«No quería matarles. Fue un accidente. Intenté esquivar la 'zodiac' en el último momento. No había dormido esa noche. Estaba agotado, llevaba un mes en el mar. Yo no soy el piloto habitual, soy inexperto, estaba al mando porque necesitaba el dinero para dar ... de comer a mis hijos. Creí que solo estaban heridos. Había mal mar...», las excusas ante el juez y los investigadores, las muestras de supuesto arrepentimiento en los interrogatorios policiales y judiciales, la delación de sus compinches a bordo de la semirrígida 'asesina' y las peticiones de perdón a las víctimas no le sirvieron de nada. Karim El Baqqali, 'El Enfadao', ingresó este viernes en prisión.
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El delincuente más buscado por la Guardia Civil está ya entre rejas 224 días después de la fatídica noche del 9 de febrero en la que con una embestida de su potente narcolancha mató a los guardias David Pérez y Miguel Ángel González en el puerto de Barbate, en Cádiz, después de mofarse de ellos con multitud de pasadas ante la pequeña embarcación 'zodiac' con la que los agentes trataban de hacer salir a seis fueraborda de traficantes del resguardo del puerto.
Ángel Rojas Navarro, el titular del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción 1 de Barbate, ante el que fue trasladado El Baqqali tras un día y medio en dependencias de la Guardia Civil, tras escuchar su extensa y «repetitiva» declaración durante dos horas intentado autoexculparse con ayuda de una interprete, ordenó prisión incondicional y comunicada para este narco acusado de dos delitos de asesinato consumado, cuatro en grado de tentativa, seis de atentado contra la autoridad, uno de contrabando y uno de pertenencia a organización criminal.
El juez no dudó en decretar su encarcelamiento preventivo a pesar de que la defensa de El Baqqali arguyó que no existe riesgo de fuga, dado que 'El enfadao' se entregó voluntariamente la madrugada del pasado jueves en dependencias de la Guardia Civil de Barbate después de haber vuelto, igualmente de forma voluntaria a España, tras haber estado refugiado durante más de seis meses en su ciudad natal, Dalía, en Marruecos, muy cerca de Ceuta.
Tampoco le sirvió para eludir la prisión las prolijas explicaciones, justificaciones y disculpas que 'El Enfadao' ha dado en las últimas horas tanto al propio juez como a los agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil con los que su abogado pactó su entrega y que han dirigido las investigaciones desde que los anteriores responsables de las pesquisas acusaran falsamente a otro grupo de traficantes, los de 'Kiko El Cabra' de la embestida mortal.
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El Baqqali, según fuentes de la investigación, reconoció –tanto en sede judicial como en dependencias policiales- que efectivamente era él quien conducía la semirrígida que arrolló a la 'goma' de la Guardia Civil, matando a dos agentes y provocando heridas de gravedad a otros funcionarios. También que en esa misma embarcación viajaban otros tres marroquíes, cuyos nombres ha facilitado y cuyas órdenes de búsqueda y captura internacionales se están ya tramitando ante el convencimiento que se refugian al otro lado del Estrecho.
Sin embargo, Karim El Baqqali sostuvo que su intención «nunca, nunca» fue embestir a la embarcación de los uniformados y, mucho menos, herirles o matarles, sino tratar que los funcionarios se hartasen de su hostigamiento a las narcolanchas que se refugiaban del temporal en el puerto de Barbate y se marcharan sin obligar a las barcas de los narcos a dejar el abrigo de los espigones en pleno levante.
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'El Enfadao', que en diversas ocasiones pidió perdón por lo sucedido, incluso aseguró que al inicio pensó que los agentes estaban solo heridos y que solo se enteró ya a su regreso a Marruecos, «a través de internet», que dos guardias habían muerto y que desde entonces –afirmó- no ha logrado conciliar el sueño.
Según su relato, antes de la acometida mortal intentó girar para no pasar por encima de la pequeña 'zodiac' oficial con su gran semirígida. Sin embargo, adujo, la maniobra falló por la mala mar y porque sus reflejos no estuvieron a la altura por el cansancio, la falta de sueño y las muchas horas en alta mar.
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Pero también, argumentó, que no logró evitar arrollar la patrullera por su propia falta de pericia porque no es un piloto habitual y que aceptó patronear la fueraborda esa noche a modo de un trabajo extra, ya que tiene varios hijos en Marruecos y uno más en camino.
Una versión –explican fuentes de la investigación- que contrasta con las grabaciones de aquella noche realizadas por los propios narcos y algunos de los agentes, en la que se ve cómo la embarcación que hasta entonces Baqqali había patroneado con pericia cogió impulso desde el fondo del puerto para embestir a los agentes y que no maniobró en ningún momento para esquivarlos.
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La tesis de la UCO es muy diferente. El Baqqali, un narco de mediana estofa, conocido por sus arrebatos de ira que justifican su apodo, «envalentonado por el ambiente de aquella y sin capacidad para controlar sus accesos de violencia», tras jugar «al gato y al ratón» con la zodiac de la Guardia Civil para regocijo de sus colegas, decidió dar la «estocada a su faena» lanzándose, ahora sí directamente, contra la barquita de los guardias, sabedor de que tenía todas la de ganar y que los agentes no iban a poder hacer nada.
«Nada de arrepentimiento. Si ha vuelto es porque otros narcos le han amenazado en Marruecos y su vida allí corría peligro cierto», apuntan desde la UCO, donde recuerdan que él propio El Baqqali ha admitido en las últimas horas esas amenazas tanto ante la Guardia Civil como ante el juez
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