Guerra cultural
Entre líneas ·
La sintonía Milei-Díaz Ayuso compromete seriamente a Feijóo y constituye una baza de movilización para la izquierdaSecciones
Servicios
Destacamos
Entre líneas ·
La sintonía Milei-Díaz Ayuso compromete seriamente a Feijóo y constituye una baza de movilización para la izquierdaLa semana ha finalizado con la polémica entrega de la medalla internacional de la Comunidad de Madrid al presidente de Argentina, Javier Milei. Más allá del perfil histriónico del personaje y de la provocación que supone para el Gobierno de Pedro Sánchez en un momento ... de crisis diplomática con este país, la presencia del mandatario representa muy gráficamente la cruzada que el sector más ultraliberal de la derecha lleva a cabo contra la izquierda y hasta qué punto la capital de España se ha convertido en un privilegiado laboratorio de esta involución reaccionaria. Sobre todo, en el relato. Los alegatos de Milei contra el 'socialismo empobrecedor' forman parte de ese catecismo ideológico que desarrolla hace tiempo. Es la guerra cultural que parece encandilar a la presidenta regional, Isabel Díaz Ayuso, y que, incluso, le permiten atraer voto de Vox, aunque a la vez movilice al electorado de la izquierda. Pero las diatribas de Milei contra la justicia social resultan absolutamente obscenas en un contexto europeo en el que el modelo de bienestar, las políticas públicas y las libertades son principios que están intrínsecamente unidos.
Por eso mismo, esta medalla tiene una cara y una cruz. La cara es la movilización ideológica del extremismo que cabalga a lomos de una sociedad en la que ha crecido el malestar e impera una considerable incertidumbre ante el futuro. Eso sí, cualquier comparación entre la situación española y la argentina es improcedente. El achique de espacios de lo que puede ser un proyecto centrista y moderado resulta elocuente.
Por eso, el reverso de la medalla es la carga de profundidad que suponen para el PP de Alberto Núñez Feijóo estos guiños a la ultraderecha protagonizados por Díaz Ayuso. Se coquetea primero con el discurso más ultra y se acaba aplaudiendo sus gracietas, disculpando sus excesos, pactando con ella y comprando su relato, todo o en parte. Es lo que puede pasar en Francia, donde las expectativas de victoria de Marine Le Pen en las legislativas del 30 de junio han abierto serias disensiones en la derecha tradicional, que amenaza con romper el cordón sanitario del frente republicano frente a la ultraderecha.
Sin embargo, no toda la semana ha estado marcada por ese giro hacia la radicalización. El jueves era elegido por el Parlamento y este sábado juró el cargo ante el árbol de Gernika el nuevo lehendakari vasco, Imanol Pradales. Representa un relevo generacional en el seno del PNV y liderará un Gobierno entre nacionalistas y socialistas que se ha envuelto en la bandera del pragmatismo. Un activo en los actuales tiempos de polarización y discordia. En el País Vasco, el debate identitario se ha amortiguado mucho una década después del final de la violencia. Los dos socios del Ejecutivo se han comprometido a buscar un nuevo pacto estatutario dentro de la legalidad y con el mayor consenso posible. Habrá que ver si es posible esta apuesta, porque es evidente que EH Bildu, muy fuerte tras los resultados de los últimos procesos electorales, va a apretar en clave soberanista al PNV. Pero la dinámica se antoja diferente a la de Cataluña, donde el independentismo, a pesar de encontrarse profundamente dividido, podría al final arrastrar a una repetición de las elecciones.
El paisaje catalán incorpora un pulso en la Judicatura española por la aplicación de la amnistía. El fiscal general del Estado ha tenido que imponer su criterio jerárquico frente a los fiscales del 'procés' opuestos a perdonar la malversación. Al mismo tiempo, la apertura de una nueva causa por supuesta alta traición complica el horizonte procesal de Carlos Puigdemont. Decisiones que ponen de relieve la enorme marejada de fondo que se está librando y que refleja hasta qué punto esta legislatura sigue sujeta en frágiles equilibrios que pueden romperse en cualquier momento. En este contexto, la verdadera señal de estabilidad la ha lanzado el Rey al cumplirse una década de su proclamación como jefe del Estado. La Monarquía constitucional está obligada a seguir haciendo todos los días un esfuerzo permanente de renovación y apertura a la sociedad si quiere seguir siéndole útil.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.