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El año 2024 termina con una colisión sin precedentes en la política española entre el Gobierno de Pedro Sánchez y la oposición del Partido Popular y Vox. Los decibelios se han disparado tanto que han entrado claramente en un terreno de desproporción absoluta mientras Junts ... extrema sus órdagos. El mensaje de serenidad lanzado por el Rey en su tradicional mensaje de Nochebuena constituye una reveladora advertencia de jefel del Estado ante los efectos perniciosos que tiene esta depauperación de la política.
Felipe VI llamó en su alocución a recuperar el valor del consenso constitucional para afrontar los retos del futuro, pero el día a día nos muestra hasta qué punto se han roto determinados puentes. En este escenario se enmarca la actual polarización desproporcionada que se vive en la política madrileña. La presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso, se ha envuelto en una bandera de confrontación total con la izquierda. No hay ni un gramo de indulgencia en sus palabras. Comunica y conecta con la sociología de la derecha madrileña, que hace tiempo perdió sus complejos.
Ayuso tanto maniobra para acorralar al fiscal general del Estado como anuncia nuevas bajadas de impuestos o aprovecha el ėxito social de la comunidad que lidera –basta ver la capital repleta de turistas estas Navidades– para asentar un nacionalismo madrileño de nuevo cuño. Un sentimiento legítimo de orgullo que cohabita con una reivindicación de las ventajas de la capitalidad. Y que ahora se apunta al discurso de una victimismo feroz al denunciar una grave discriminación financiera por parte del Gobierno central. Ayuso intenta apuntarse a este guión, muy clásico de todos los nacionalismos. Pero no debería olvidar que las estadísticas confirman que Madrid es la comunidad española que más crece. El Instituto Nacional de Estadística corrobora que se sitúa en cabeza en España al suponer un 19,6% del PIB estatal, por delante de Cataluña. No parece muy coherente el dato con la denuncia de una supuesta asfixia económica.
Pero a Ayuso le va bien en el barro y en el ruido. Y puede que a Sánchez no le venga mal tener como rival a esta derecha tan hiperactiva e hiperbólica que ahora advierte de que el verdadero objetivo del PSOE es avanzar hacia una 'república plurinacional'. Se nota la alargada sombra del expresidente Aznar a través de Miguel Ángel Rodríguez, el inefable director de gabinete de la mandataria madrileña. O cuando acusa a Sánchez de retirar a la Guardia Civil de las carreteras de algunos territorios de España. La primera cesión en esta materia se produjo en Cataluña y permitió el primer Gobierno del PP con el apoyo de los convergentes.
Eran los tiempos del «Pujol enano, habla castellano». Ha llovido mucho desde entonces, pero la alergia a la diversidad sigue siendo un gran problema entre nosotros. Cultivar ese sentimiento universal de fraternidad es más necesario que nunca. La derecha española no debería olvidarse de principio si quiere de verdad regresar al poder sin asustar a media España. Alberto Núñez Feijóo viene de Galicia y sabe perfectamente cuál es el registro de la periferia. Pero el peso del Madrid 'de-toda-la-vida' es aún muy poderoso.
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