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Los tambores de guerra en Ciudadanos suenan cada vez más alto. El fiasco de la 'operación Murcia', que ha dejado al partido liberal fuera de dos gobiernos autonómicos en la misma semana, amenaza con desatar una rebelión interna. La decisión de tres diputados murcianos de rebelarse contra la dirección y votar en contra de la moción de censura ... contra el popular Fernando López Miras disparó este viernes la tensión en las filas naranjas. Dirigentes de peso como Begoña Villacís, Juan Marín o Toni Cantó exigieron a una silenciosa Inés Arrimadas la convocatoria urgente de una ejecutiva para dar explicaciones de lo que consideran una «chapuza». «Ciudadanos nunca ha tenido miedo a rendir cuentas, ni al debate, ni a las explicaciones», aseveró en Twiter la vicealcaldesa de Madrid.
Acorralada por las consecuencias que pueda arrastrar el 'tamayazo' murciano, la líder liberal se plegó a sus peticiones y ha citado este lunes a todos los dirigentes territoriales a una reunión que se augura muy tensa y en la que se pedirá de nuevo la cabeza del vicesecretario general Carlos Cuadrado, en el punto de mira desde el batacazo en Cataluña. El número tres de Ciudadanos fue el encargado de negociar con el PSOE y la Moncloa la moción de censura y de reunirse después con los diputados autonómicos para recoger sus firmas. En el entorno de Arrimadas echan balones fuera y descartan, al menos de momento, su salida. «Si quieren buscar culpables háganlo en Murcia», aseveró el portavoz adjunto en el Congreso, Edmundo Bal.
Ni la dirección de Ciudadanos en Murcia ni la nacional vieron venir la traición. En las últimas horas, los tres habían trasladado su compromiso con la firma de la moción. Incluso, los liberales habían situado a Valle Miguélez, uno de los díscolos, como miembro del equipo negociador con el PSOE para establecer el programa del nuevo Gobierno. «Asistimos a un nuevo caso de corrupción», aseveró Bal, que acusó al PP de «comportamientos mafiosos» al «comprar voluntades» mediante «dinero, cargos y poder».
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María Eugenia Alonso Miguel Ángel Alfonso
El partido ya les ha abierto expediente de expulsión. Isabel Franco, vicepresidenta regional y con la que la cúpula naranja mantiene desde hace meses un enfrentamiento abierto, conservará su puesto que iba a perder con la censura en favor del PSOE ya que, según lo acordado, la Presidencia recaería sobre la coordinadora de Ciudadanos Ana Martínez Vidal. Francisco Álvarez y Miguélez, por su parte, entraron este viernes en el Gobierno regional.
Arrimadas tendrá que enfrentar una avalancha de críticas de los suyos por una situación en la que los errores de cálculo han sido siderales en un momento de debilidad del partido por la caída estrepitosa en las urnas catalanas y con un sector de Ciudadanos exigiendo un cambio de rumbo. Pero la presidenta naranja se ha blindado en sus posiciones y pese a los nubarrones que se avecinan no parece dispuesta a dar un paso atrás. Defiende haber ejecutado una maniobra arriesgada para la supervivencia de Ciudadanos como proyecto político frente a quienes auguran el principio del fin de la formación liberal.
La cúpula del partido ha tratado desde el miércoles de culpar al partido de Pablo Casado de todos sus males, negando una y otra vez que el terremoto en Murcia, que propició el adelanto electoral en Madrid, fuera a repetirse en otros territorios. Con la última maniobra de los conservadores, Ciudadanos considera que se ha cargado de razón y que ya nadie puede «dudar» de que el partido hizo lo «correcto». «Acertamos», insistió Bal, confiado de que el giro de guion en Murcia al único que va a perjudicar «de verdad» es al PP.
PAULA DE LAS HERAS | Madrid
El gran batacazo se lo lleva Inés Arrimadas pero también el PSOE tendrá que digerir el fracaso de la operación con la que aspiraba a arrebatar a los populares el poder en uno de sus históricos bastiones. Los socialistas vivieron este viernes con impotencia el giro de guion impuesto por la decisión de tres diputados de Ciudadanos de descolgarse de la moción de censura que chabían firmado el miércoles contra Fernando Lópe Miras. «Es un tamayazo en toda regla», se lamentan.
A pesar de que algunos medios ya habían apuntado a que el grupo de Ciudadanos, compuesto por seis diputados, no era precisamente una piña, la noticia del cambio de bando cogió a la dirección de los socialistas totalmente desprevenida. Tanto, que en un primer momento se resistieron a creerlo y se lanzaron a desmentirla.
La incredulidad dio pronto paso, sin embargo, a la resignación. En Ferraz hablan directamente de «compra de voluntades» y acusan al PP murciano de comportarse como la «mafia siciliana» con amenazas y presiones.
El golpe a Pablo Casado, trabajado durante meses por la dirección del partido y por Moncloa, se salda, al menos de momento, con una victoria del secretario general del PP, Teodoro García Egea, y, salvo que los tribunales digan lo contario, con unas elecciones anticipadas en Madrid para las que Pedro Sánchez no estaba preparado. «Bastante nefasto» , reconocen fuentes de la formación.
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