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Ainhoa de las Heras
Jueves, 11 de enero 2024, 09:02
«Para mí verles es una pesadilla. No tengo fuerzas para enfrentarme a ellos. Será Dios quien lo haga». Ana Claudia, la madre de Alexandru Andrei Ionita, 'Alex', el joven apaleado por un grupo de 16 individuos en Amorebieta hace dos años y medio, sólo ... espera que el juicio a los siete adultos implicados en la salvaje agresión termine cuanto antes, «le dejen en paz seguir con su recuperación y ellos se queden en la cárcel».
La vista comienza el próximo lunes, 15 de enero, con la declaración precisamente de los progenitores y de los siete acusados, y se prolongará durante nueve jornadas hasta el 25 de enero. La Fiscalía pide para cada uno de ellos 14 años y ocho meses de prisión por el delito de asesinato en grado de tentativa.
«¿Qué puedo esperar?», se pregunta resignada mientras las lágrimas caen por sus mejillas. «Que se haga justicia. Le han desgraciado de por vida, nos han destrozado a todos, y ellos estarán sanos y enteros en la cárcel con toda la vida por delante». «No hay castigo que le pueda quitar ni un uno por ciento de lo que está pasando mi hijo», se duele. Seis de los acusados permanecen en prisión provisional desde que fueron detenidos por la Ertzaintza y el séptimo está en libertad con la obligación de personarse en el juzgado. Los seis menores condenados cumplen ya las medidas de internamiento de entre 3 y 5 años impuestas por un juez de menores y ratificadas por la Audiencia vizcaína. La familia aún no ha recibido ni un euro de la indemnización fijada por la resolución ni saben si se va a hacer efectiva porque «se han declarado insolventes». Está por ver si, al tratarse de menores, la Diputación asume parte de esa cantidad. En cualquier caso, el dinero iría a nombre de 'Alex' y sus padres no podrían tocarlo sin una orden judicial. Sus allegados evitan hablar del juicio delante de él porque «se pone muy nervioso y se arranca la ropa».
Ana Claudia ha entregado su vida a la recuperación, aunque mínima y muy lenta, de su hijo. «Vive atada a su cama», resume Alexandra, amiga de la familia y que ejerce de traductora de rumano. El chico, que hoy tiene 25 años, quedó en estado vegetativo por los golpes y patadas que recibió en la cabeza el pasado 25 de julio de 2021 en las campas de Jauregibarria. Tras salir del coma y del hospital y en contra de los pronósticos médicos, 'Alex' ha ido realizando pequeños progresos gracias a la fisioterapia que costea la familia en casa y en una clínica privada de Barcelona. La mujer recibe 130 euros de ayuda al mes por hacerse cargo de su hijo, que tiene reconocida una dependencia del 91%. No alcanza la cifra máxima de 600 euros de pensión porque «se negó a abandonar a su hijo de 25 años en una residencia», aclara Alexandra.
Una benefactora, que quiere permanecer en el anonimato, y de la que sólo conocemos su nombre, Roxana, ha pagado hasta ahora los 4.700 euros que suponen al mes esos tratamientos, el traslado en ambulancia hasta la ciudad condal, la silla de ruedas especial y todos los gastos extra.
En este tiempo, la evolución del joven, aunque dentro de unos límites, ha sido espectacular. Les anunciaron que nunca podría comer, que tendría que alimentarse por sonda, y ahora «engulle» y bebe coca-cola, que le encanta, con una pajita. Tampoco iba a volver a pronunciar una palabra y «habla mucho conmigo», dice la madre, que traduce los sonidos guturales que salen de su garganta. Se dirige a él en rumano y le anima a repetir «¡mamá, agua!». Cada vez tiene más fuerza en su brazo izquierdo. En los nudillos lleva tatuado el nombre de su grupo preferido y empieza también a mover ligeramente la mano y el pie derecho. Su madre alimenta la «esperanza de que vuelva a andar». «Me lo has prometido», le sonríe. Sueña que juntos vuelven «de la mano a Rumanía». «Hoy en día, es imposible. En Rumanía no estamos preparados, y menos en nuestra zona, Alba Iulia. En los hospitales todo funciona con dinero. Si le hubiera pasado allí, no habría salido adelante», agradecen.
Sin embargo, a la entregada madre se le rompe el corazón cuando su hijo «quiere levantarse y no puede» y cree que «se da cuenta de lo que le está pasando». El último TAC que le practicaron el pasado 10 de diciembre en el hospital de Cruces indicó que su estado sigue estable, aunque se aprecia una deformación progresiva por la falta de una pieza del cráneo que le tuvieron que retirar tras la paliza. Para la familia, la próxima cita clave se producirá el 31 de enero, cuando el neurólogo les confirme «si le pueden volver a colocar el hueso que le falta en la cabeza». «Es lo más importante ahora». Eso le permitiría «comer de otra manera y que no se le caigan los alimentos, mejorar la postura, que ahora le obliga a tener la cabeza ladeada cuando está sentado en la silla de ruedas y hablar con más facilidad». La reconstrucción también tendría beneficios neuronales, no sólo estéticos, según les aseguran.
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