Nadie dimite a plazos

Pero si echamos un vistazo a su trayectoria política desde las primarias de 2014 que le llevaron a la secretaría general del PSOE hasta las pasadas elecciones generales descubriremos que, sorprendentemente, el guion de sus éxitos siempre ha sido el mismo: el victimismo.

Da igual si era el malvado aparato del PSOE de Rubalcaba, la odiosa Susana Díaz vendida al capital, los poderes fácticos, los aviesos empresarios y el capitalismo internacional, la derecha y la ultraderecha rampantes o el anticiclón de las Azores, en cuanto Sánchez se ha encontrado en problemas, su estrategia siempre ha sido la misma, presentarse como la una víctima para tratar de despertar un sentimiento de solidaridad suficiente como para poder alzarse con el poder o mantenerse en el mismo. Y no le ha funcionado nada mal.

Por lo que desengáñense, a pesar de los aspavientos de Moncloa y sus sucursales, no creo que estemos sino ante una nueva edición de esa misma estrategia de siempre multiplicada por mil y perpetrada irresponsablemente ante los ojos de toda la prensa internacional en un momento de crisis global desde el mismísimo palacio de la Moncloa con el fin de imponer su agenda política y así hacer olvidar al personal los problemas de toda índole que le atenazan tratando de que suene la flauta de nuevo en las elecciones catalanas y, sobre todo en las europeas, que es donde verdaderamente se la juega.

Y es que nadie dimite a plazos. Ni siquiera Pedro Sánchez.