Andoni Ortuzar visitó en Waterloo a Carles Puigdemont

Miedo al fracaso

El encuentro Ortuzar-Puigdemont engrasa la opción de la investidura de Sánchez ante el temor de que el PSOE intente repetir las elecciones

Alberto Surio

San Sebastián

Domingo, 17 de septiembre 2023, 00:10

La posibilidad de una ley de amnistía -aunque se denomine de otra manera y se evite el término, que es lo que puede pasar en el medio plazo- ha reabierto serias dudas sobre la viabilidad de la investidura de Pedro Sánchez, que, sin embargo, parece ... determinado a ir hasta el final con un acuerdo que implique a Junts, a pesar del elevado precio político que conlleva. Si alguna característica tiene Sánchez es la determinación a la hora de anunciar algunas decisiones comprometidas, pero en esta ocasión el riesgo que implica ha abierto un serio debate en el seno del PSOE que la dirección del partido intenta apaciguar. Porque el verdadero problema no es ya la investidura sino que nos aboquemos a una legislatura imposible, marcada por los órdagos permanentes y la sombra de la estabilidad.

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La controversia ha revuelto las aguas en el PSOE, en donde crecen las voces críticas con las exigencias planteadas por Puigdemont, que las consideran un verdadero conflicto a largo plazo para el proyecto político de Sánchez y que sostienen que, sin una rebaja en el fondo y en la forma, el acuerdo es inviable. Un escenario, ciertamente, que puede colocar la alfombra roja para el regreso del PP al poder.

«Si Puigdemont juega a la humillación de la otra parte, esto no va a salir», confesaba un dirigente nacionalista vasco hace unos días en el pleno en el que el lehendakari Iñigo Urkullu ofrecía un discurso que enfriaba por completo la vía soberanista. La estrategia de Puigdemont -que es rehén de sus propias palabras- enredaba el guion que algunos habían comenzado a tejer después del 23 de julio, cuando los resultados de las elecciones ofrecieron un margen de maniobra a Sánchez alternativo al eje PP-Vox. Las reservas no se limitan a algunos históricos del PSOE que nunca han apoyado al presidente del Gobierno. No solo es la sensibilidad más tradicional la que se muestra perpleja. En esta ocasión, las dudas afectan a algunos fieles del presidente, que temen que determinado giro en este asunto desfigure gravemente las señas de identidad del Partido Socialista y eso pueda tener un efecto en un sector de su electorado clásico. Es el problema que tiene no ofrecer todavía un relato político consistente alternativo al mensaje de los nacionalistas catalanes.

En el PSOE existe un convencimiento de que la estrategia de Sánchez en Cataluña ha sido eficaz en los últimos años. Que la política de distensión, con los indultos en el centro de gravedad, ha funcionado, y que el independentismo se ha dividido y se ha debilitado. Por eso, existe el temor a que unas excesivas concesiones a Puigdemont en este momento le dé un valioso oxígeno para regresar a la estrategia de desbordamiento de la legalidad del procés, sin un ápice de enmienda de sus propósitos. Si Puigdemont sigue anclado a la ruptura, el PSOE no tiene margen de maniobra. El dilema es serio. Y si hay que hacer transacciones para asegurar el reencuentro y la convivencia en Cataluña, que se sepa cuáles son. Porque el remedio puede ser peor que la enfermedad.

El PP es consciente de este territorio de vulnerabilidad que ofrece la dependencia de Sánchez de Junts. Aunque el 'problema catalán' también le interpela como partido de Estado. Recurrir a la movilización contra la 'ley de amnistía' es un ejercicio de afirmación para dar cobertura a Alberto Núñez Feijóo en vísperas de su fallida sesión de investidura. Pero sitúa al PP en el territorio previsible de la hipérbole en defensa de la nación y la Constitución y en contra de la 'desigualdad', el nuevo mantra del centroderecha para atraer a los sectores críticos de la izquierda. El discurso hiperventilado sígue atrincherado en la política española. Seguimos en campaña pero, a la vez, jugamos con palabras mayores.

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El ambiente se ha cargado de electricidad en los últimos días. En este contexto, han emergido los temores en algunos partidos nacionalistas -en especial PNV y EH Bildu- sobre las posibilidades reales de Sánchez, que, según apuntan en privado, podría estar dispuesto a una repetición electoral para rentabilizar en las urnas su estrategia de firmeza. Este miedo ha precipitado que el PNV y EH Bildu -y también Esquerra Republicana- empiecen a moverse para evitar precisamente el 'plan B'. Nadie lo descarta pero casi todos lo temen. Porque las repeticiones electorales, y bien lo sabe Sánchez, las carga el diablo.

El problema de Sánchez no solo es la investidura sino garantizar una legislatura viable.

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