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En la muda escenificación estival de los contactos para componer la Mesa del Congreso había dado la impresión de que solo la candidatura para gobernar de las izquierdas tenía que lidiar con socios imprevisibles. Se ha visto que no es así, que cada partido respetable ... en uno y otro ámbito soporta su mochila necesaria de radicales, nihilistas y suicidas. Esta vez le ha tocado al PP de Feijóo descubrir esta evidencia con la espantada de sus apoyos de Vox cuando se vieron innecesarios al acordar Junts con los socialistas la elección de Francina Armengol para la Presidencia de la Cámara.
Las mochilas indeseadas, pero presentes, obligan a guiños con ambos ojos, lo que puede producir una conducción ciega. Un socio menor necesario niega al otro de su especie y, salvo que se aseguren el éxito común y algo que repartirse, rompen si no es así. De manera que negociar a la vez con elementos contradictorios se instituye ahora en el grado más eficiente de la política española; en eso, Sánchez parece hoy por hoy insuperable.
La elección de la Mesa deja herido de muerte a Feijóo. Con esas cuentas, lo normal es que el Monarca no le llame primero a él para probar mayoría de Gobierno. Esto frustra toda la estrategia veraniega y le obliga a mudarla por completo, pasar a otra otoñal con la vista puesta en Sánchez de nuevo repitiendo. Es pronto aún para profecías, y una cosa es la presidencia del Parlamento y otra la del Gobierno. Cierto, pero las expectativas se han invertido. Ahora tendrá que centrarse otra vez el PP en descalificar la naturaleza de los supuestos acuerdos con Junts (y Esquerra), lo que le devuelve a la rutina de la legislatura anterior y lo anula como novedad.
En todo caso, la sorpresa y la fortuna para el bloque de izquierdas, y la alfombra que le pone para repetir Gobierno, no le deberían hacer perder de vista que su particular mochila nihilista sigue ahí, y que también los socialistas tienen el problema de negociar con socios cuyas demandas se niegan entre sí; en su caso, la contradicción con las de los secesionistas catalanes se localiza en su propio seno, si no en el del acomodaticio partido, sí en el de parte de su base electoral. La escenificación para la Mesa se puede repetir dentro de unas semanas en la de la Presidencia, y no tiene por qué hacerlo de la misma manera; los suicidas racionales manejan sus posibilidades conforme se mueven los escenarios y la expectativa de sacar algo de la negociación. Mañana podemos estar comentando lo mismo de hoy, pero con siglas diferentes, no se confunda nadie. La política española no deja de estar demasiado al albur de agentes imprevisibles, irresponsables y ajenos a las necesidades del bien común nacional. Cada ámbito político aguanta a los suyos y el conjunto de los ciudadanos a todos ellos.
De manera que la alegría y la pena irán por barrios según el día mientras que los partidos principales no dejen claro que algunas cosas y debates están fuera de las posibilidades de los respectivos socios mochila. Que ello sea difícil no contradice que no sea, después de lo que acabamos de ver, nuevamente necesario.
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