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Carlos Salamanca, el comisario jefe del aeropuerto Madrid-Barajas entre 2006 y 2015 y con más de 40 años de servicio a sus espaldas, ha sido condenado a tres años de prisión por corrupción en la primera pieza del 'caso Villarejo', llamada proyecto King.
La ... Audiencia Nacional considera probado que el funcionario policial cometió cohecho al recibir dádivas entre 2010 y 2015, en especie y en metálico, de empresarios a cambio de dispensar un trato preferente a sus clientes ecuatoguineanos, vinculados a la familia del presidente Teodoro Obiang, cuando llegaban al aeródromo madrileño.
Se trata de la segunda sentencia sobre estos hechos, ya que el pasado mes de julio la Sala de Apelación de la Audiencia Nacional anuló la primera resolución, en la que se castigó a Salamanca a cinco años y ocho meses de prisión, al entender que el fallo no estaba suficientemente motivado y presentaba contradicciones en la calificación penal.
Ahora, los tres magistrados de la Sección Cuarta han corregido las contradicciones y la falta de claridad expuestas en la sentencia de la Sala de Apelación y han modificado los tipos penales del cohecho pasivo, que supone una rebaja de la condena de más de dos años.
En el caso del abogado y empresario Francisco Menéndez, uno de los arrepentidos en esta causa, el tribunal presidido por Ángela Murillo mantiene la misma pena que se le impuso en la primera sentencia: tres meses de prisión por un delito continuado de cohecho activo cometido por particular. Pero le aplican la atenuante analógica de colaboración en grado de muy cualificada.
Del mismo modo, mantiene también la absolución de ambos acusados por el delito continuado agravado contra los derechos de los ciudadanos extranjeros en su modalidad de favorecimiento de la inmigración ilegal, así como del delito continuado de prevaricación administrativa que sí apreciaba la Fiscalía.
Los hechos probados indican que el comisario Carlos Salamanca, entre el 20 de junio de 2016 y el 3 de noviembre de 2017, vino aceptando regalos de carácter suntuario, en unos casos -como el del empresario ya fallecido Fernando Luengo- como mera atención y en consideración a su cargo, y en otros casos -como el del también acusado Francisco Menéndez- con el objetivo de que dispensara un trato preferente a sus clientes ecuatoguineanos y a los familiares de aquél, ejecutivos de la petrolera de Guinea Ecuatorial, cuando aterrizaban en Barajas.
Entre esas dádivas, la sentencia menciona la entrega a Salamanca de coches de alta gama, relojes, dinero y viajes por casi medio millones de euros «para sí y para el disfrute de sus familiares más cercanos». Tanto por la cantidad de las dádivas como por su elevada cuantía «no puede concebirse que las entregas y correlativas recepciones de dinero y otros efectos se trate de meros regalos efectuados entre personas unidas por una relación de amistad», como pretendió hacer ver Salamanca, que en su declaración en el juicio negó que favoreciese al empresario desde su posición. «¿Dónde está el trato VIP? ¿Pero no conocía yo a todo el mundo? ¿No hacía yo una llamada por teléfono y todo el mundo se ponía firme? Todo está en su imaginación», aseguró el acusado de 67 años.
En el juicio, el condenado arrepentido Francisco Menéndez relató que la relación con Salamanca se consolidó y entre 2012 y 2015 le entregó «dádivas de lujo, en dinero y en especie, tanto para él como para sus familiares más cercanos». «El dinero en efectivo entraba con fluidez por Barajas. No se declaraba. Yo era el receptor de ese dinero y de su inversión en España. Hasta que un día el Banco de España puso problemas. Ahí apareció Fernando Luengo, ya fallecido, que me puso en contacto con Carlos Salamanca. Me dijo: 'Trátalo bien, cuídale bien y te hará una serie de favores'», confesó al tribunal.
«Salamanca era un amante del lujo y de la buena vida; mi relación era por interés. Era un nombre súper importante, con una llamada de teléfono llegaba a los poderes más importantes del Estado, era como conocer a Dios, no dejaba de cuidarle. Su lema era 'quid pro quo'; él sabía que yo era un pozo sin fondo de dinero. Mucha gente le cuidaba y le daba mucho cariño», añadió. «Que yo recuerde le di 25.000 euros en su despacho y otros 47.000 en el asador Frontón», enumeró, pero hubo otras entregas en Casa Piluca (Madrid), en el Hotel Barceló de Sancti Petri (Cádiz) o en la casa de Salamanca de Colmenarejo (Madrid).
Menéndez, que registró todas estas entregas y remitió a un excolaborador del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), Daniel R. Vidal, documentos contra los comisarios que originaron el caso Villarejo, explicó también el miedo que sufrió cuando decidió denunciar en Anticorrupción. «Pedí protección para mi familia cuando se complicó la cosa. El melón había que abrirlo poco a poco, porque había mucho y se está viendo ahora. Estos señores (Salamanca y Villarejo) tienen tentáculos que llegan muy dentro del poder del Estado: judicial, legislativo, ejecutivo, policial...Yo ahora estoy arruinado y muy jodido. He sido el 'pagafantas' de todas las fiestas», resumió.
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