el Parlamento o plantear una cuestión de confianza».
2. ¿Qué salida tiene Pedro Sánchez?
Desde su punto de vista, el presidente del Gobierno está planteando la situación como un plebiscito pero no desde el ángulo regulado por una cuestión de confianza de los partidos en las Cortes, sino directamente de la ciudadanía para tratar de movilizar a su electorado. «Los plebiscitos y más en la calle o en las redes sociales, pueden salir bien o mal. Pero lo que llama la atención es que está operando fuera del marco institucional y esta es una situación desconocida en nuestra democracia».
3. ¿Qué cabe hacer para que la polarización actual no sea irreversible?
De la Nuez hace dos reflexiones: «Para que haya polarización tiene que haber dos polos, o sea que los medios de comunicación cuanta más contención y tranquilidad y menos hiperventilación mejor. La segunda, apelar a la propia ciudadanía. Esto hay que tomárselo con sosiego por todos por todas partes».
Exdiputado y exsecretario de Estado con el PP en la etapa de Rajoy, José María Lassalle (Santander, 1966) entiende las razones del presidente del Gobierno «si es una cuestión vivida realmente en los términos que describe la carta» pero prevé una salida complicada si el lunes no dimite o si no se somete a una cuestión de confianza.
1. ¿Tiene motivos el presidente del Gobierno para abrir esta crisis?
Para Lassalle, la carta «exhibe una tensión moral que compromete su compromiso con la política. Algo tan personal que merece respeto si es auténtico», justifica. Aquí está, en su opinión, la clave: «La sinceridad humana que acompaña una decisión con la que podemos empatizar pero que no admite doblez ni cálculo. Si fuera una maniobra táctica y se evidenciara como tal, no habría perdón».
2. ¿Qué salida tiene Pedro Sánchez?
En el caso de que dé explicaciones y continúe, «proyectará sombras sobre la autenticidad de su decisión y esta perderá el golpe de efecto de la ejemplaridad», defiende. «Si dimite, se convertirá en un héroe democrático que demostrará que hace cosas que los políticos se supone que no harán nunca: renunciar al poder por amor. Esto tendría un efecto que podría hacerle ganar batallas como al Cid después de muerto. En España y en Europa», sostiene. La tercera vía, la cuestión de confianza, «podría ser la salida más razonable si la hiciera girar sobre la autenticidad ejemplar de la política, sobre sus límites y el sentido de la misma».
3. ¿Qué cabe hacer para que la polarización actual no sea irreversible?
En su opinión, «devolver a la política la dignidad perdida estos últimos años» en un momento crucial. «Si la democracia no restaura el liberalismo de las formas, de la educación, las reglas, la tolerancia y la formalidad, irá derechita a las fauces del populismo y el todo vale».
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