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Óscar B. de Otálora
Domingo, 17 de diciembre 2023, 00:11
Del asesinato de Carrero Blanco se sabe todo, pero el problema es que también se ha olvidado casi todo. El 20 de diciembre de este año se cumple medio siglo desde que ETA asesinó en la calle Claudio Coello de Madrid al presidente del Gobierno franquista, el almirante Luis Carrero Blanco. Esta muerte fue fundacional para la banda, ya que le permitió demostrar una fortaleza que cambió su historia, pero el haber conseguido perpetrar ese magnicidio tuvo un fuerte componente de azar y ya nunca más conseguiría cometer un atentado de ese nivel, pese a que lo intentó en numerosas ocasiones. Además, supuso que el liderazgo de la banda quedó en manos de la facción militar frente a la política para toda su historia, lo que a la larga fue su perdición.
El asesinato conmovió a la sociedad española precisamente por ser la primera exhibición de una banda terrorista que con ese crimen anunció la violencia que estaba por llegar en las siguientes décadas. Como afirma el profesor José Antonio Castellanos, fue el primer atentado indiscriminado de ETA porque demostró que no le importaba matar a ciudadanos con coches bomba para que sus atentados salieran adelante. Los historiadores, sin embargo, dudan a la hora de establecer si fue un crimen que cambió la historia de España. El fin del franquismo ya era inminente por la decadencia vital del dictador y el asesinato pudo inclinar un poco la cuesta hacia abajo, pero el deslizamiento hacia la nada ya era inminente.
Es un atentado, por otra parte, del que se conoce prácticamente todo. En el sumario, al que ha accedido en exclusiva este periódico, se puede leer desde cómo se movieron los etarras, a cómo consiguieron los explosivos o qué sistema emplearon para huir. También, se detallan todas las investigaciones que se llevaron a cabo para no dejar ningún cabo suelto.
Puedes arrastrar las imágenes hacia la derecha o hacia la izquierda para navegar entre ellas.
Todas las teorías de la conspiración que han surgido sobre el atentado se basan en manipulaciones y mentiras. Se aprovechan de la inexistencia de una verdad judicial ya que, pese a existir un legajo de más de 3.000 folios sobre el atentado, el caso fue amnistiado en 1977 y jamás llegó a ir a un tribunal.
El atentado contra Carrero se fraguó despacio. En 1971, la banda había enviado a Madrid a un grupo de terroristas para intentar asesinar al periodista Alfredo Semprún y secuestrar al entonces presidente de Petronor, Enrique Sendagorta. Los etarras fueron incapaces de llevar a acabo ambas acciones. Sin embargo, se movieron en ámbitos de la izquierda madrileña y José Miguel Beñarán, 'Argala', entró en contacto con el matrimonio formado por el dramaturgo Alfonso Sastre y la médica Eva Forest.
En esos momentos, los miembros de ETA se sentían más seguros en Madrid que en el País Vasco. La práctica totalidad de sus atentados se habían realizado en Euskadi y los máximos responsables policiales creían que la banda, tras el proceso de Burgos de 1970, estaba prácticamente desmantelada. No es de extrañar que en el verano de 1973, ETA pudiera celebrar una asamblea en un piso de Getafe en el que se reunieron treinta etarras, entre ellos los miembros de la cúpula, sin levantar ninguna sospecha.
En algún momento de 1972, la banda recibió una información clave. Un desconocido se reunió en el hotel Mindanao de Madrid con 'Argala' y le facilitó la información de los movimientos rutinarios del almirante Carrero Blanco, en ese momento, vicepresidente del Gobierno. En el podcast Delta Sierra dirigido por el historiador del Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo Gaizka Fernández Soldevilla, el historiador Antonio Rivera recuerda que esa información no era ningún secreto. Se conocía en muchos círculos de Madrid y, por si fuera poco, la dirección privada de Carrero Blanco aparecía en la guía de teléfonos de la capital de España.
A partir de ese momento, la banda comenzó los preparativos para llevar a cabo una acción armada contra Carrero Blanco. La primera intención era secuestrarlo y para ello comenzaron a preparar una red de pisos francos en Madrid, con la colaboración de Eva Forest y militantes del partido comunista que se habían apartado de la organización al ver que la formación dirigida por Santiago Carrillo no apostaba por la violencia. En ese momento, la decisión fue secuestrarlo en la iglesia de San Francisco de Borja, en el número 104 de la calle Serrano, el 18 de julio de 1973. La intención era que varios comandos se desplazasen a Madrid, asaltasen el templo en medio de la misa y se llevasen al almirante a un zulo que denominaban 'La jaula' o 'La granja'. La idea era dar un plazo al Gobierno franquista para que liberase a todos los prisioneros políticos en 48 horas. Si la dictadura no aceptaba las condiciones, matarían a Carrero. El plan se denominó 'Operación Ogro'. Según el historiador Antonio Rivera, toda la infraestructura para preparar el atentado había costado tres millones de pesetas de la época.
