Cada president de Cataluña elige su espejo secesionista en el mundo

En la semana en la que ERC ha reverdecido su reivindicación de un referéndum independentista, cabe recordar que todos los presidentes de la Generalitat nacionalistas han repetido más o menos lo mismo: que no hay fórmula mágica para llegar a la secesión y que ningún caso es 100% aplicable al catalán. Pero todos ellos se inspiraron en algún modelo separatista. El independentismo catalán ha dado la vuelta al mundo buscando un ejemplo.

La antigua república soviética se independizó de la URSS en 1990. Este precedente causó admiración en el nacionalismo catalán. El soberanismo confió en que tras Lituania se produciría un efecto dominó en Europa. Pero solo tuvo lugar en la Europa del Este.

El exmandatario catalán viajó a Moscú y se reunió con el entonces presidente, Boris Yeltsin. A su vuelta, admitió que el caso lituano igual no encajaba con las aspiraciones catalanas, porque era poco probable que España se desmoronara como lo hizo la Unión Soviética. «Cataluña es como Lituania, pero España no es la URSS», reconoció.

Artur Mas se puso a rebufo de Escocia para intentar celebrar un referéndum. La consulta escocesa fue posible tras un acuerdo entre Londres y Edimburgo. Escocia votó el 18 de septiembre de 2014. Ganó el no con el 55%. Mas no obtuvo el visto bueno del Gobierno español. Aun así, siguió adelante con una consulta unilateral, que ya se apartaba del modelo escocés; 1,8 millones de personas votaron el 9 de noviembre de 2014 en Cataluña.

El país balcánico logró separarse de Serbia en 2008, después de que su Parlamento declarase la independencia de manera unilateral. Buena parte de las potencias occidentales reconocieron la secesión. El Tribunal de la Haya sentenció en 2010 que la independencia de Kosovo no vulneró el derecho internacional, porque se produjo tras un conflicto armado con Serbia.

El expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, defendió el modelo de escocés, pero en seguida lo metió en un cajón. Pasó al referéndum o referéndum. Y luego, a la declaración unilateral de independencia. «Me reuniré con la UE. El presidente de la Comisión Europea recibió al primer ministro de Kosovo y lo es gracias a una declaración unilateral», advirtió en 2016.

Quim Torra viajó en 2018 a Eslovenia y regresó a Barcelona encandilado por el país balcánico. «Estamos dispuestos a todo para vivir libres», proclamó. Ese todo, en Eslovenia, fue un centenar de muertos. Los eslovenos se independizaron de Yugoslavia tras una guerra de diez días en 1991. «La vía eslovena es la nuestra», aseguró Torra.

Eslovenia celebró un referéndum unilateral en 1990, con un 93% de participación y un voto a favor de la secesión del 95%. A los seis meses, el Gobierno declaró la independencia. Belgrado respondió con una guerra de diez días.

El hoy presidente de la Generalitat plantea un acuerdo de claridad a la canadiense para llevarlo a la mesa de diálogo. Propone fijar las condiciones para celebrar un referéndum, como estableció el Supremo de Canadá para Quebec y sugiere negociar con el Gobierno la votación, como fijó el caso escocés, para que tenga el reconocimiento internacional.

ERC es la que incluye a Montenegro. Los republicanos plantean un referéndum acordado con Madrid y con aval de la UE que para ser válido tenga una participación de al menos el 50%. Y para que el sí a la independencia, haría falta una victoria con un mínimo del 55% de los votos.

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