
'Realpolitik' tormentosa
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Tras la crisis del contrato con una empresa israelí aflora para Sánchez un debate incómodo sobre gasto militarEl contrato de compraventa de balas con una empresa israelí ha abierto una grave crisis en el Gobierno de coalición que el presidente Pedro Sánchez ... al desautorizar la operación y ordenación su cancelación. La sangre no ha llegado al río y parece apaciguar el enorme malestar suscitado en el seno de Sumar, pero el conflicto sigue latente en la medida en la que puede haber nuevos contratos que aún no han sido formalizados y que también comprometen la promesa que adquirió el jefe del Ejecutivo en su momento de no adquirir material bélico israelí tras los ataques a Gaza por parte del Gobierno de Netanyahu. La polémica deja al descubierto un flanco muy sensible para la alianza gubernamental y evidencia la efervescencia que se vive en el espacio situado a la izquierda del Partido Socialista. La tormenta ha pasado, pero la inestabilidad no ha desaparecido en el horizonte porque afecta a determinadas decisiones que tienen que ver con el rumbo geopolítico en el que vivimos.
Este capítulo deja políticamente muy tocado al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, que tendrá que explicar cómo es posible que en la tramitación administrativa de este expediente no saltaran las alarmas a tiempo y se llegase a este nivel de despropósito que al final va a tener repercusiones económicas para las arcas públicas si los tribunales así lo determinan. Lo previsible es que no termine ahora con la carrera de Grande-Marlaska, un fichaje de Sánchez desde el comienzo con el que siempre ha querido ofrecer un contrapeso apaciguador a los sectores más conservadores, que habían confiado históricamente en el exjuez, que durante cierto tiempo gozó de la confianza del PP. Esa complicidad se ha ido resquebrajando y ahora son los aliados de la izquierda los que le van a exigir medidas para que esta situación planteada esta semana no se vuelva a repetir.
De entrada, la controversia ha saltado por la denuncia expresa de Izquierda Unida, que incluso amenazó con la posibilidad de abandonar el Gobierno. Izquierda Unida ha encontrado en este asunto un argumento para lograr cierta visibilidad en un momento muy complicado para su estrategia política. El feroz desencuentro entre Podemos y Sumar, que augura una confrontación implacable para los próximos meses, deja sin margen de maniobra a Izquierda Unida. El discurso exigente de IU en relación con el contrato de armas intenta devolver a este proyecto una notoriedad en un imaginario simbólico de gran relevancia para el electorado clásico de la izquierda, el que se movilizó en su momento en el 'no a la guerra', y el que se siente interpelado en este momento por el debate sobre el rearme.
La cuestión de fondo de este episodio está íntimamente ligada a la gran incertidumbre internacional y a una clamorosa ausencia de certezas. Sánchez ha presentado un plan de aumento del gasto en la defensa y la seguridad con la oposición de sus aliados de la izquierda. Deberá explicarlo en el Parlamento aunque piense que no es necesario someterlo a votación. Pero no podrá hurtar la discusión política y social, propia de una democracia liberal madura. Para librar un debate sobre la seguridad con ciertas garantías hace falta una opinión pública realmente concienciada de los peligros reales que vivimos para que no sean vistos como una espiral belicista alimentada por las élites y los grupos económicos.
La socialdemocracia europea -y el PSOE tiene un papel determinante- necesita rearmarse ideológicamente para afrontar esta coyuntura y para demostrar que es posible gastar mejor en defensa, incluso con más recursos, sin desmontar el Estado de Bienestar que hemos logrado en los último tiempos. Es decir, que puede evitar que la factura a pagar por vivir más seguros no tiene por qué pasar por salir más desiguales.
Sánchez va a tener que enfrentarse con una parte de la sociedad aún reacia a entender este cambio cultural. Y, a la vez, sabe que el principal partido de la oposición, el PP, no le va ayudar en la tarea. Y ello, a pesar de que, en el fondo, comparte el giro adoptado en materia de defensa por el conjunto de la UE.
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