La situación se precipitó en junio de 1973, cuando Franco nombró a Carrero Blanco presidente del Gobierno. ETA abandonó el plan del secuestro e inició un debate sobre qué hacer que se resolvió a la altura del 12 de octubre de ese año. Decidieron matarlo. Los etarras aceleraron todos sus planes. Sus movimientos en Madrid, sin embargo, fueron erráticos y temerarios. Llegaron a asaltar un comisaría para robar material con el que se fabricaba el documento nacional de identidad (DNI) y disponer así de documentación falsa; atracaron una armería y llegaron a sustraerle el subfusil a un soldado que vigilaba la Capitanía General, en la calle Mayor. Además, llegaron a realizar prácticas de explosivos en Soria. El grupo responsable de la acción fue bautizado como 'comando Txikia' en homenaje a Eustaquio Mendizábal, 'Txikia', el jefe de ETA que falleció en abril de 1973 en un tiroteo con la policía en la estación de tren de Algorta.
El 15 de noviembre ya habían alquilado el semisótano de la calle Claudio Coello, número 104. Allí comenzaron a excavar un túnel de seis metros de largo y 60 x 80 de ojo que debía llegar al centro de la calzada.
Para disimular los ruidos, el miembro del comando Javier Larreategui Cuadra, 'Atxulo' se hizo pasar por escultor y atribuyó los sonidos a las obras de arte que estaba realizando. Pero surgió otro problema. Al remover la tierra y llegar a una tubería de gas en mal estado comenzaron a producirse emanaciones de gas. Según el sumario, uno de los vecinos pensó en un primer momento que se trataba de cloroformo y que había algún enfermo en el edificio. Las preguntas sobre el hedor no pasaron de ahí.
El 19 de diciembre toda la infraestructura para llevar a cabo el magnicidio estaba ya preparada. Pero el secretario de Estado norteamericano, Henry Kissinger, se había desplazado hasta Madrid el día anterior para reunirse con Franco y con el propio Carrero. Para ese momento, el túnel de la calle Claudio Coello ya estaba cargado con 75 kilos de goma 2 procedentes de un robo cometido por ETA en una cantera de Hernani. Los etarras, 'Atxulo', 'Argala y Jesús Zugarramurdi, 'Kiskur', aplazaron el magnicidio al día siguiente ante las medidas de seguridad.
El 20 de diciembre la muerte era inminente. Los etarras habían aparcado un Austin Morris 1300 en doble fila para que el Dodge Dart de Carrero no tuviera otro remedio que pasar por encima de la zona de la calzada donde se encontraba la bomba. En este segundo vehículo, además, colocaron 9,2 kilos de goma 2.
En el semisótano de la calle Claudio Coello los etarras excavaron con medios artesanales un túnel de seis metros y 60 x 80 de ojo que llegaba al centro de la calzada.
La galería tenía forma de 'T'. En el extremo final colocaron 3 cargas de 25 kilos de dinamita envueltas en sacos terreros para dirigir la deflagración hacia arriba.
El detonador artesanal -dos pilas y un interruptor- se conectó con el exterior por medio de un cable; 'Argala', subido a una escalera de mano y haciéndose pasar por trabajador de Telefónica, fue el encargado de activarlo.
En la calle aparcaron un automóvil cargado con 9 kilos de explosivo en doble fila para que el coche del almirante tuviera que pasar sobre la bomba.
La explosión lanzó el Dodge 3700 GT del presidente por encima del edificio adyacente y acabó en la repisa del patio de una residencia de jesuítas.
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Los miembros del comando habían tendido un cable desde la ventana del semisótano hasta el cruce con la calle Diego de León. Según figura en el sumario, los vecinos les preguntaron qué hacían y ellos respondieron que preparar una conexión trifásica para tener más corriente en el taller de escultura. En un maletín llevaban el activador de la bomba. No podía ser más amateur. Dos pilas de petaca atadas con cinta aislante y un viejo interruptor de la luz, un pulsador circular de plástico blanco y negro. 'Argala', vestido con un buzo azul de mecánico, se subió a una escalera de mano en ese cruce e hizo como si estuviera arreglando una conexión de Telefónica. 'Kiskur' vigilaba la calle y 'Atxulo' esperaba en un coche para asegurarse la huida.
Unos minutos antes de las 9.30 horas, la calle Claudio Coello estalló. Carrero Blanco, el inspector de Policía Juan Antonio Bueno Fernández y el conductor del vehículo José Luis Pérez Mogena fallecieron. Pero siete personas resultaron heridas, entre ellas dos niñas. En 1979, Gillo Pontecorvo rodó la película 'Operación Ogro'. El creador de efectos especiales Emilio Ruiz del Río diseñó la escena en la que el coche del almirante es lanzado por los aires, sobrevuela un edificio y cae al interior del patio de una residencia de los jesuitas. En el imaginario popular, esos fotogramas se convirtieron en el resumen del atentado. Y marcaron la invasión de la ficción en todo lo que rodea el atentado.
