El pasado miércoles 18 de diciembre Begoña Gómez y su abogado, el exministro de Interior socialista Antonio Camacho, enterraron definitivamente su estrategia de intentar forzar el carpetazo de las diligencias previas que el juez Juan Carlos Peinado abrió el pasado abril contra la mujer ... de Pedro Sánchez. Tras el doble varapalo de la Audiencia Provincial de Madrid, que se negó por dos veces a acotar la causa– y del Tribunal Superior madrileño, rechazando de plano las querellas por prevaricación contra el instructor presentadas por Gómez y el propio presidente–, la imputada decidió comenzar a defenderse. Por primera vez en ocho meses y tras las dos comparecencias en julio en las que optó por el silencio, aceptó declarar.
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Gómez, que había sido citada para que se le comunicaran las nuevas imputaciones por apropiación indebida e intrusismo por el ya famoso 'software' de la Universidad Complutense, respondió solo a las preguntas de su abogado y siguiendo un guión evidentemente ensayado. Una declaración que, lejos de ceñirse al programa informático, la esposa del jefe del Ejecutivo aprovechó para desgranar, por primera vez, los argumentos de su defensa en todos los frentes en los que se le acusa en el terreno académico.
Este periódico ha tenido acceso al guion confeccionado para esa ocasión por Camacho y Gómez y en el que la esposa de Sánchez condensa en siete folios 'su verdad', nunca antes expuesta.
El eje fundamental de ese argumentario es que la «actividad profesional» de Gómez comenzó en 1997 en la consultora Inmark «donde llegó a ser directora de Negocio para España y Portugal». Esa experiencia profesional le valió para entrar a dar clase de «títulos propios» en la Universidad Complutense de Madrid (UCM) en 2012, seis años antes de que su marido llegara a la Presidencia.
El guion insiste en que su llegada a la dirección del África Center del Instituto de Empresa también fue ajena al desembarco de Sánchez en Moncloa, dado que desde 2017 estuvo en conversaciones con Juan José Güemes, presidente del Centro de Emprendimiento e Innovación de IE, para incorporarse al mismo. No fichó antes porque, «entre Inmark y la UCM, donde ya colaboraba, ella tenía todo el tiempo cubierto sin espacio para más». «Nunca fue contratada por el Instituto de Empresa por su condición de cónyuge del presidente del Gobierno», sostiene tajante el documento.
El texto reconoce que Gómez «comenzó a colaborar en 2012» con la Complutense sin una carrera universitaria, contando solo con lo que el argumentario denomina «un diploma técnico». Pero también subraya que desde 2014, antes de la llegada al poder de su marido, ya era codirectora del máster propio de la UCM sobre 'Fundraising' Público y Privado. Posteriormente, en marzo de 2020, empezó a codirigir el Máster de Transformación Social Competitiva. «Son títulos propios, no oficiales», resalta el guion, que incide en que por esa «labor docente y por codirigir los másteres de título propio» la retribución de Gómez tenía un «techo» que ascendía a 15.000 euros. «Nunca ha estado en plantilla en la universidad, no ha percibido salario y no es catedrática», apostilla el texto.
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El relato de Gómez y Camacho aborda una de las cuestiones más espinosas en la defensa de la imputada: ¿Cómo pudo llegar a codirigir una cátedra extraordinaria en la Complutense sin siquiera ser licenciada universitaria? La imputada afirma que esa cátedra, para cuya dirección fue nombrada en octubre de 2020 y que «no conlleva ninguna retribución», surgió en realidad tras la «ideación del segundo máster», el de Transformación Social Competitiva (TSC). «La cátedra extraordinaria, que se otorga por profesionalidad, nace tras una reunión con el rector de la UCM en julio de 2020, donde le trasladé la invitación a un congreso para impulsar el nuevo máster. Fue en ese momento cuando me sugirió incorporar los dos másteres activos bajo lo que denominó una posible cátedra extraordinaria. Yo desconocía esta posibilidad», explica el texto, esta vez redactado en primera persona. Gómez soslaya que la reunión que alumbró la cátedra se celebró tras citar ella al rector, Joaquín Goyache, en Moncloa y que esa formación se puso en marcha en solo tres meses.
El documento insiste en que en la carrera académica de la investigada nunca ha habido un ánimo de lucro. «Cabe destacar que la cátedra se ha financiado con recursos privados, no públicos», abunda Gómez, que reitera que nunca se «ha buscado ningún tipo de lucro, ni por su parte ni por la de sus compañeros o las empresas que colaboraron de forma desinteresada». Es más, esa cátedra, arguye la mujer de Pedro Sánchez, era una demostración de que «se puede colaborar con empresas de forma altruista». La causa abierta por Peinado ha provocado, censura, que «las empresas, profesores, alumnos y profesionales que han apoyado este propósito hayan visto pisoteados sus derechos».
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Gómez y su abogado niegan cualquier apropiación indebida del 'software', no solo porque, argumentan, la imputada se limitó a seguir las instrucciones sobre el registro de dominio que le dieron en la UCM, sino porque fue ella la que 'cedió' su idea a la Complutense. «El título del segundo máster (el de TSC) y su contenido fueron diseñados e impulsados por Begoña Gómez y los puso al servicio de la universidad. Ese término no existía con anterioridad». De hecho, afirma la defensa de la investigada, el logo «TSC: Transformación Social Competitiva» está registrado con anterioridad a la aprobación del máster y mucho antes que la cátedra.
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