Los tres terroristas se refugiaron en un zulo de la calle Hogar, en Alcorcón. En el sumario se detalla que era un escondite fabricado por un albañil comunista, Antonio Durán, que empleo las técnicas que usaban los guerrilleros tupamaros en Argentina. En enero, cuando la presión policial descendió, viajaron en coche a Hondarribia, cruzaron la frontera en una lancha y se pusieron a salvo. Su foto ya era conocida, puesto que la investigación policial permitió encontrar testigos de sus movimientos y desde la comisaría de Bilbao se enviaron fotografías de etarras conocidos.
La investigación fue exhaustiva. Según figura en el sumario, los policías llegaron a interrogar a unos ciudadanos finlandeses por un chivatazo anónimo recibido en la embajada de ese país. Era una denuncia falsa pero el caso revela la decisión de no dejar ningún cabo suelto. Las pesquisas se extendieron a los propietarios de la documentación falsa utilizada para adquirir la vivienda de Claudio Coello. En este caso, habían empleado el DNI manipulado de un ciudadano de Burgos que había perdido su documento cuatro años antes.
Pero la ficción comenzó a crear su propio relato. Se publicó la supuesta intervención de un militante de la OAS, el grupo terrorista francés de ultraderecha, en el atentado. Era una historia falsa. ETA había reivindicado el atentado el día 20 pero el presidente del Gobierno vasco en el exilio, Jesús María de Leizaola, aseguró que la banda mentía y ellos no habían sido. Los terroristas tuvieron que dar una rueda de prensa clandestina para rebatirle. Incluso para la oposición en el exilio, aquel atentado era demasiado de película. Además, en 1974 se publicó el libro 'Operación Ogro. Cómo y por qué ejecutamos a Carrero Blanco'. Era una iniciativa de ETA y lo escribió Eva Forest con el seudónimo de Julen Aguirre. El texto narra la operación con detalle pero también incluye datos falsos para engañar a la policía. Las lagunas del relato se rellenaron con la ficción.
En la cúpula franquista, mientras tanto, hubo quienes achacaron el asesinato al enemigo más fantasmal del régimen: la masonería. En 1988, la agencia de noticias de la Unión Soviética, TASS, atribuyó el atentado a la CIA. Esta tesis se convertiría en canónica para algunos conspiranoicos. Se nutre de detalles absurdos, como que los espías americanos se colaron en el zulo días antes del atentado, sin que los etarras se dieran cuenta, para cambiar el explosivo de ETA por uno más potente. Esta versión es un disparate. Y además. ¿Cambiaron el explosivo pero no hicieron nada con un detonador casero, con pilas y un viejo interruptor, que si hubiera fallado habría dado al traste con la operación? Y la tesis se abonó con la incapacidad de las fuerzas de seguridad para evitar el atentado pese al osado comportamiento de los miembros del comando. Pero el caso es similar al vivido en el país con los mejores servicios secretos del mundo, Israel, que el pasado 7 de octubre se vio desbordado al no haber detectado una invasión organizada por Hamás. Ni siquiera los mejores espías son infalibles.
Uno de los últimos actos de la violencia del atentado contra Carrero tuvo lugar en la localidad vascofrancesa de Anglet el 21 de diciembre de 1978. A las 9,30 de la mañana, casi a la misma hora en la que murió Carrero Blanco y un día después de lo que habría sido el quinto aniversario del atentado, una bomba mataba a 'Argala'.
Su coche voló por los aires al estallar el explosivos que habían colocado en los bajos del automóvil. El asesinato fue reivindicado por el Batallón Vasco Español. 'Kiskur' resultó herido en un atentado de los GAL en Saint Etienne de Baigorri. 'Atxulo' se incorporó a la cúpula de ETA y se encargó de gestionar las relaciones internacionales de la banda. Vivió varios años en Nicaragua, protegido por el régimen sandinista. En 1993 fue expulsado del país caribeño al caer el gobierno d izquierdas, fue entregado a España, donde se le juzgó y quedó absuelto.
Uno de los detalles extraños a los que se enfrentaron los investigadores y que aparece en el sumario son unas pintadas con las iniciales de ETA que aparecieron en el semisótano utilizado por los etarras. Estos grafiti no se encontraban en el local el día 20 de diciembre, la primera vez que la policía entró en la habitación. Como se aprecia en la imagen superior de la derecha, en la zona de la puerta no hay ningún dibujo peró sí un mueble con un bote de pintura. En la fotografía de la izquierda se ve el dibujo realizado diez días después, en el que aparece la palabra ETA junto con otros trazos. El juzgado ordenó investigar quién había realizado ese grafiti mientras el inmueble estaba custodiado, pero las indagaciones no llegaron a ninguna conclusión.
Textos Óscar Beltrán de Otálora
Infografía y 3D Gonzalo de las Heras
Diseño web Anartz Madariaga
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